Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


1 de febrero de 2012

LOS CAMINOS DE DIOS


John Bevere

Dios no está buscando una forma exterior de santidad; Él quiere ver un cambio de corazón…

"Voz de lo que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad vereda a nuestro Dios " (Is 40:3).

El camino de Dios pasa por en medio del desierto y es en el yermo que su pueblo es preparado. Es la carretera que lleva a la vida de exaltación; por ese camino, descubrimos como Dios vive y piensa.

 "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, mis caminos, dice el Señor, porque, así como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos, más altos que vuestros pensamientos" (Is 55:8, 9). Pocos anduvieron por esa carretera, sin embargo, muchos están siendo preparados por Dios para que anden por ella. Es eso lo que dice Isaías 35:6, 8: "... pues aguas reventarán en el desierto, y arroyos en el yermo.

 Y allí habrá buen camino, camino que se llamará Camino Santo... ". Y es en el desierto que el camino del Señor es preparado. Su nombre: ¡Camino Santo!

 Una de las definiciones de santidad es "pureza de vida". Jesús dijo: "Bienaventurados los limpios de corazón..." (Mt 5:8). El camino o método para una vida llena de santidad es el corazón puro.

El Señor no retornará por una Iglesia impura y sin santidad. Él vendrá al encuentro de una Iglesia sin manchas, arrugas o cualquier otra impureza. Muchos quieren santificarse observando reglas y costumbres, y fracasan en la vida cristiana. Son como los judíos de los días de Jesús que querían recibir la salvación guardando la ley y costumbres.

Muchas personas creen que tener santidad es vivir según reglas tangibles, tales como: No usar maquillaje ni este o aquel tipo de vestimenta, no ver televisión, etc. Son tentativas hechas en el sentido de obtener santidad interior. Pero Dios no está a la búsqueda de formas exteriores de santidad; Él quiere un corazón recto y justo delante de él.

Jesús dijo en Mateo 23:26: "... limpia primero el interior del vaso (el corazón), para que también su exterior me quede limpio".

Si su corazón es puro, usted no querrá vestirse de forma indecente. Una mujer puede usar vestido largo y así mostrar una actitud sensual; mientras otra viste pantalones ajustados y tiene un corazón puro. Un hombre puede gloriarse de nunca haberse divorciado, pero tiene el corazón lleno de lascivia y antojos sexuales por otras mujeres. Eso es santidad?

Si su corazón es puro, un aparato de Televisión en su casa no lo llevará a mirar programas de bajo nivel que no edifiquen su vida. Algunos afirman que es ser mundano tener un aparato de Televisión en casa. Un mueble o un aparato electrónico no pueden determinar si una persona es creyente o mundana. Usted puede no tener aparato de Televisión en casa y continuar pecando en su corazón. Si usted es limpio de corazón, deseará sólo lo que Dios desea!

El desierto es crucial en la vida de todo creyente, pues es allí que Dios purifica los motivos e intenciones del corazón. Dios está en este momento preparando nuestro corazón para el regreso de su Hijo. Los capítulos de esta tercera parte tratarán de la forma en como Dios purifica su Iglesia, preparándola para el su retorno. Usaremos el libro de Malaquías como texto principal, por haber sido el último profeta, antes de la llegada del señor. Él fue comisionado a profetizar sobre la preparación y sobre los eventos que antecederían a la primera venida del Señor a su templo.

Cuatrocientos años después, sus profecías comenzaron a cumplirse con la llegada de Juan el Bautista clamando en el desierto: "Preparad el camino del Señor". Vivimos hoy los momentos que anteceden a la segunda venida del Señor a su templo. Veremos el paralelo entre la primera y la segunda venida, pues ambas comienzan con la purificación de su pueblo en el desierto.

 Victoria en el Desierto - John Bevere

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry