Charles Elliott Newbold, Jr.
El surgimiento de los crucificados es al mismo tiempo, la abolición de las obras muertas. Todo aquello que se consigue por medio de ellos, será conseguido desde el reposo.
“Queda pues, un reposo para el pueblo de Dios.” (Heb. 4:9).
El autor de Hebreos esta preocupado de que sus lectores pudieran seguir el camino de sus padres (Israel), que murieron en el desierto y no entraron en su reposo prometido por causa de incredulidad (Heb. 3:16-19).
Pero Dios había prometido un reposo para Su pueblo. Dios no puede echarse atrás de Su Palabra. De este modo, si fracasaban en entrar, había reservado un pueblo que entraría en Su reposo, que cumpliría Su promesa. “Queda pues, un reposo para el pueblo de Dios”.
¿Qué es este reposo y como entramos a él? Sin duda alguna, todos sentimos el cansancio de nuestras obras. Frecuentemente sentimos que nuestras obras están muertas. La única manera de mantenerlas vivas es mantenerlas vivas. Aquello que es de Dios no tiene que ser mantenido vivo por nuestras fuerzas. No tenemos en absoluto capacidad para producir nada digno para Dios por nuestras propias fuerzas. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6).
Fe y Reposo
Existía la posibilidad de que estos creyentes en Cristo Jesús también se apartaran del Dios vivo por la incredulidad que el escritor afirma que refleja un corazón malo (Heb. 3:12).
“Porque somos hechos participantes de Cristo”, dice el autor, “con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio” (Heb. 3:14).
Esta amenaza es tan real en la opinión del escritor de Hebreos que les pide que teman, no sea que alguno de ellos no alcance este reposo (Heb. 4:1).
Vemos aquí la relación entre reposo y fe. El hecho es que el “reposo” de Dios es el resultado directo de tener fe en Dios. Porque el que está fuera del reposo, está fuera de la fe. Cuando alguien está en la fe—es decir, descansando en la obra terminada de Dios—está en la mejor posición para agradar a Dios. Porque sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6).
Las buenas nuevas de Dios fueron predicadas a nosotros, nos explica el autor de Hebreos, como lo fueron a ellos, refiriéndose a los padres israelitas en el desierto. Tenían el testimonio de Dios dado a ellos por medio de Moisés. Pero la palabra que escucharon no les fue de provecho, no les llevó al reposo prometido, porque no mezclaron lo que escucharon con fe (Heb. 4:2). Porque nosotros los que creemos entramos en ese reposo.
Muchos afirman creer, pero no están en reposo. Dicen que creen que Dios está en el trono, pero no viven sus vidas conforme a eso. Viven en temor, preocupación, ansiedad, desánimo, y cosas semejantes. Luchan por hacerse un camino para ellos mismos como si pudieran ordenar sus propios pasos. Tiran, aflojan, agonizan para manipular las circunstancias hasta que esas circunstancias concuerdan con su plan. Mienten, engañan, roban, hacen lo que sea para tratar de salir adelante. Pero todas esas cosas son las obras de incredulidad. ¡Como si Dios no pudiera!
Fe y la obra terminada de Dios
El autor de Hebreos quería que Su audiencia y nosotros mismos hoy tuviéramos fe en la obra terminada de Dios, que fue terminada desde la fundación del mundo (Heb. 4:3b). Si Dios ha reposado de Sus obras, ¿Por qué estamos como un plan al respecto?
Una vez en el pasado, estaba intentando por todos los medios hacer algo desesperadamente para Dios en mis propias fuerzas. Todos queremos hacerlo. Y el Espíritu del Señor me testificó: “Cuando tú trabajas, Yo descanso. Cuando tú descansas, Yo trabajo.”
Cuando entramos en la fe, sabiendo que Dios conoce el fin desde el principio, que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios ordenó para que anduviésemos en ellas” (Efe. 2:10). Y que “todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios, a los que son llamados conforme a Su propósito” (Rom. 8:28), entonces obedecemos la voz del Maestro, “No os afanéis por vuestra vida…” (Mat. 6:25-34).
Marcos 11:22 dice, “Tened fe en Dios”. Muchos lo han tomado como que hemos de tener fe en Dios para conseguir cosas—todo lo que queramos. Este énfasis en la fe por cosas, ha sido tan desgastado, que algunos están intentando tener fe en la fe.
