Ahora bien, podemos considerar estas verdades respecto de la gran batalla a la que la iglesia se enfrenta en esta hora a la luz de los propósitos eternos de Dios para Su Hijo, el Señor Jesús.
Es evidente que todos los “vientos de doctrina” que están siendo actualmente soplados por chubascos tormentosos en los flancos de la Cristiandad, son un intento, a veces demasiado obvio y en otros casos, mucho más sutil, de apartarnos del enfoque del bendito Hijo de Dios y la eterna pasión del Padre. ¿Su pasión? Formar una ayuda “idónea”, una amada mujer en quien el Hijo encontrara una compañía adecuada por toda la eternidad.
¿La estrategia del enemigo? Hacer que la amada de Su Hijo, la iglesia, ofrezca algo de la tierra, algo del polvo de esta vieja humanidad caída, como una descarada burla del bendito Hijo de Dios y de su sacrificio expiatorio—¡Una burla del hecho de que lo que Él es como la vida de resurrección es lo que la iglesia ha de ser! ¡De qué forma tan profunda ha afectado esta estrategia satánica a las vidas del pueblo del Señor!
En el principio, cuando Dios creó a Adán, Él nos estaba dando una figura, un cuadro de Aquel que había de venir. Entonces Dios habló a Adán algo de profunda importancia, particularmente a la luz de la eterna verdad que entonces solo estaba siendo prefigurada. Leemos en las Escrituras: “el Señor Jehová dijo: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea.” (Gén. 2.18).
He aquí una profunda visión del propósito eterno y del plan del Padre respecto de Su Hijo. ¡Dios mismo dice que no es bueno que el hombre Cristo Jesús esté solo! ¡Qué penetrante! ¡Qué profundo! Dios dice entonces, “¡Le haré una ayuda idónea!” Fíjate que Dios dice que Él haría una para Su Hijo.
El hombre no tiene parte ni en la formación ni en la madurez de la ayuda idónea que está siendo preparada para el bendito Hijo de Dios. Las manos del hombre no jugarán ningún papel en toda esta obra. Lo mejor sería que nosotros estuviéramos tan fuera del cuadro, tan apartados de la esfera de la obra de Dios como pudiéramos, para asegurarnos de no tocar la obra de Dios en la formación de la compañera para Su Hijo.
Con tanta frecuencia nos entrometemos en el camino, tanto en nuestra propia vida como en las vidas de los demás, y tenemos que sufrir alguna disciplina muy dura de Dios para apartarnos de en medio, puesto que la obra completa de nuestra transformación en una compañera apropiada para el Rey de Gloria, ¡Es absoluta y exclusivamente Su obra, desde el principio hasta el fin, y pasando por en medio de todo ello!
Después de decretar Dios su intención de que el hombre tenga una ayuda, la Escritura atrae nuestra atención hacia todas las cosas que fueron formadas de la tierra, y leemos en los versículos 19 y 20 que las muchas criaturas vivientes que Dios formó, todas pasaron junto a Adán y a cada uno les dio un nombre.
Sin embargo, el versículo 20 dice, “pero para Adán no se encontró una ayuda idónea”. Amados, aquí vemos la verdad más importante: todo lo que procede de la tierra, y era del polvo de la tierra, ¡Nada de eso era adecuado como compañera, ni de ayuda para Adán!
En todo esto vemos una gran verdad, que Dios no encontrará ni podrá usar nada para Él mismo, o para el deleite de Su Hijo—en lo que se refiere a las cualidades de una verdadera compañera, una ayuda idónea, una amada esposa por toda la eternidad—que se origine de todo aquello terrenal que somos en nuestra vida natural, o cualquier cosa que proceda de nuestra naturaleza,
¡No importa lo religioso o hermoso que aparente ser! La naturaleza esencial y el carácter de la amada compañera del Señor Jesús será completamente libre de cualquier cosa que se origine en el hombre, sea o no religioso— ¡una clase de vida completamente distinta!
Recuerda, Dios tomó algo de Adán para formar a Eva, y de la misma forma, la iglesia ha de ser formada enteramente de lo que Cristo ha plantado en ella. Ha de ser una réplica exacta de SU misma naturaleza y carácter.
La vida natural tiene una clase de fuerza vital tras de sí, mientras que la vida espiritual del Señor Jesús es completamente distinta. Pablo dijo, “Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.” (1ª Cor. 15:49). De la misma manera que en nuestra carne somos exactamente iguales que Adán, un día, mediante el proceso de transformación por la transfiguración, seremos como el último Adán.
.. “Porque le veremos tal y como es Él.” (1ª Juan 3:2b). Toda la creación espera este día la revelación de los hijos de Dios, ¡La eterna “ayuda idónea” del Señor para Su Hijo amado!
El Espíritu del Potencial Humano - Phil Beach Jr
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