Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


6 de septiembre de 2011

VENDRA A NOSOTROS COMO LA LLUVIA


Michael Clark y George Davis

“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.” (Oseas 6:1-3).

¿Cuantas veces hemos escuchado a un hermano o hermana en Cristo referirse a las lluvias tardías como eventos pasados y futuros—sucesos o hechos—cosas que sucedieron o que sucederán en el último día? ¿Como cosas que sucedieron en Pentecostés hace casi 2000 años o cosas necesarias para traer las últimas y definitivas oleadas de crecimiento que vendrán justo antes de la cosecha final?

¿Alguna vez te has dado cuenta o has sido atrapado pensando de las Escrituras y de las obras de Dios como de cosas que SUCEDIERON, que han de ser medidas, o que VAN a suceder, cosas a ser temidas o esperadas? O en ese mismo patrón de pensamiento, colocamos eventos o sucesos que tienen que ver con el reino de Dios en alguna lejana tierra, pero no en nuestras vidas inmediatas. El Nuevo Testamento y las enseñanzas de Jesús apuntan hacia un reino que está en el interior y a un templo que está hecho de piedras vivas.

¿Podría ser esto una forma de evitar entrar en ello para no tener que tratar con las exigentes demandas de Su Reino? Cuanto más vivo, mas veo lo “desesperadamente malignos y engañosos” que son nuestros corazones. Ora que el Señor pueda abrirte los ojos para ver a Jesús tal y como ÉL ES.
El Dios a quien servimos se llama a Sí mismo el YO SOY, no el YO ERA ni el YO Seré, y siempre está presente en todos los tiempos y en todos los lugares de Su creación.

¡Yo (George) casi me avergüenzo de tener que admitir que no ha sido hasta muy recientemente que el significado de las palabras “vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra” se ha revelado totalmente sobre mi cabeza! La lluvia tardía no es un suceso, un evento, un ALGO. No es un movimiento, un derramamiento futuro o un avivamiento, al menos no como hemos conocido tradicionalmente el avivamiento. ¡EL vendrá como la lluvia! EL vendrá COMO la lluvia temprana y tardía. ¡EL ES EL EVENTO! Es un engaño de la religión ver la verdad fracturada en pedazos de conocimiento, como si fuera algo completamente aparte de Dios.
Por ejemplo, para nosotros, “ser salvos” es un “ello”, una experiencia de sentirse bien, acompañada de la carne de gallina. Ser bendecido es la meta principal y deseada más que la consecuencia o el subproducto de permanecer en unión con Cristo. Vemos la vida eterna como un estado cualitativo de ser en lugar de la relación íntima y experimental con Dios (lee Juan 17:3).

CRISTO ha sido hecho nuestra “redención” (1ª Cor. 1:29). No hay redención aparte de Él. No somos salvos mediante una mera creencia en una “doctrina de salvación” formulada, sino creyendo en El (aferrándonos y dependiendo de Él como de nuestra vida entera), que es nuestra redención.


Vendrá a nosotros como la lluvia. ¡EL es la vida! Como Juan describió sus observaciones de primera mano del Hijo, “En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”. Tendemos a darle la vuelta a todo buscando a Jesús como conocimiento, “luz”, y al hallar esa luz pensamos que tenemos “vida”. Cuanto más cambian las cosas, más permanecen iguales.
Jesús tuvo el mismo problema con los Judíos religiosos hace 2000 años cuando los advirtió, “Escudriñáis las Escrituras, porque en ellas pensáis que tenéis la vida eterna, y ellas dan testimonio de Mi. Pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida.”

La iglesia hoy quiere la bendición, los beneficios, la salvación y la identidad sin el estorbo de tenerle.
En el capítulo cuatro de Isaías, versículos uno y dos, el profeta dice, “Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.
¡Que cuadro más vívido de la iglesia actual! Esa iglesia que dice en efecto, “Danos la salvación, danos la bendición, danos las riquezas, danos la vida eterna, quita nuestro reproche, danos tu nombre, deja que seamos llamados “Cristianos”—los de Cristo. “Comeremos nuestro propio pan y llevaremos nuestras propias ropas. Confiaremos en nuestra propia justicia, dependeremos de nuestras propias doctrinas, solo danos tu nombre ¡Tu bendición! ¡Con eso basta! No deseamos nada más. ¡Buscamos tu nombre pero no Te buscamos a Ti! Solo tu nombre.”

¡Si amas a alguien por causa de su riqueza, entonces solo amas su oro! ¿Es que nos hemos convertido en una especie de secta de buscadores de oro, una novia que solo quiere la bendición pero que da amor fingido y apoyo solo con el fin de conseguir los beneficios, aunque su corazón pertenezca a otro?

