George Davis y Michael Clark
“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.” (Filipenses 3:10-11)
¿Cómo podemos conocerle en el poder de Su resurrección? Pablo nos da la respuesta: “la participación de sus padecimientos, haciéndonos semejantes a Él en Su muerte.” Estos dos son pre-requisitos para alcanzar la resurrección de los muertos, tanto en la actual vivificación del Espíritu de Dios en nuestras vidas diarias, y en la futura resurrección. La palabra griega para participación en el pasaje de arriba es koinonia, que significa asociación o participación. Somos llamados a una asociación y participación en los continuos sufrimientos de Cristo. No que seamos llamados a buscar el sufrimiento sino que el sufrimiento nos buscará a nosotros si seguimos a Cristo. “Todo aquel que quiera vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirá persecución”. (2ª Tim. 3:12). “Porque es necesario que a través de muchos padecimientos entremos en el Reino de Dios (Hechos 14:22).
En otro lugar, Pablo dijo, “Ahora me regocijo en mis padecimientos por vosotros, cumpliendo en mi carne lo que falta de los padecimientos de Cristo, por causa del cuerpo, que es la Iglesia.” ESO es la comunión con Cristo. Tantos quieren el poder pero evitan los sufrimientos de Cristo en sus vidas. Nunca llegarán a conocer Su poder. Nunca podrán decir con Él, “el príncipe de este mundo ha venido y no ha hallado nada en mí”. En lugar de eso, es SATANÁS el que tendrá el poder sobre éstos.
Ahora bien, ¿Qué significa ser hecho semejante a ÉL en su muerte?
La palabra griega para semejante es summorphizo, [hacer semejante con una persona o cosa, parecer” (sun, “con”, morphe “una forma”]. (W.E. Vine)
Nuestra identificación y asociación con Cristo en Sus padecimientos es necesaria si queremos ser co-herederos con Él (lee Romanos 8:17). No podemos ser semejantes a Cristo sin ser como Él en sus padecimientos, hechos semejantes a Él en Su muerte. Todo depende de nuestra participación con Cristo en Sus padecimientos. El consuelo de Cristo no puede abundar en nosotros a menos que los padecimientos de Cristo abunden en nosotros (lee 2ª Corintios 1:5,7). Pablo se regocijó en sus padecimientos diciendo, “Cumplo lo que falta de las aflicciones de Cristo por causa de su cuerpo, que es la iglesia”. (Colosenses 1:24).
Lo único que Pablo tenía que hacer era comprometerse y comenzar a predicar la circuncisión. La ofensa de la cruz cesaría inmediatamente. Terminaría la persecución y podría volver a la cómoda vida de Fariseo. “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz.” (Gálatas 5:11). ¿Se salvaría Pablo a sí mismo? No, Como los héroes de la fe, escogería más bien sufrir el padecimiento que disfrutar de los placeres del pecado durante un tiempo (lee Hebreos 11:25).
La Cruz y el Fruto - George Davis y Michael Clark
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