Clayton Sonmore
El principal denominador común para el fracaso de las órdenes, tanto política como eclesiástica, es el mismo. Los hombres están edificando un reino, en lugar de edificar EL REINO. Dios le ha prometido a Su pueblo <todas las cosas> espirituales, materiales y temporales, pero solo a El debe dársele toda la gloria. El poder de satanás fue quebrantado en el Calvario, y el poder de satanás también puede ser quebrantado completamente en nuestra vida.
Los edificadores de reinos continuaran congregando gran número de fieles, pero jamás llegaran a ser el organismo que sea la compañía de Josué, que esta señalada como el ministerio del fin de los tiempos, la que llevara al camino para entrar en la tierra prometida. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio?
A menos que recibamos una nueva visitación de FE que mueva montañas; de una humildad que nos haga luchar por el lugar más bajo, en lugar de hacerlo por el más elevado, y de un <amor> sin <fingimiento> que realmente <prefiera los unos a los otros,> seguiremos apartándonos de la unción divina y del llamamiento que quizás vinieron hacia nosotros hace años. ¿Estamos también nosotros edificando un reino o, en realidad, muchos reinos?
La edificación de los reinos parece ser la maldición numero uno de la iglesia. Esto no es algo difícil de comprender, porque la naturaleza humana es hoy día la misma que fue en los días de Sodoma, cuando Dios tuvo que pronunciar juicio, con el fin de poner de manifiesto la pureza.
La edificación de un reino en lugar de edificar El Reino, es una extraña tentación que casi ha destruido la verdadera confraternidad en el Espíritu Santo. La soberbia de la vida – la destructora de la verdadera humildad – es algo terrible. Ella asomo continuamente su horrible cabeza, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento. La iglesia primitiva estaba asediada por este mismo defecto antes de que estuviera llena con el espíritu santo, y fuera quebrantada completamente por la Roca, para ser llevada así al abandono total de todos los derechos. Pedro, Santiago y Juan también lucharon y contendieron en cuanto a cual de ellos sería el hombre más alto en el pilar totémico.
Tan claro como lo fue en aquel tiempo, y como lo es hoy, así de claro es hoy día que son pocos los que contienden por el lugar más bajo, por el camino bajo – el camino de los <quebrantados> y <contritos.> Sin embargo ellos tenían la excusa de que no habían sido llenos del Espíritu. Creo que nuestra experiencia en el Espíritu Santo, incluyéndome a mí, está con más frecuencia en él tenía que en él tiene.
Lo que esta ocurriendo podría llamarse mejor el culto a la personalidad. Esta situación tiene en sí algunas peculiaridades insidiosas, porque muchos sienten que no ocupan un sitio de auto exaltación por encima de los demás, donde se elogie al hombre y se les ponga ante el publico como si ellos fueran los así llamados GRANDES o ADMIRABLES del pueblo de Dios, y todo esto, con la exclusión de los PEQUEÑOS Y PRECIOSOS en el Pueblo de Dios. El rápido incremento del culto a la personalidad debe ciertamente afligir el corazón del Maestro. La palabra nos dice que nosotros somos pecadores salvados por gracia, y que toda nuestra justicia es como trapo de inmundicia. Creo que esto aflige el corazón de Dios, y que el juicio caerá pronto sobre aquellos que sigan practicando o contribuyendo de algún modo a este terrible culto.
No corresponde al plan de Dios la focalización en cualquier individuo u organismo, sin que haya una centralización en El. “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mi mismo.”
Parece que nos empeñamos cada vez más en buscar el favor de alguien o de algo, con el fin de conseguir la aceptación. El comprometer nuestras convicciones no tiene cabida en la ministración de ESTE EVANGELIO DEL REINO. El Señor afirmo: “No he venido a traer paz, sino espada.” Siempre habrá paz entre los hermanos <andando en el espíritu.> Sin embargo, según las escrituras, cuando una parte de la familia de fe se abstiene de lo mejor de Dios, habrá una división.
La mayor parte de la gente es introvertida por naturaleza, pero muchos se convierten en conspicuos extrovertidos de Dios. Hacer callar a estos ministerios individuales y tratar de que se sometan a un molde proveniente del centro general de operaciones, no esta de acuerdo con las escrituras.
Creo que nuestros ministerios individuales pueden dar la impresión de apartarse los unos a los otros, como los radios de una rueda. Si todos estamos anclados en el cubo de la rueda del amor, no habrá confusión, aunque así pueda parecerle al extraño; e, incluso, a nosotros mismos nos parece, a veces, que todo es confusión y desesperanza.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese así mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque cualquier que quiera salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.” Quizás, aquí esté nuestra mayor falta como individuos y como cuerpos colectivos. ¿Estamos verdaderamente tomando esta cruz, y lo estamos siguiendo a El sin temor ni favor? ¿Estamos dispuestos a perder nuestras vidas por El, o estamos listos a acomodar nuestras convicciones para seguir el aplauso de los hombres, con el fin de aumentar nuestro crecimiento numérico, o para lograr el favor de los grupos o de las denominaciones? Si vamos a aceptar esta premisa del compromiso y no estamos dispuestos a perder nuestra vida, nuestra reputación, nuestra confraternidad, nuestro organismo u organización, sino tratamos de salvarlos, los perderemos con seguridad.