Le damos lealtad para poder tener Sus tesoros, sin apreciar en absoluto el hecho de que EL es la Perla de Gran precio, por la que hemos de venderlo todo y darlo todo para comprarla. ¡El es el verdadero tesoro! Siempre habéis escuchado la enseñanza de esta parábola como si VOSOTROS fuerais el tesoro, ¿verdad? ¿Podéis notar el egocentrismo de nuestro pensamiento profundo y de nuestros corazones apartados?
¡Vendrá como la lluvia! Vendrá como la bendición. ¡El es el pan de vida! ¡El es el agua de vida! El es “esa vida eterna”.

Hudson Taylor, el famoso misionero en el interior de China de mediados del Siglo XVIII, oró durante varios años por poder conocer el poder de Jesús para recibir el poder y así ser testigo de Cristo al pueblo chino.
Lo que le inquietaba era el hecho de que cada día estaba más lleno de esfuerzo y de trabajo en el desarrollo de esta tremenda obra misionera en esa apartada nación. Había huérfanos que alimentar, enfermos qué atender, el evangelio para predicar y todo esto lo probó en extremo. Lo que empeoró las cosas fue leer las palabras de Jesús, “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi que mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
Un día, meditando en las palabras de Jesús de Juan quince en su tiempo de oración, ¡se encendió la luz! Leyó, “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, permaneced en mi… el pámpano no puede llevar fruto por si mismo a menos que permanezca en la vid… porque separados de mí nada podéis hacer.”
Taylor dijo que en ese instante, lo vio, “¡Jesús es la Vid, Jesús es los pámpanos, Jesús es el fruto en los pámpanos!” ¡Se trata de Jesús, no de nosotros! Desde ese momento en adelante, Hudson comenzó a levantarse por la mañana para orar y adorar hasta bien entrado el día, practicando su permanencia en el Espíritu.
De hecho pasó menos tiempo haciendo la obra de la misión y más con el Señor en oración. Sin embargo, es extraño que se conseguía hacer mucho más que antes y encima, al final del día, estaba descansado en lugar de completamente agotado. Dios le había mostrado la importancia de que Jesús hiciera la obra permaneciendo en Él constantemente. Se trata de Jesús, no de nosotros.

En su libro “Morando en Cristo”, Andrew Murray muestra como una rama es injertada en la vid. Primero, la vid o rama es herida y se abre una raja en el tallo. Luego la rama es herida, cortándola de su propia fuente de vida anterior. Finalmente, la rama o “esqueje” se injerta en la vid y se unen como si fueran uno hasta que el tallo acepte a la rama y se conviertan en uno con la ayuda de las ligaduras.
¡Esto está tan preñado de significado! ¿Puedes verlo? Primero Jesús tuvo que ser herido por nosotros. Los soldados le abrieron el costado. Luego somos nosotros los que tenemos que ser heridos, cortados del viejo mundo y de la fuente de la vida vieja de la carne. Finalmente somos injertados en la Vid verdadera, la siempre viva fuente de vida eterna. El injerto no comienza a llevar fruto hasta que ha encontrado su vida en la Verdadera Vid.

¿Puedes comprender por qué has sido tan herido en el mundo y por qué tu vida ha sido tan difícil desde que decidiste darla a Cristo? Estas siendo preparado para su maravilloso injerto, de forma que puedas hallarle a Él y solo a Él, como tu propia fuente de vida. Llegará el día en el que cada uno de nosotros estemos tan injertados con Él y con SU vida, que nadie podrá ver donde acaba Jesús y donde empezamos nosotros.

Entonces será contestada la oración sacerdotal de Jesús:
17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. 20 Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.” (Juan 17:6-26)

“¡¡Mira lo que Jesús está haciendo!!” No se trata de imaginar lo que nosotros deberíamos hacer en cada circunstancia recordando lo que leemos sobre Él en la Biblia. ¡Se trata de permanecer en el Hacedor y de verle manifiesto a través de nosotros! “Padre, que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”. No hay ningún trabajo de adivinación sobre como imitar a Jesús aquí. ¡NO! ¡Dios no se conformará con baratas imitaciones de Su Hijo! Solo Jesús en nosotros Le satisfará.

