Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


10 de septiembre de 2011

ADORACION DEL TEMPLO


Michael Clark y George Davis

Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. (Ap. 21:22-23 RV 1960)Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. (Mat. 12:6)

¿Qué quiero decir con adoración del Templo? No me estoy refiriendo necesariamente a la adoración en un templo. Sin embargo me estoy refiriendo al inclinarse humano hacia hacer de los medios el fin: la adoración de la adoración misma. Me estoy refiriendo a la propensión inherente del hombre a adorar el modo, antes que al que lo hizo, y al credo antes que a Cristo. Me estoy refiriendo a la tendencia humana de confundir Cristianismo con templos, ceremonias, liturgias, rituales, y ritos.

El profeta Jeremías se dirigió a esta idolatría. Israel se había olvidado de Dios, pero no se habían olvidado del Templo”. “…porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice el Señor”. Debido a su pecado venía el juicio de Dios. Venía en la forma de los ejércitos de Babilonia. A pesar de las repetidas advertencias de Jeremías, ellos encontraron consuelo en “palabras mentirosas”. “El templo del Señor, El templo del Señor, El templo del Señor”. Ciertamente Dios no iba permitir que su templo fuera profanado.

No tenemos nada que temer porque allí se encuentra “el templo del Señor”. Asimismo, muchos hoy en día ponen su confianza en sus templos. Ellos son “miembros”, y su membresía les garantiza un lugar en el cielo. Todo el resto va a ir al infierno, pero ellos, por virtud de su identificación con el templo, no van a ir. Si ellos están en lo cierto de que cualquiera menos ellos va al infierno, entonces todos se van al infierno.
¿Perdonó Dios a una religión ceremoniosa [la judía], solo para encontrar mil [denominaciones y sectas]? ¿Murió Cristo para esto?

Todos los tipos y sistemas fueron hechos obsoletos por la venida de Cristo de los cuales ellos fueron solo figuras. El tabernáculo de Moisés y la ley, y el templo con todos sus rituales, fueron todos ellos medidas temporales: sombras de lo real. El velo siendo rasgado significa un cambio; las cosas viejas pasaron de manera que una mayor realidad pudiera tomar lugar: la realidad de Cristo mismo.

El es: “…el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:26-27)

“Uno mayor que el templo está aquí”.
Más grande que una institución terrenal. Y con todo cuan a menudo el hombre prefiere el clamor y actividad de los sistemas antes que el íntimo conocimiento de Cristo.
Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. (Mat. 24:1-2)


El propósito divino de Dios es liberar al hombre de la adoración de cosas, para que le adore a El mismo. La inclinación de los hombres hacia la adoración de cosas visibles está bien documentada a través del canon.
Aquellas cosas cuyo fin de parte de Dios no era otro que traer gloria hacia sí mismo. Desde la serpiente de bronce hasta el mismo templo, el hombre ha probado su inclinación, su preferencia a adorar otras cosas antes que a Dios mismo. La serpiente de bronce, el instrumento de Dios para curar a una nación, más tarde fue adorada como un dios, y destruida como un ídolo.

El [Ezequías] quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán[1]. (2 Rey. 18:4)

En la forma de adoración del Viejo Testamento, Cristo está oculto en tipos y sombras. Entonces todo estaba envuelto en misterio, pero ahora Dios ha elegido revelar a su hijo, la misma imagen de sí mismo. La insistencia del hombre en ritos y rituales es un intento inconsciente de envolverlo una vez más en el oscuro e ilusorio ámbito de la religión. Eso es lo que más ama Satanás. Porque todo lo que debe hacer para dejar al creyente sin poder es esconder a Cristo de su alcance. El debe seducir al creyente para reemplazar a Cristo con algo visible.

Para Satanás la religión es el substituto favorito de Cristo. El trabajo primario del Espíritu Santo es, debido a eso, revelar a Cristo. La meta de su obra en nuestras vidas es que Cristo pueda ser formado en nosotros.

Cristo en nosotros, es la esperanza de gloria! Hay un mover que está quitando las capas de los sistemas religiosos terrenales. Y de eso, no quedará piedra sobre piedra. Dios no mora más en templos hechos de manos. ¡Nosotros somos el templo de Dios!

La tiranía de la religión.
Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar”. (Mat. 23:35)

Los hombres prefieren la religión a una relación con Dios. Tanto, que va a violar la propia naturaleza de Dios para preservarla. Matar sobre asuntos relacionados con la religión no es nada nuevo.
Comenzó con Caín y no va a terminar hasta que suene la última trompeta. ¡Uno más grande que el templo está aquí! Y aquel que lo exalte solo a él conocerá el azote de aquellos zelotes religiosos que están puestos para defender sus órdenes eclesiásticas, sus templos.