Podemos tomar la decisión de entrar en la tierra prometida y de luchar contra los gigantes, o tomar el camino fácil de la carne y andar errantes por el desierto. Por cualquier camino podemos crecer numéricamente, pero solo hay un camino perfecto a Dios, en tanto que el otro representa la voluntad permisiva de Dios.
A causa de la premisa de la congregación de los hombres, (1) prescindiendo de la denominación, y porque las personas que entran en estas reuniones están (2) desesperados por Dios, y porque (3) Dios honra su palabra dondequiera que ella se predica, nos parece con frecuencia que tenemos un maravilloso movimiento del Espíritu, a despecho del egocentrismo del hombre y de la variada delincuencia espiritual. Pero, debemos dejar de creer que por el crecimiento numérico y por las bendiciones en las reuniones o de las actividades, estamos automáticamente en el centro de la perfecta voluntad de Dios. El quiere que no nos solacemos es las estadísticas numéricas, porque ellas no son la calificación del éxito espiritual. No debemos medir nuestros logros por las estadísticas o permitir que estas sean el termómetro para ver si nos estamos moviendo en lo mejor de Dios. El rápido crecimiento de las actividades ha traído la <prosperidad numérica,> pero también atraído la <muerte espiritual.>
Con tan escaso tiempo y con una mancomunidad tan grande de fuerzas como las que hay en el Gran Ejército de Dios, seria una tragedia si se pretendiera encerrar a todo el mundo en un corral, centralizando el control en cualquier cuartel general especifico. Aun entonces, la mayor parte de las decisiones deberían ser tomadas por empleados contratados. No, hermanos, en tanto que debemos quitar los muros, y darle a todo el mundo una licencia franca para que ellos se muevan como el Espíritu los guie.
Incluso si esto da lugar a posibles excesos o desviaciones, me siento contento de moverme en libertad como el espíritu guía, previniendo que esta libertad no se emplee como licencia o como excusa, sino que quiero responder solamente a Dios y a la palabra ungida (cuando ella es ungida) en nuestros hermanos, con sumisión y humildad, que es el único camino para reclutar las personas necesarias para <trastornar el mundo> rápidamente y ahora.
Pablo tiene una respuesta para nosotros cuando repite: “Todavía, hermanos, os ruego por el nombre del Señor nuestro, Jesús, el Cristo, que habléis todos una cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectos, unidos en un mismo entendimiento y en un mismo parecer. Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloe, que hay entre vosotros contiendas; quiero decir que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; pues yo soy de Apolos; y yo de Cefas; y yo del Cristo. ¿Esta dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?”
Pablo no pide que todos o que todo este centralizado en el mismo, ni niega el llamamiento y el liderazgo divino de Apolos o de Cefas. Esencialmente, él quiere que el pueblo siga a Dios, según los dictados de la propia y divina guía de ellos, pero con amor, sin fingimiento para todos, porque Cristo no esta dividido.
Mucha gente pregunta sobre la confusión y sobre la falta de amor y de confianza que existe, incluso, en nuestros círculos de pentecostés. ¿Por qué hay tal confusión? ¿Cómo es posible que el enemigo se introduzca en la escena y la domine de tal manera con el culto a la personalidad y con la edificación de reinos en tantos casos? Señor ayuda a descubrir en esta disertación algunos de los encubiertos <porqués.>
Todos nosotros los que fuimos bautizados verdaderamente en el Espíritu Santo y en fuego podemos mirar retrospectivamente a los primeros días (que eran considerablemente mejores) de esta dimensión, anhelando la humildad y la sencillez sin paralelo que estaban desprovistas del ambicioso complejo del culto a la personalidad y del espíritu de la edificación de los reinos que ahora prevalecen. Algunos serán suficientemente honestos para admitir que nosotros, como un todo, hemos perdido esa cualidad fundamental. Bien que seamos ricos o pobres, educados o no, creo que una de las grandes evidencias para el escéptico, es que esta experiencia no descansa ni en la sabiduría ni en el poder de los humanos, sino que – por el contrario – descansa en el poder divino.
Pablo, un hombre de gran inteligencia y educación, y que antes había disfrutado de un lugar destacado en el sistema religioso de su época, dijo: “Dios no ha escogido al sabio y al poderoso, humanamente hablando, sino Dios ha escogido a los simples del mundo, para avergonzar al poderoso, y Dios ha escogido a los humildes y a los desechables y a los don nadie con el fin de aniquilar lo que tiene algún valor, para que toda la humanidad pueda ser humilde en la presencia de Dios” (1 Cor. 1:25, Según la traducción de Berkeley).
Esto fue porque Pablo había dejado a un lado sus dotes naturales, con el fin de preferir la unción que pudre el yugo para que él pudiera conseguir la sencillez que aborrece el espíritu de la edificación de reinos.
¿Cómo hizo la iglesia primitiva para hacerse famosa con la frase: “Mirad como se aman los unos a los otros”? ¿Cómo pudieron ellos trastornar el mundo? Creo que fue porque casi todos los de la iglesia primitiva, como Pablo conocían la realidad de la vida crucificada, del caminar en el espíritu, excepto de la edificación de reinos y del culto a la personalidad, dejando lugar así solamente para El.
Más allá del Pentecostés - Clayton Sonmore
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