Fernando Torres
A veces el SEÑOR se vale de ciertas
experiencias para darnos alguna enseñanza, para seguirnos discipulando.
Porque, verdaderamente la disciplina y el
discipulado que Él nos da, es el único método infalible. Le va mal al hombre
que confía en el hombre, dice un segmento de las Escrituras, y durante mucho
tiempo hemos visto el ejemplo de muchos seres humanos que han confiando en los
hombres y han tenido terribles desgracias. En esta introducción se quiere
compartir una enseñanza que se encuentra en la Carta de san Pablo a los
Romanos, capítulo 12.
A diario se escuchan personas que llevan
varios años en la vida cristiana, en iglesias o en grupos de oración, o
inclusive que todavía pertenecen a la iglesia católica, y pasan por tiempos de
angustia, de tristeza, se desaniman, y no entienden qué es lo que Dios quiere
con ellos. Esto con frecuencia nos pasa a todos. Sin embargo, el Señor nos
permite entender que Él nos dio la capacidad para poder comprender el porqué
hay que pasar por estas cosas.
En el colegio se aprende que la mente tiene
entendimiento, memoria y voluntad; algunos autores las llaman las
potencialidades del alma; y en las Escrituras, cuando se habla de estas
habilidades del hombre, se les clasifica como el ‘alma’. Es allí en donde
estriban los problemas por los que se atraviesa comúnmente.
La Carta a los Romanos, capítulo 12, dice:
1 ¶“Así que, hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.
2 Y no os conforméis a este siglo; mas
transformaos por la renovación de vuestra alma, para que experimentéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Nótese que la referencia inicia hablando de
“vuestros cuerpos”, refiriéndose a unos componentes del ser humano. Igualmente,
habla de ‘racional culto’; no como el asistir a una reunión en particular, sino
que lo relaciona con presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo y agradable
a Dios. Habla luego de “vuestra alma”.
La versión Reina Valera habla de:
“renovación de vuestra mente”; y en esta cita
tomada de la Versión Antigua, habla de: “La renovación de vuestra alma”; es más
amplio el texto antiguo.
Empezamos a notar que no se trata solo que
Dios venga con todo su poder y haga cosas por nosotros. Él, viene y permite que
se abran nuestros ojos, nos saca del pecado y nos pone a caminar. Además de
esto, en su eterno amor por el hombre, lo quiere hacer partícipe de Su obra.
Cuando se leen las páginas iniciales del libro del Génesis, se empieza a
entender, por la gracia de Dios, ese amor (caridad) tan grande por los seres
humanos, con quienes desea compartir el sol, la tierra, las estrellas, el agua,
y todo lo que Él creó, para recrearse con ellos.
El SEÑOR nos saca del fango (nuestra antigua
manera de vivir), y nos pone a caminar en la forma que debe ser. Luego nos
enseña su bondad, cuando nos delega responsabilidades; y la primera que Él
quiere para nosotros, es que haya transformación, renovando nuestra alma. No es
solamente la obra de Dios, sino que Él nos da la habilidad, la opción de
renovar nuestra alma. ¿Con qué objeto sucede esto?
Si recordamos los experimentos de química o
de biología que se hacían en el colegio, al mezclar 2 elementos, se producía
una reacción; o, al tomar una lupa expuesta al sol sobre un papel resulta
quemándose el papel. Eso lo llamamos reacciones. De la misma forma el SEÑOR nos
pone a experimentar.
Él, quiere que nosotros le hagamos caso en
esto: que si empezamos a renovar nuestra alma, para hacer lo que Él quiere,
vamos a experimentar tres cosas:
Cuál es la buena voluntad de Dios, cuál es la
agradable voluntad de Dios y cuál es la perfecta voluntad de Dios.
La Segunda Carta del Apóstol Pablo a los
Corintios, capítulo 10, muestra algo en lo cual nosotros también podemos ser
partícipes:
4“(Porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas);
5 destruyendo consejos, y toda altura que se
levanta contra la ciencia de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia del Cristo.
Ningún hombre está exento a recibir
pensamientos que no provienen de Dios; o, a obrar de manera no adecuada. Sin
embargo, este versículo va más a fondo; significa que tenemos la posibilidad de
participar de los planes de Dios: llevando nuestros pensamientos cautivos a la
obediencia de Él. Cuando hacemos este experimento, empezamos a vivir lo que
Dios quiere con nosotros. Porque escuchamos con frecuencia personas que dicen:
“No puedo tener la paz de Dios; no puedo tener el gozo; o, no puedo sentirme
bien”. Entonces, indagando con esas personas, se encuentra que le han estado
permitiendo a sus propios pensamientos, que den cabida para que llegue
cualquier cosa, y esto, obviamente, no es lo que Dios quiere.
Recuerdo que hace unos años yo censuraba
mucho a grupos cristianos que eran muy radicales en cuanto a la televisión, en cuanto
a las fiestas y otras cosas.
Tenía un amigo pastor de una iglesia quien
decía que a un cierto personaje miembro de su iglesia, cuando lo invitaban a
una reunión, trataban de no ofrecerle vino, porque había sido alcohólico; y por
tanto, recomendaba evitar este contacto para que esa persona no cayera de nuevo
en el vicio del alcohol.
Podría pensarse que no deberíamos ser tan
radicales, tan exigentes. Pero, cuando el SEÑOR nos ha sacado de diferentes
grupos, de diferentes congregaciones, se puede ver que Él quiere trabajar en
cada individuo de diferente manera. Por ejemplo: el cigarrillo no molesta a
ciertas personas, quienes pueden no sentir la necesidad ni el deseo de hacer
uso de éste; hay quienes no tienen esa inclinación como la tienen las personas
fumadoras; y uno tiene la tendencia a criticar a quienes sí sufren ese mal.
El SEÑOR quiere discipular a cada persona de
acuerdo a su debilidad, de acuerdo a su pecado, de acuerdo a sus
equivocaciones; y la primera forma según la cual el hombre puede entrar a,
dígase así, “darle una manita” a Dios, la primera arma que Dios le da
al hombre es decirle: “Usted tiene una mente
en la cual puede permitir que le llegue la imagen del cuerpo de la mejor modelo
de Colombia; o que le entre a su mente el deseo de robar; o que entre el deseo
de mentir y usted verá, usted decide si lo toma o lo deja”.
Se puede decir: “Yo quiere depender
totalmente de Dios”. Pero, hay personas quienes han pasado por una serie de
experiencias traumáticas, por ejemplo, agresiones en la infancia, abandonos,
muerte de los padres, en fin, tantas cosas que dejan marcada a la
persona a lo largo de su vida, y en su mente,
en su memoria, en su corazón quedaron esas vivencias marcadas como con una
plancha caliente. Muchas veces esto no se puede borrar, y el ser humano
reacciona de acuerdo a esas experiencias que vivió.
Pero, la Palabra de Dios da la respuesta pues
nos enseña que, cuando tengamos una situación de éstas, podemos acudir a este
mensaje:
4“(Porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas);
5 destruyendo consejos, y toda altura que se
levanta contra la ciencia de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia del Cristo.
Finalmente, remítase a la Carta a los
Romanos, capítulo 6:
1 ¶“¿Pues qué diremos? ¿Perseveraremos en el
pecado para que la gracia crezca?
2 En ninguna manera. Porque los que somos
muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
3 ¿O no sabéis que todos los que somos
bautizados en el Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte?
4 Porque somos sepultados juntamente con él a
muerte por el bautismo; para que como el Cristo resucitó de los muertos a
gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”.
En el ejercicio de la medicina se da con
muchos casos como el siguiente: una señora, separada, que asistía con su hijo
para ser atendido, llevaba aproximadamente 10 años padeciendo artritis
reumatoide.
Conversando un poco con ella, supe que había
vivido muchos años en una población pequeña de Cundinamarca, (Colombia).
Había vivido su infancia con su madre y cinco
hermanos los cuales eran de tez mestiza como la nuestra, pero ella era rubia y
de ojos azules. No había Padre. En el pueblo, siendo niña, todas las personas
le decían: “Usted no tiene papá”; y lo peor era que la nombraban: “la hija de
nadie”. ¡Hasta dónde puede llegar el ser humano a maltratar a una niña!
Y llegó a tal nivel la presión social que
recibía a diario, que un día llegó del colegio a casa llorando y le dijo a la
madre que ya no soportaba más; que le contara qué había pasado y dónde estaba
su Padre.
Su madre la llevó aparte, se puso a llorar y
le contó brevemente que los cinco hijos iniciales eran de su esposo que había
fallecido. Cuando ella quedó viuda, sola, llegó a consolarla algún “buen
hombre” y, lo que le dejó fue esta hija. Después se perdió, de manera que esta
niña creció con su tristeza, con esa presión, con esa carga dentro de su
corazón.
Terminados sus estudios de bachillerato se
dirigió a Bogotá, tratando de averiguar en dónde estaba su papá, y aunque no lo
encontró (porque el hombre supo evadirla), ella se enteró que él tenía ya su
hogar y aparentemente allí vivía según las normas sociales “aceptables”.
Finalmente, ella conoce otro personaje,
también queda embarazada y el hombre también la dejó. Y, ahora tiene además
artritis reumatoide. No se puede decir que una cosa sea la causa de otra; sólo
Dios lo sabe. Pero, la enseñanza estuvo en que uno, como ser humano y, aún más
las personas que creen en Jesucristo, es (somos) testigo(s) o embajador(es) de
Él ante una cantidad de gente que no tiene ni idea de lo que Él hizo por ellos
y por nosotros.
La mayoría de nuestro pueblo colombiano está
convencido que se va a salvar por un poco de ritos, y a través de unas personas
intermediarias. Personas como esta señora hay muchas, esperando que los cristianos
hagan lo que entre comillas, las iglesias evangélicas, llaman: “la gran
comisión”. Realmente hay una gran comisión. Terminando el Evangelio de San
Mateo, encontramos eso, que tenemos que ir a predicar el Evangelio. Pero
estamos llamados a predicarlo dentro de esa cantidad de personas al estilo de
Juan el Bautista.
Cuando él llegó, no estaba la iglesia
evangélica de los pastores de hoy en día, ni la iglesia católica de ahora:
Solamente había un poco de personas como esas con las que es posible encontrarse
todos los días, a quienes muy posiblemente nosotros espantamos por nuestra
religiosidad o por nuestra actitud de jueces cuando les decimos: “Es que tú
estás en pecado”; o cuando los señalamos con el dedo índice, olvidando los tres
dedos restantes que nos señalan a nosotros.
Dice también la Escritura:
4“Porque somos sepultados juntamente con él a
muerte por el bautismo; para que como el Cristo resucitó de los muertos a
gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”.
Cada día hay circunstancias que nos recuerdan
que nos falta todavía algo para ser limpios. El Evangelio de San Juan, dice que
la luz vino, y cuando esa luz vino, algunos no la recibieron (Ver Juan 1:11).
Los que son llamados hijos de Dios son los que lo aceptan a Él. Cuando se
acepta a Jesús en el corazón, Él empieza a iluminar toda la oscuridad que hay
en nosotros, de tal manera que nos damos cuenta de la necesidad de ser
bautizados en Cristo Jesús, para poder morir a esas cosas. He encontrado a
muchas personas que dicen que ya dejaron al hombre viejo, que ya son el hombre
nuevo, pero dicen: “A veces se nos sale ese hombre viejo”.
Pero, la verdadera muerte de ese hombre viejo
la podemos lograr gracias al bautismo en la naturaleza de Cristo Jesús.
EL nacer de Nuevo (Introducción)
– Fernando Torres
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