George Warnock
“He
aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la
tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”
(Amós 8:11).
Dios
dijo que quitaría “todo sustento de pan y todo socorro de agua; el valiente y
el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán
de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el
hábil orador”(Isaías 3:1-3).
Los
seminarios teológicos y las escuelas de entrenamientos religioso estarán
vacías. El ministerio no será por más tiempo la aspiración de nuestros jóvenes.
Los profetas y los visionarios se avergonzarán de ser llamados uno de los
ministros de Dios, o un líder para el pueblo. Se excusarán diciendo, “No tomaré
ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe
del pueblo” (Is. 3:7). Está confesando, “lo siento, pero no puedo ayudarte.” ¿Y
la razón para esta clase de hambruna? “Porque la lengua de ellos y sus obras han
sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad.” (v.8).
“Por
tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los
profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos. Y serán
avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y ellos todos
cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios.” (Miqueas 3:6-7)
¿Qué
clase de profetas son éstos? Los que dicen al pueblo de Dios que todo está
bien, que no verán tribulación—que Dios los ama demasiado para ello… la clase
de profetas que han descubierto que el
ministerio es una mina de oro financiera cuando dan profecías de paz. Los que
profetizan buenas cosas a quienes ponen algo en la boca de los profetas, pero muestran
contienda a los que rehúsen. “Al que no les da de comer, proclaman guerra
contra él.” (Miq. 3:5). Escucha esto: “Ahora bien, todo aquel que en medio de
esta audiencia quiera que pronuncie la bendición del Señor sobre vida, póngase
en pie y venga delante con mil dólares, y Dios te dará la bendición de
Abraham.” Después la cantidad es reducida, a cambio de una bendición algo más
pequeña. “¿Quién traerá quinientos dólares a cambio de la bendición de David?”.
O, “¿Quién traerá doscientos… trescientos?” ¡Quizás haya una pequeña bendición
disponible al que sólo pueda permitirse un billete de diez dólares! La tragedia
es que hay tanta gente crédula en la iglesia a que “así lo quiso”.*
Amados,
Dios tiene que enviar una hambruna a la tierra cuando ve abominaciones como
éstas. Pero en medio de todo ello, habrá verdaderos profetas del SEÑOR que como
Miqueas de antaño, estén “llenos del poder del Espíritu del SEÑOR y de juicio
(justicia), para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.” (Miqueas
3:8).
¿Quienes sois? - George Warnock
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