¿Te has preguntado alguna vez como el Dios omnipresente y omnisciente ha podido decir, “Nunca os conocí”? La gente a quién Él habla estas palabras hacía milagros, echaba fuera demonios y obraba muchos prodigios en Su nombre. ¿Cómo es posible que Dios no los conociera? No permanecían en Él y Él no era la fuente de vida íntima de ellos.
Ellos pensaban para sí mismos, “¿Qué haría Jesús?”, y salieron y lo hicieron. ¿Recuerdas a los siete hijos de Esceva en el libro de los Hechos? Estaban echando fuera demonios en Su nombre también, pero no por la misma fuente de vida que Pablo y Jesús conocían. Los demonios también lo sabían y dijeron, “A Jesús conocemos y a Pablo también, pero, ¿quiénes sois vosotros?”. Según Jesús, “Separados de mi, nada podéis hacer”.

¡Cuando miras toda la división y denominacionalismo parece que algunos de los que han sido bautizados no fueron bautizados EN CRISTO! De hecho, muchos no se han REVESTIDOS DE CRISTO. Nos “revestimos unos de otros”, queriendo llevar Su nombre sin ser vestidos en EL. No sorprende que nuestra armadura sea tan escasa contra las asechanzas del enemigo y que haya tanta división en la iglesia.

¿Puedes ver como nosotros, que somos parte del pensamiento de la iglesia moderna, nos quedamos tan escasos de la gloria del Cristo permanente? Siempre estamos colocando el reino en otro tiempo o en otro lugar. Corremos de mar en mar buscándole a Él y a su manifestación, cuando todo el tiempo Él nos ha advertido, “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.” (Lucas 17:20-21). ¡El Rey y el Reino están dentro de TI! No dejes que el enemigo y sus barracas de feria te roben lo que te pertenece en tu permanencia en Cristo.

Aquí hay otra manifestación de esta forma de pensar de “en otro sitio” y “en otro tiempo”:
“57 Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.” (Mateo 3:57-58)

¿Por qué sucede que un hombre prácticamente ignorado en su propia ciudad natal sin embargo tenga credibilidad si viaja a una distancia de unas cuantas millas? ¿Por qué sucede que cuando Dios levanta a un profeta entre nosotros, decimos, “No es éste el hijo del carpintero y no son éstas sus hermanas”…? “¿De dónde sacó éste todas esas cosas?”

Quizás es que sabemos que el hombre de fuera no se va a quedar mucho tiempo y que se puede falsificar el ser cristiano durante un plazo breve de tiempo hasta que se marche. Quizás nos figuramos que no se quedará lo suficiente para ver quienes somos REALMENTE fuera de Cristo, mientras que el profeta local lo sabe todo muy bien y es una viva acusación de todo aquello de lo que nos hemos quedado cortos. Y así, es más seguro dejarlo en su cueva, sin ser reconocido por nadie.

¿Recuerdas las palabras del apóstol Pablo? “…conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:20,21).
Porque para mí el vivir ES Cristo. La pérdida de la esencia de mi vida es ganancia. La forma de pensar que tenemos los cristianos modernos me recuerda a un país y a una canción del oeste con una letra que dice, “todo el mundo quiere ir al cielo pero nadie quiere morir”.

Muchos quieren Su nombre, quieren que se piense de ellos como “buenos cristianos”, pero no quieren caminar por el camino de la cruz, entregando sus propias vidas para tener la vida de Jesús y la participación de Sus padecimientos.” No quieren ser rechazados ni por el mundo ni por la iglesia mundana. El precio es demasiado alto. Caminar con Dios puede ser peligroso para nuestras vidas mundanas. ¿Os acordáis de Enoc?

Cuando Felipe le pidió a Jesús que le mostrara al Padre, ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? “¿Tanto tiempo he estado con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mi, ha visto al Padre.” Jesús también dijo a Sus discípulos, “suficiente es para el discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor”.

Vuelve al versículo de Oseas con el que empezamos:
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”

¿Por qué dice que VIVIREMOS delante de Él? ¿No es de prever este resultado? El Señor aquí está diciendo más que simplemente estaremos “yendo al cielo”. Jesús dijo, “Yo hago las obras que veo hacer a Mi Padre.” Jesús tenía una visión espiritual especial. El anduvo en esa visión. Moró en esa visión. Tenía la visión del Padre de forma que Le fue fácil ver como Dios veía y hacer como Dios hacía.
La promesa también es para nosotros. Hoy es el día en el que moraremos en SU visión (delante de Él). El Reino está en medio de nosotros.
Señor, haz por nosotros lo que hiciste por el siervo del profeta. Abre nuestros ojos para que podamos ver lo que estás haciendo y creer en Ti y en Tu poder como nuestro único fluir de vida. Amen.

VENDRA A NOSOTROS COMO LA LLUVIA - Michael Clark y George Davis

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry