Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


9 de mayo de 2013

"PERO NO YO"


 Davis y Clark                                                                          

Pablo santificó al Señor en su corazón afirmando la gloria de Dios y Su poder en cada área de su vida, dando todo el crédito al Señor. “Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Pablo hizo repetidas referencias al hecho de que la gracia de Dios era quién hacía la obra. Reconoció que todo lo que era y hacía era resultado directo de la gracia de Dios. “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” (1ª Cor. 15:10).

Biblia Ampliada traduce así Filipenses 2:13:

[No en vuestra propia fuerza] porque es Dios quien de forma efectiva está todo el tiempo obrando en vosotros [trayendo el poder y creando en vosotros el poder y el deseo], de querer y de hacer para su buen placer, satisfacción y deleite. (Filipenses 2:13).

Aquí vemos que somos llamados a vivir y a obrar por la vida de otro. “Pero no yo, sino Cristo.” Esto es lo que significa santificar al Señor Jesús en nuestros corazones. Es reconocer que lo que somos y todo lo que llegaremos a ser, depende solo de la gracia de Dios.

Hasta que no cesemos de nuestras obras y santifiquemos al Señor en nuestros corazones y en nuestras vidas, dejando que Él nos llene del poder y cree en nosotros el poder y el deseo, no podremos entrar en Su reposo. Él sólo es satisfecho por la operación efectiva del Espíritu de Dios dentro de nosotros. Cuando podamos decir desde nuestro corazón, “pero no yo, sino Cristo… no yo, sino la gracia de Dios”, seguiremos gloriándonos en nuestra carne, jactándonos, “hemos de… hemos de… hemos de…producir.”

Hasta el lirio del valle que ni trabaja ni hila, es un testigo y un testimonio del cuidado y la provisión de Dios. Ni siquiera Salomón se vistió como uno de ellos. Pero es un testimonio mucho mayor de Su poder, de Su victoria y de Su gloria ante todos los que tengan ojos para ver, aquellos que son transformados por la operación de Su enorme poder, de cuyo interior fluyen ríos de agua viva. ¡Estos santifican al Señor! ¡Estos entran en Su reposo! Cada área de Sus vidas lo atestigua plenamente, “pero no yo, sino Cristo”. Santificar al Señor Jesús en nuestros corazones es dejar la prueba completa de Su victoria y señorío en nuestras vidas por Su Espíritu de poder. No es por obras, sino todo de gracia, “pero no yo, sino la gracia de Dios… no yo sino Cristo”. Hasta que no aprendamos lo que significa “vivir por la fe de Jesucristo” en lugar de nuestra propia veracidad, no podremos entrar en el reposo de Dios.

De la Ley al Reposo - G.Davis y M.Clark                                          
 

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry