Virgilio Zaballos
El equilibrio para el
hombre en general y el creyente en particular se origina EN EL CORAZÓN. Es del
corazón (el espíritu) de donde emana la vida de Dios, y esa vida que se nos da
en Jesús es la que produce el equilibrio verdadero del hombre.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque
de él mana la vida” (Pr.4:23). Sin
embargo, vemos muchas personas desequilibradas y excéntricas (fuera del centro)
en las iglesias. ¿Por qué? Porque el corazón se ha apartado de Dios (Jer.17:5)
y se vuelve engañoso (Jer.17:9-10). De esa forma entra la confusión y la mezcla
entre lo carnal y lo espiritual. La solución requiere una entrega sincera de
todo corazón a Dios para que Él lo cuide y lo proteja. Dios sabe como tratarnos
partiendo del epicentro de nuestro ser: el espíritu Dame hijo mío tu corazón”
(Pr.23:26).
“Encamíname, oh Dios, y
conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino
de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal.139:23-24).
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia;
antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a
quien tenemos que dar cuenta” (Heb.4:12-13).
“...y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y
el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras” (Apc.2:23).
Es muy importante que estemos atentos al estado
de nuestro corazón; no solo al físico con sus problemas de colesterol,
infartos, etc.; si no mas aún a nuestra esencia espiritual para saber qué emana
de nuestro interior.
“Y en esto conocemos que somos de la verdad, y
aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende,
mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados,
si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y
cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y
este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos
amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus
mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él.
Y en esto
sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1Jn..3:19-24). Para saberlo debemos atender,
al menos, a cuatro verdades principales que deben emanar del corazón. Veamos,
según el capítulo diecisiete de Lucas, el manantial que nos mantendrá
equilibrados: El perdón, la fe, la gratitud y la esperanza de Su venida.
El milagro de una vida Eqilibrada - Virgilio Zaballos
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