No encajo. ¿Hay alguien más por ahí que se siente de la misma manera? Cada vez que hablo con el padre acerca de esto, El me dice: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. (Luc. 9:58)
Me tomó un tiempo entender lo que este pasaje estaba diciendo. Jesús, dirigiéndose a un hombre que le dijo “Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”, revela lo que iba a significar seguirlo, ¡aquellos que elijan seguirlo no tendrían un lugar al cual llamar casa!
Jesús está diciendo a este hombre que no habría más ningún lugar donde él se pueda sentir como en su casa; ningún lugar donde pueda recostar su cabeza; ningún lugar para descansar; ningún lugar donde se sienta aceptado por este mundo. ¡ESTE es el costo de seguir a Jesús!
NO ENCAJO EN NINGÚN LUGAR. ¿Hay alguien más por ahí que se siente de la misma manera? Yo ciertamente no encajo más en el mundo, pero lo que ha sido difícil para mi es el hecho que yo no encajo en ninguna de las iglesias establecidas.
No encajo bajo la sombrilla del Evangelismo porque ellos han abrazado un evangelio de livianas creencias que deja la convicción del Espíritu Santo fuera del proceso de redención. No puedo vivir en el campamento de la Reforma porque yo creo que su enseñanza de elección incondicional está vacía de la respuesta de fe que Dios requiere de aquellos que entren en el pacto con El.
No puedo establecerme con los Católicos, Iglesia de Cristo, o Metodistas porque yo creo que la regeneración bautismal es ajena a la Escritura.
Tampoco estoy cómoda en los grupos que están saliendo de las denominaciones establecidas, tal como el emergente movimiento o simples grupos de iglesias; son demasiado liberales para echar brotes que han crecido acostumbrados a alimentarse de la carne de la palabra. Tristemente. No tengo lugar donde recostar mi cabeza…
Personas bien intencionadas continúan diciéndome de la necesidad de una iglesia en la casa. Mientras efectivamente, YO DESEO un lugar donde me pueda sentir en mi casa, la pregunta permanece:
¿Jesús nos prometió una “iglesia en la casa”? ¿Nos prometió El una comunidad confortable donde seríamos aceptados y amados, donde “todos saben su nombre y siempre están felices que haya venido”? ¿O Jesús nos dijo que el camino era angosto y pocos serían los que lo hallen; que aquellos en el camino estrecho serían perseguidos, odiados, abofeteados, y aborrecidos?
Amigos, me doy cuenta que esta es una idea radical, pero Cristo no prometió y la Escritura no enseña el concepto de una iglesia en la casa. Más bien, Jesús nos dijo abiertamente que El no tendría UN LUGAR DONDE LLAMAR CASA.
Si bien es cierto que los primeros cristianos estaban todos juntos y tenían todas las cosas en común, Hechos 8:3,4 nos dice que los seguidores de Jesús pronto fueron dispersados a los cuatro vientos debido a la persecución, predicando la palabra dondequiera que iban.
Tal como viajó Abraham, o vivió como extranjero, en la tierra de la promesa como si fuese tierra ajena (Heb. 11:9), estos primeros cristianos se unieron a los que fueron antes que ellos en ser extranjeros y peregrinos en la tierra (Heb. 11:13).
Peregrino significa “un extraño, un viajero, no uno que simplemente está pasando de largo, sino un extranjero que se ha establecido - si bien por un corto tiempo - al lado o entre los nativos de ese lugar” (Zodhiates, 2000, #3927). Es como si nosotros que seguimos a Cristo viviésemos en un país extranjero, sin conocer su idioma o sus costumbres.
Si bien nos las arreglamos para existir, siempre nos sentimos como “el extraño señor de afuera”. No importa cuanto tiempo vivamos en esta tierra ajena, siempre nos vamos a sentir fuera de lugar entre los nativos y nuestros corazones nunca van a cesar de desear estar en casa.
Y así es nuestra travesía aquí en la tierra; los que de nosotros seguimos a Cristo somos residentes extranjeros que nunca vamos a dejar de desear nuestra propia patria; una patria celestial (Heb. 11:16) donde verdaderamente vamos a ENCAJAR.
En mi caso, me siento muy fuera de lugar guiada por un deseo malo por un lugar terrenal al cual llamar casa. El Señor usa Hebreos 13 para revelar el codicioso deseo de mi corazón:
- Hebreos 13:5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré…
La mayoría de la personas piensan que este versículo se refiere al codiciar del dinero o cosas, y es cierto que no debemos codiciar esas cosas. Pero mi deseo era una codicia por “comunión” y el verso me instruye a estar contenta con lo que tengo. ¿Qué es lo que tengo? Maravilla de maravillas, este verso me dice: “porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré…
Hebreos 13:13 prosigue diciendo: “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio.” En el Viejo Testamento, los pecadores eran echados “fuera del campamento”.