Hay un recibir de Dios que resulta de nuestra participación en Dios. Porque cuánto más y más llegamos a conocerle, conoceremos Su corazón, Su voluntad, Sus caminos y eso es lo que pediremos.
Pero el énfasis, creo, en Marcos 11:22-24 está “en Dios”. Tened fe en Dios. Punto. Tened fe en sus obras acabadas. Creed la palabra de Dios, pues la palabra de Dios es la voluntad de Dios. La palabra de Dios es la expresión de Su corazón. La palabra de Dios es Dios expresado en palabras. Su palabra debe ser cumplida. Será la consumación, el resumen de todas las cosas en Él (Efe. 1:10).
Fe y obras muertas
La fe que hemos de tener que nos lleva a ese reposo prometido, no se consigue fácilmente. “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (Heb. 4:11).
El hecho es que nuestra naturaleza de hombre de carne está caída y aún se halla bajo la maldición de las obras. No podemos imaginar un evangelio que no requiera algunas obras por nuestra parte. Tenemos que trabajar para permanecer en la fe y en el reposo.
La mayor parte del empuje del Cristianismo institucional se basa en obras. A los creyentes se les hace sentir culpables si no operan conforme a las normas, reglas, doctrinas, tradiciones y muchas expectativas no escritas que son puestas sobre ellos por los que quieren controlarlos y poseerlos. Están bajo la letra de la ley en sus propias iglesias y han suprimido en ellos la vida del Espíritu.
Jesús, nuestro reposo del Sabbat
Pero está surgiendo un pueblo que está mirando hacia Tabernáculos, que están entrando en el Lugar Santísimo—entrando en ese lugar de fe absoluta en Dios—entrando en ese reposo prometido.
No están interesados ya más en obras por causa de las obras. No tienen agenda propia que quieran promocionar. No tienen nada del yo qué ganar. Su preocupación por completo es buscar la voluntad de Dios y hacerla.
Cuando nosotros obedecemos diligentemente la palabra del Señor, descubriremos que Él, el Espíritu de la verdad, el Consolador, siempre nos llevará al reposo. Nos llevará a Jesús, que se ha convertido por nosotros en nuestro reposo del Sabbat.
Más que ninguna otra cosa, Jesús quería apuntar que Él era el cumplimiento del Sabbat de Dios. Él era el cumplimiento de toda la Ley y los profetas. Todo lo que los profetas dijeron sobre Dios se completó en Jesús, que era Dios.
El ejemplo clásico de esta declaración lo encontramos en Mateo 12:1-8. Jesús y Sus discípulos pasaban por un campo de grano, y estando hambrientos, comieron de ello. Los Fariseos los vieron y preguntaron a Jesús por qué hacían lo que no era lícito hacer en el Sabbat. Él les contestó declarando que Él, el Hijo del Hombre, es el Señor incluso del día del Sabbat.
Jesús es el reposo del Sabbat para todos aquellos que creen en Él, para todos los que ponen su confianza en el hecho de que en la cruz, Él terminó la obra de Dios.
Quedan aún en la Cristiandad los que debaten todavía si deberíamos ir a la iglesia y adorar a Dios en el sábado, siendo éste el Sabbat, o el domingo, el día de Su resurrección.
Fracasan en el reconocimiento de que primero que nada, la iglesia es el pueblo de Dios y no un lugar dónde ir, y después, en que Dios no está buscando adoradores de sábado o de domingo solamente. “Viene la hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre busca que tales adoradores Le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad [no en legalismo] es necesario que adoren.” (Juan 4:23-24).
Nosotros somos el templo del Espíritu Santo. Somos santuarios vivientes y movibles en los que el Dios todopoderoso ha tomado residencia para que podamos ser linaje escogido, real sacerdocio, nación santo, Su pueblo escogido y peculiar—para que anunciemos las virtudes de Aquel que nos llamó de la oscuridad a Su luz admirable (1ª Ped. 2:9).
