George Davis y Michael Clark
“Cuando Cristo llama a un hombre, le ordena a venir y a morir”. Dietrich Bonhoeffer (El costo del Discipulado)
Hacia el final de su ministerio, Jesús comenzó a mostrar a sus discípulos que tendría que ir a Jerusalén y sufrir mucho por causa de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas. Entonces sería matado, pero resucitaría al tercer día (Mateo 16:21). En reacción a esta revelación, Pedro tomó al Señor a un lado y le reprendió diciendo, “Lejos de ti, Señor. ¡Que nade de esto te suceda!” Pero Jesús se volvió y le dijo, “¡Apártate de Mí, Satanás! ¡Me eres tropiezo porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres!” (v.23) Entonces Jesús dijo a sus discípulos, “Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mi causa, la hallará” (v. 24-25).
No fue Pedro quien disuadió a Jesús de su misión. Jesús reconoció esto. Era Satanás el que buscaba apartar a Cristo de abrazar la cruz y salvarse, deseando las cosas de los hombres. Incluso estando colgado de la cruz, Satanás se burló de él a través de los gobernantes religiosos, diciendo, “Tú que destruyes el templo y lo edificas en tres días, ¡Sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡Bájate de la cruz!” (Mateo 27:40).
Nada puede servir mejor a los propósitos de Satanás. Querido cristiano, Satanás viene a nosotros con mucha frecuencia a través de cristianos bien intencionados, como Pedro y otros, tentándonos a evitar lo desagradable de la cruz, y en muchas formas, a salvarnos a nosotros mismos. Recuerda las palabras de Cristo, “El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará” (Mateo 10.39).
“¡Sálvate!” El mensaje de Satanás al hombre nunca ha cambiado. El conoce la naturaleza que ha puesto en el hombre con ese árbol prohibido. Cuando estaba discutiendo con Dios sobre el destino de Job, apeló a esta naturaleza innata que tiene el hombre caído de salvarse a si mismo, “Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.” Es esta auto-preservación del hombre natural lo que está en directa enemistad contra Dios y contra Su reino. Hoy día buscamos salvar nuestras vidas más que nunca. Nos dedicamos a encontrar nuestras vidas en una identidad y prosperidad en las cosas de este mundo.
Pasamos años edificando nuestras carreras terrenales. Apartamos grandes sumas de dinero para nuestra jubilación. Muchos de nosotros pagamos fortunas en seguros tratando de acumular mucho para enfrentarnos a cualquier desastre imprevisto que pudiera sucedernos. Este no es ni el camino de la fe en Cristo y Su Reino, ni un abrazar la cruz. Jesús nos dice a nosotros una vez más, como al Pedro caído, “¿Me amas más que éstos?”
La Cruz y el Fruto - George Davis y Michael Clark
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