Ellos eran echados por la comunidad, detestados y considerados inmundos. Jesús también fue tratado de esta manera, y fue crucificado fuera del campamento así como los inmundos eran apedreados fuera de la ciudad. Como sus seguidores, llevamos su vituperio:
- Salmo 69:7-9 Porque por amor de ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro. Extraño* he sido para mis hermanos, y desconocido** para los hijos de mi madre. Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.
* Extraño significa “sé un extranjero, por ejemplo, no estar en el mismo grupo cultural del área, y de esta forma ser un extranjero para la sociedad (Swanson, LN. 11.55-11.89, 1997).
**Desconocido significa “extranjero, extraño, por ejemplo, pertenecer a eso que no es del mismo clan, vecindad o religión como el que habla y así no estar en cercana asociación o asociación limitada (Swanson, LN. 34.40-34.41, 1997).
Nosotros, Sus seguidores, llevamos su oprobio fuera del campamento, echados de la comunidad. Aun Pablo fue detestado, perseguido, y no tenía “morada fija” (1 Cor. 4:11-12). El fue desamparado por todos; solo el Señor estuvo a su lado (2 Tim. 4:16-17).
¿Pensamos que las cosas van a ser muy diferentes para nosotros? Hebreos 13:14 nos dice incuestionablemente: “porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”.
Aquí no tenemos ciudad permanente, no tenemos una morada fija permanente, no tenemos UN LUGAR DONDE LLAMAR CASA, sino que buscamos la por venir. ¡No nos desesperemos, porque buscamos una ciudad permanente por venir; una morada permanente, una ciudad segura cuyo arquitecto y constructor sea Dios (Heb. 11:10)!
Nuestro viaje no nos lleva a la montaña que se podía tocar, sino “al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…” (Heb. 12:22-23).
EL CUERPO DE CRISTO ESPARCIDO A TRAVÉS DEL MUNDO
¿Cómo concuerda este concepto de sin lugar para una casa con la figura que el Nuevo Testamento que nos da de un unido Cuerpo de Cristo?
El Cuerpo de Cristo no tiene una unión física, sino una comunión con Cristo (1 Cor. 1:9 1 Jn. 1:3) y una unidad del Espíritu (Ef. 4:3).
Si bien somos pocos, somos parte de este Único Cuerpo ya sea que en este mundo estemos esparcidos. Pero debido a que somos pocos, las posibilidades de que encontremos otros miembros del Cuerpo cerca de nuestros lugares de morada terrenal son pocas, haciendo de este mundo un lugar solitario para el Remanente.
Jesús enseñó una parábola acerca del Reino de los Cielos en la cual El usó el trigo y la cizaña para ilustrarnos este principio. Mucha gente cree que esta parábola enseña que siempre habrá hasta el fin cizañas en la iglesia.
Pero no hay cizaña en la verdadera iglesia de Cristo, y la parábola no dice que el campo sea la iglesia; mas bien dice que EL CAMPO ES EL MUNDO (Mat. 13:38).
La parábola enseña que el Reino de los Cielos crece EN MEDIO DEL SISTEMA MUNDIAL.
El Hijo del Hombre siembra la buena semilla, el diablo siembra la semilla de la cizaña, y ellas crecen juntas en el mundo. Al final, la cizaña es juntada y quemada, pero el trigo será JUNTADO y puesto en el granero (Mat. 13:30). El punto de esta parábola no es que haya cizañas en la iglesia de Cristo, ¡sino que Su iglesia crece como trigo en medio de un mundo lleno de cizañas!
Jesús oró por nosotros en Juan 17 debido a esta específica situación. El dijo que no somos de este mundo, así como él no era de este mundo (v.14-16). Pero así como Jesús fue enviado al mundo, así también EL NOS ENVIO AL MUNDO (v.18).
El mundo nos aborrece porque estamos unidos a Cristo (v.14), pero somos enviados al mundo para vivir como residentes extranjeros para que el mundo vea la diferencia y crea (Juan 17:21).
Jesús continúa en Mateo con otra parábola sobre el Reino de los Cielos:
- Mateo 13:47-49 Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos…
No vamos a ser recogidos todos juntos en nuestra propia ciudad, la Nueva Jerusalén, hasta que Cristo regrese. En ese tiempo, “enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos…” (Mat. 24:31; Mr. 13:27). Hasta ese gran juntar, continuaremos siendo extraños y extranjeros en el mundo, SIN LUGAR TERRENAL AL CUAL LLAMAR CASA.
Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido. (Is. 35:10)
¡Amen, sí, ven Señor Jesús!
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