Cuando Dios dio a Moisés instrucciones para la observancia del Sabbat y de las fiestas anuales, repetidamente los llamó al reposo. Seis veces distintas les ordenó en Levítico 23, “Ningún trabajo harás”… “Servil” sugiere la característica del comportamiento sometido de un esclavo. El término tiene un uso religioso. Hablaba del servicio o de la adoración de Dios.
El Antiguo Testamento es el tipo en el ámbito natural de todo aquello que se volvió realidad espiritual en el Nuevo Testamento. Jesús se hizo por nosotros nuestro reposo del Sabbat, y entramos en ese reposo estando en Él cada día de cada semana.
Fe y Obediencia
Ahora más que nunca, si alguna vez hemos esperado estar en compañía de los crucificados, tendremos que entrar en el reposo del Sabbat.
Entramos a ese reposo mediante la obediencia radical al Espíritu de Dios. Obedecer radicalmente es creer radicalmente y confiar en Dios hasta el punto de parecer locos al mundo.
Josué recibió la enorme tarea de tomar la fortaleza de Jericó. No había forma ni ingenio en las fuerzas humanas para que él consiguiera esta tarea. Pero Dios le hizo una demanda ridícula.
Dios le dijo que fuera contra Jericó, que había dado a Jericó en sus manos (Jos. 6:2). Josué tenía la palabra de Dios antes de tenerla en el ámbito de lo natural. Pero eso era lo único que necesitaba. Conocía a Dios. Tenía relación con este Dios. Sabía que la palabra de Dios era Su promesa, que era algo certero.
Había de marchar durante seis días alrededor de la ciudad, una vez por día. Los sacerdotes debían llevar las siete trompetas de cuernos de carnero y salir delante del arca del Pacto. El arca del pacto era la presencia de Dios. Donde Dios está, ahí está el poder de Dios.
Después, en el día séptimo, habían de rodear la ciudad siete veces y los sacerdotes habían de tocar las trompetas. Cuando el pueblo escuchó el largo toque de las trompetas, los muros se vinieron abajo.
Definitivamente, había algo que ellos tenían que hacer, y algunos podrían haberse cansado caminando y esperando siete días, pero comparado con la tarea que tenían por delante, tomaron la ciudad en reposo. Dios hizo toda la obra. Ellos simplemente tenían que obedecer.
A lo largo de las escrituras, una vez tras otra vemos el poder de Dios liberado a través de la obediencia. La obediencia, la fe, el reposo, son meramente sinónimos—formas distintas de decir una misma cosa.
Siempre habrá directrices para que las obedezcamos, pero siempre nos serán dadas en la gracia y en la unción del Espíritu Santo. A quién Dios nombra, Él lo unge.
Si nos encontramos a nosotros mismos en “esclavitud”, haciendo un trabajo servil en temas espirituales, vamos a encontrarnos con el desagrado de nuestro Dios. En un momento dado, Dios advirtió de que cualquiera que fuera hallado haciendo trabajo en el Día de la Expiación, sería destruido (Lev. 23:30). ¿Por qué? Porque Jesús expió los pecados del mundo. No podemos trabajar para ganar nuestra expiación (o salvación).
“Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe…” (Efe. 2:8). Nunca podemos apartarnos de este pasaje. Yo lo llamo la plomada del evangelio. Si un hombre le añade cualquier cosa o intenta quitar algo de ello, es del grupo de la circuncisión—un Judaizante moderno.
En Levítico 23, la versión King James de la Biblia traduce como “servil” como “cotidiano”. “No harás trabajo cotidiano…” Estoy a favor de la forma como es que traducido por la American Standard: “No harás trabajo laborioso….”
Si alguien en Cristo tiene más que hacer qué tiempo para hacerlo, algunas de esas cosas no son del Señor. Estará en falta de reposo y fuera de la fe. Está metido en obras muertas—madero, paja y hojarasca para ser echados en el fuego y quemados.
Las únicas obras duraderas de oro y plata surgen del fuego de la obediencia del refinador. Dios está trabajando, trayendo a la realidad aquello que ya ha sido acabado.
“Procuremos, pues, entrar en aquel reposo…” (Heb. 4:11).
Obedécele explícitamente en todo.
Vive la vida crucificada para que la gloria del Señor pueda ser revelada en y a través de ti en esta hora final antes de que Él venga.
“Los Crucificados” – Charles Elliott Newbold, Jr.
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