Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


21 de septiembre de 2012

EL NACER DE NUEVO

                                                                                         
Fernando Torres
 
A veces el SEÑOR se vale de ciertas experiencias para darnos alguna enseñanza, para seguirnos discipulando.

Porque, verdaderamente la disciplina y el discipulado que Él nos da, es el único método infalible. Le va mal al hombre que confía en el hombre, dice un segmento de las Escrituras, y durante mucho tiempo hemos visto el ejemplo de muchos seres humanos que han confiando en los hombres y han tenido terribles desgracias. En esta introducción se quiere compartir una enseñanza que se encuentra en la Carta de san Pablo a los Romanos, capítulo 12.

A diario se escuchan personas que llevan varios años en la vida cristiana, en iglesias o en grupos de oración, o inclusive que todavía pertenecen a la iglesia católica, y pasan por tiempos de angustia, de tristeza, se desaniman, y no entienden qué es lo que Dios quiere con ellos. Esto con frecuencia nos pasa a todos. Sin embargo, el Señor nos permite entender que Él nos dio la capacidad para poder comprender el porqué hay que pasar por estas cosas.

En el colegio se aprende que la mente tiene entendimiento, memoria y voluntad; algunos autores las llaman las potencialidades del alma; y en las Escrituras, cuando se habla de estas habilidades del hombre, se les clasifica como el ‘alma’. Es allí en donde estriban los problemas por los que se atraviesa comúnmente.

La Carta a los Romanos, capítulo 12, dice:

1 ¶“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.

2 Y no os conforméis a este siglo; mas transformaos por la renovación de vuestra alma, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Nótese que la referencia inicia hablando de “vuestros cuerpos”, refiriéndose a unos componentes del ser humano. Igualmente, habla de ‘racional culto’; no como el asistir a una reunión en particular, sino que lo relaciona con presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo y agradable a Dios. Habla luego de “vuestra alma”.

La versión Reina Valera habla de:

“renovación de vuestra mente”; y en esta cita tomada de la Versión Antigua, habla de: “La renovación de vuestra alma”; es más amplio el texto antiguo.

Empezamos a notar que no se trata solo que Dios venga con todo su poder y haga cosas por nosotros. Él, viene y permite que se abran nuestros ojos, nos saca del pecado y nos pone a caminar. Además de esto, en su eterno amor por el hombre, lo quiere hacer partícipe de Su obra. Cuando se leen las páginas iniciales del libro del Génesis, se empieza a entender, por la gracia de Dios, ese amor (caridad) tan grande por los seres humanos, con quienes desea compartir el sol, la tierra, las estrellas, el agua, y todo lo que Él creó, para recrearse con ellos.

El SEÑOR nos saca del fango (nuestra antigua manera de vivir), y nos pone a caminar en la forma que debe ser. Luego nos enseña su bondad, cuando nos delega responsabilidades; y la primera que Él quiere para nosotros, es que haya transformación, renovando nuestra alma. No es solamente la obra de Dios, sino que Él nos da la habilidad, la opción de renovar nuestra alma. ¿Con qué objeto sucede esto?

Si recordamos los experimentos de química o de biología que se hacían en el colegio, al mezclar 2 elementos, se producía una reacción; o, al tomar una lupa expuesta al sol sobre un papel resulta quemándose el papel. Eso lo llamamos reacciones. De la misma forma el SEÑOR nos pone a experimentar.

Él, quiere que nosotros le hagamos caso en esto: que si empezamos a renovar nuestra alma, para hacer lo que Él quiere, vamos a experimentar tres cosas:

Cuál es la buena voluntad de Dios, cuál es la agradable voluntad de Dios y cuál es la perfecta voluntad de Dios.

La Segunda Carta del Apóstol Pablo a los Corintios, capítulo 10, muestra algo en lo cual nosotros también podemos ser partícipes:

4“(Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas);

5 destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia del Cristo.

Ningún hombre está exento a recibir pensamientos que no provienen de Dios; o, a obrar de manera no adecuada. Sin embargo, este versículo va más a fondo; significa que tenemos la posibilidad de participar de los planes de Dios: llevando nuestros pensamientos cautivos a la obediencia de Él. Cuando hacemos este experimento, empezamos a vivir lo que Dios quiere con nosotros. Porque escuchamos con frecuencia personas que dicen: “No puedo tener la paz de Dios; no puedo tener el gozo; o, no puedo sentirme bien”. Entonces, indagando con esas personas, se encuentra que le han estado permitiendo a sus propios pensamientos, que den cabida para que llegue cualquier cosa, y esto, obviamente, no es lo que Dios quiere.

Recuerdo que hace unos años yo censuraba mucho a grupos cristianos que eran muy radicales en cuanto a la televisión, en cuanto a las fiestas y otras cosas.

Tenía un amigo pastor de una iglesia quien decía que a un cierto personaje miembro de su iglesia, cuando lo invitaban a una reunión, trataban de no ofrecerle vino, porque había sido alcohólico; y por tanto, recomendaba evitar este contacto para que esa persona no cayera de nuevo en el vicio del alcohol.

