Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


31 de marzo de 2013

LA CRUZ NUNCA FUE UN SIMBOLO DEL CRISTIANISMO BIBLICO


 Por Jack Fleming                                                                                   
En todos los registros arqueológicos que se han encontrado correspondientes a la época del cristianismo primitivo, incluyendo todos los dibujos que se han hallado en las catacumbas donde se reunían los cristianos en los primeros siglos, jamás aparece ninguno que haga alusión a una cruz.

En la Biblia toda mención que se hace a la cruz, es para describirla como objeto de maldición, de ningún modo como objeto de culto o adoración. Gal. 3:13 “porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero”.
Es más, la Palabra de Dios condena enfáticamente todo aquello que sea confeccionado por el hombre como objeto de culto, porque Dios es Espíritu y no puede ser representado por elementos materiales.

El Señor reprende duramente en muchos pasajes de la Biblia, la necedad del corazón idolátrico del hombre de querer hacerse objetos de culto y adoración de diferentes materiales, solamente citaré uno como ejemplo: Is. 44:10-20
“¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.

El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.

De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú.



No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?”.

La cruz como objeto de culto y fetichismo aparece solamente cuando comienza el catolicismo romano con Constantino en el siglo IV, quién además de soldado fue un hábil político y líder. Para lograr su objetivo de conquistar Roma, dijo que Dios le había mostrado a través de una visión un símbolo por medio del cual le otorgaría una aplastante victoria, era una cruz, la cual la hizo pintar en todos los escudos y uniformes de sus soldados, quienes fortalecidos con esa superstición pagana arrasaron al día siguiente la ciudad de Roma, permitiendo a Constantino hacerse de tan importante e influyente poder que cambiaría el curso de la historia.
Ese símbolo de la cruz ha acompañado a lo largo de los siglos el poder de Roma. Tal es así, que durante la época de las sangrientas y brutales guerras de conquista que inició la iglesia católica durante las “cruzadas”, que se extendieron durante varios siglos, a todos sus soldados se les conocía precisamente como “los cruzados”.

Porque ese símbolo de la cruz que impuso Constantino, continuó siendo utilizado con fines fetichistas y supersticiosos para lograr sus cruentas victorias, que como bien sabemos, estaban bañadas en sangre y acompañadas del pillaje y saqueo.
El papa León IX dio ejemplo al marchar al frente de las tropas con las que esperaba derrotar a los normandos. Todas esas guerras de conquistas de territorios que Roma reclamaba como “propiedad de San Pedro”, contaban con la bendición y apoyo de la iglesia católica, donde el símbolo de la cruz continuó explotándose con gran eficacia. Posteriormente la cruz también fue incorporada en los cultos esotéricos por los adoradores de Satanás, pero ellos la usan invertida.
Aunque en el catolicismo también se emplea de esa manera por todos aquellos que hacen “la señal de la cruz” al persignarse. Inician su rito ceremonial con la mano sobre la frente, luego la llevan hasta el centro del pecho, para continuar tocándose el hombro derecho y posteriormente el izquierdo, formando una perfecta cruz invertida.         

Este signo satánico ha sido una práctica impuesta por todos los papas y usado por los católicos en todo el mundo hasta nuestros días. (Puede leer más sobre este tema en el libro “Expediente 666″ Cap. 3).

Aunque lamentablemente en la “alquimia” religiosa que impera en nuestros días, impulsada por el ecumenismo que presentó la iglesia católica en el concilio del Vaticano II por medio de Juan Pablo II, los “nuevos” evangélicos (los Pentecostáles y carismáticos en general) que han aceptado integrarse a esa unión poligámica con Roma, también han comenzado a colocar una cruz en sus templos, sin embargo muchos de ellos han preferido colocarla inclinada, como cayéndose del tejado.

Antiguamente los ladrones colgaban de las cruces, hoy las cruces cuelgan de muchos de ellos. Pero el cristiano que desea agradar a ese Dios que es Espíritu y Verdad, el que nos presenta la Biblia; naturalmente que no participará ni se congregará donde se exhiben esos objetos, símbolos ajenos y contrarios a la enseñanza de la Palabra de Dios.

La Cruz Nunca fue un Simbolo del Cristianismo Biblico - Por Jack Fleming     

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry