“Requiero mucho de este hombre. Más de lo que él podría esperar ser en sí y de sí mismo.”
“Requiero que sea santo.”
“Requiero que sea amoroso y humilde, amable, sabio y fuerte.”
“Requiero de Él la suprema alabanza de Dios.”
“Requiero de él perfecta obediencia a todo lo que Yo le digo que haga: que vaya donde yo digo, que haga lo que Yo digo que haga, y que sea lo que Yo digo que sea.”
“Requiero de él fe, la clase de fe que mueve montañas.”
“Requiero de él que ponga su vida a favor de los demás; que prefiera a los demás por encima de sí mismo, que no se preocupe por mañana ni por su vida.”
“Requiero de él que sea distinto, peculiar, escurridizo, incomprendido, despreciado de muchos, odiado, perseguido, abusado, y en medio de todo ello, requiero que dé la otra mejilla.”
“Requiero de él misericordia”.
“Requiero de él poder para echar fuera demonios, para sanar a los enfermos, para liberar a los cautivos, para proclamar el año agradable del Señor.”
“Requiero de él que sea como Jesús”.
“No sólo requiero todo esto de él, sino que también le daré la capacidad para satisfacer todas estas demandas. Le doy a Jesús”.
“Si se vuelve a Mí de todo su corazón, abandona todo lo demás en su corazón, hace a Jesús el Señor de su vida, depositaré la misma vida de Jesús en su corazón por mi Espíritu Santo; y entonces habré encontrado al hombre que he estado buscando. Y él estará en la brecha por Mí.”