“Porque hemos hallado [Ananías y los ancianos] que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley.” (Hch. 24:5-6)

Note su preocupación por el templo. Sin embargo no hay ninguna preocupación por los intereses de Dios, solo por los suyos propios. Pablo, sobre quien pesaban estas acusaciones, representaba una gran amenaza a sus intereses religiosos. Y ellos estaban intentando tratar este problema de la manera usual: ellos intentaban matarlo… (Hch. 26:21).

El hombre natural va a proteger sus ídolos matando a todos los que sean una amenaza para esos ídolos. Aquí ellos estaban intentando hacer la misma cosa con Pablo que habían hecho con Cristo solo unos cuantos años antes.

Si los últimos 1700 años de historia de la iglesia han probado algo, han demostrado en forma conclusiva que la naturaleza de la religión sin Cristo, es tiranía. Cristianismo es Cristo, nada más, y ciertamente nada menos.

La morada de Dios.
Hch 7:49 El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis?, Dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo?
1Co 3:16 ¿O no sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
1Co 3:17 Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
1Co 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
2Co 6:16 ¿Y qué consentimiento el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios Viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.
Ef. 2:21-22 en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un Templo Santo en el Señor; en el cual vosotros también sois juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu.


Todo lo que el tabernáculo y templos del Viejo Testamento predijeron fue esta verdad: Nosotros individualmente y corporalmente somos la “morada” de Dios. Somos su templo: su lugar de morada.

El rompió el velo. El escapó. Encontró una nueva casa, una nueva morada, un nuevo templo. Las cosas viejas pasaron, no quedó piedra sobre piedra, para que uno más grande que el templo pueda habitar SU templo, hecho de piedras vivas, las cuales somos nosotros.

Es una afrenta al cielo recrear las viejas formas de adoración del templo. No importa cuan empapadas y cristianizadas puedan ser, son tan paganas como la adoración a Baal. Ellos reemplazan con pompas y ceremonias la realidad del morar de Cristo, e intentan hacer del templo una vez más el lugar de morada de Dios. Este es el brazo rígido del hombre en el pecho del Padre celestial quien lo separa para ser abrazado.

Ocupa tiempo del hombre hacer algo que llamamos “la obra de Dios” mientras que el verdadero objetivo de conocerlo queda olvidado en el frenético paso eclesiástico.

“Teológicamente, el templo no necesita templos. Los edificios de la iglesia no son esenciales a la verdadera naturaleza de la iglesia. Porque el significado del tabernáculo es la morada de Dios, y Dios ya mora dentro de la comunidad cristiana de creyentes. El pueblo es el templo y el tabernáculo… Y por eso, teológicamente las edificaciones de iglesias son superfluas. No son necesarios para funciones sacerdotales porque todos los creyentes son sacerdotes y todos tienen acceso directo, en cualquier momento y lugar, a aquel gran Sumo Sacerdote. Una edificación de iglesia no puede propiamente ser “la casa del Señor” porque en el Nuevo Pacto este titulo está reservado para la iglesia como pueblo (Ef. 2; 1 Tim. 3:15; Heb. 10:21). Un edificio de iglesia no puede ser “un lugar santo” en ningún sentido especial, porque los lugares santos no existen más. El Cristianismo no tiene lugares santos, solo pueblo santo”


No vi templo en ella…
“… dijo Juan. Porque aparte del tipo de religión que él había aprendido de Cristo, el tipo de la Iglesia - la mera Iglesia - es una evasión elaborada. ¿Qué tienen que ver la pompa y la circunstancia, la moda y la forma, las vestimentas y las posturas, con Jesús de Nazaret? En cierto momento del desarrollo personal, y para cierto tipo de mentalidad, tal cosa puede tener lugar.

Es porque a grandes masas de personas el cristianismo ha venido a ser sinónimo del culto en el Templo que otras grandes masas de personas declinan a tocarlo. Ningún hombre puede estar jamás opuesto al cristianismo si sabe lo que realmente es.

De hecho ellos siguen a cualquiera, predicador o laico, en el pupito o en la plataforma, que sea un poco como ellos.
Tal vez el peor hecho registrado en la historia es el fracaso de los grandes y organizados cuerpos eclesiásticos en entender el simple genio de la religión de Cristo. Hasta esta misma hora presente, casi naciones enteras en Europa viven, adoran, y mueren bajo la creencia de que Cristo es un Cristo eclesiástico.

En muchas tierras las Iglesias han robado literalmente a Cristo del pueblo;
Imponer las tradiciones de los hombres encima de nuestra relación con Cristo es dejarse llevar cautivo y dejarse engañar.

ADORACION DEL TEMPLO - Michael Clark y George Davis

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