Podría pensarse que no deberíamos ser tan radicales, tan exigentes. Pero, cuando el SEÑOR nos ha sacado de diferentes grupos, de diferentes congregaciones, se puede ver que Él quiere trabajar en cada individuo de diferente manera. Por ejemplo: el cigarrillo no molesta a ciertas personas, quienes pueden no sentir la necesidad ni el deseo de hacer uso de éste; hay quienes no tienen esa inclinación como la tienen las personas fumadoras; y uno tiene la tendencia a criticar a quienes sí sufren ese mal.

El SEÑOR quiere discipular a cada persona de acuerdo a su debilidad, de acuerdo a su pecado, de acuerdo a sus equivocaciones; y la primera forma según la cual el hombre puede entrar a, dígase así, “darle una manita” a Dios, la primera arma que Dios le da

al hombre es decirle: “Usted tiene una mente en la cual puede permitir que le llegue la imagen del cuerpo de la mejor modelo de Colombia; o que le entre a su mente el deseo de robar; o que entre el deseo de mentir y usted verá, usted decide si lo toma o lo deja”.

Se puede decir: “Yo quiere depender totalmente de Dios”. Pero, hay personas quienes han pasado por una serie de experiencias traumáticas, por ejemplo, agresiones en la infancia, abandonos, muerte de los padres, en fin, tantas cosas que dejan marcada a la

 persona a lo largo de su vida, y en su mente, en su memoria, en su corazón quedaron esas vivencias marcadas como con una plancha caliente. Muchas veces esto no se puede borrar, y el ser humano reacciona de acuerdo a esas experiencias que vivió.

Pero, la Palabra de Dios da la respuesta pues nos enseña que, cuando tengamos una situación de éstas, podemos acudir a este mensaje:

4“(Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas);

5 destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia del Cristo.

Finalmente, remítase a la Carta a los Romanos, capítulo 6:

1 ¶“¿Pues qué diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia crezca?

2 En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

3 ¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en el Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte?

4 Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como el Cristo resucitó de los muertos a gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”.

En el ejercicio de la medicina se da con muchos casos como el siguiente: una señora, separada, que asistía con su hijo para ser atendido, llevaba aproximadamente 10 años padeciendo artritis reumatoide.

Conversando un poco con ella, supe que había vivido muchos años en una población pequeña de Cundinamarca, (Colombia).

Había vivido su infancia con su madre y cinco hermanos los cuales eran de tez mestiza como la nuestra, pero ella era rubia y de ojos azules. No había Padre. En el pueblo, siendo niña, todas las personas le decían: “Usted no tiene papá”; y lo peor era que la nombraban: “la hija de nadie”. ¡Hasta dónde puede llegar el ser humano a maltratar a una niña!

Y llegó a tal nivel la presión social que recibía a diario, que un día llegó del colegio a casa llorando y le dijo a la madre que ya no soportaba más; que le contara qué había pasado y dónde estaba su Padre.

Su madre la llevó aparte, se puso a llorar y le contó brevemente que los cinco hijos iniciales eran de su esposo que había fallecido. Cuando ella quedó viuda, sola, llegó a consolarla algún “buen hombre” y, lo que le dejó fue esta hija. Después se perdió, de manera que esta niña creció con su tristeza, con esa presión, con esa carga dentro de su corazón.

Terminados sus estudios de bachillerato se dirigió a Bogotá, tratando de averiguar en dónde estaba su papá, y aunque no lo encontró (porque el hombre supo evadirla), ella se enteró que él tenía ya su hogar y aparentemente allí vivía según las normas sociales “aceptables”.

Finalmente, ella conoce otro personaje, también queda embarazada y el hombre también la dejó. Y, ahora tiene además artritis reumatoide. No se puede decir que una cosa sea la causa de otra; sólo Dios lo sabe. Pero, la enseñanza estuvo en que uno, como ser humano y, aún más las personas que creen en Jesucristo, es (somos) testigo(s) o embajador(es) de Él ante una cantidad de gente que no tiene ni idea de lo que Él hizo por ellos y por nosotros.

La mayoría de nuestro pueblo colombiano está convencido que se va a salvar por un poco de ritos, y a través de unas personas intermediarias. Personas como esta señora hay muchas, esperando que los cristianos hagan lo que entre comillas, las iglesias evangélicas, llaman: “la gran comisión”. Realmente hay una gran comisión. Terminando el Evangelio de San Mateo, encontramos eso, que tenemos que ir a predicar el Evangelio. Pero estamos llamados a predicarlo dentro de esa cantidad de personas al estilo de Juan el Bautista.

Cuando él llegó, no estaba la iglesia evangélica de los pastores de hoy en día, ni la iglesia católica de ahora: Solamente había un poco de personas como esas con las que es posible encontrarse todos los días, a quienes muy posiblemente nosotros espantamos por nuestra religiosidad o por nuestra actitud de jueces cuando les decimos: “Es que tú estás en pecado”; o cuando los señalamos con el dedo índice, olvidando los tres dedos restantes que nos señalan a nosotros.

Dice también la Escritura:

4“Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como el Cristo resucitó de los muertos a gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”.

Cada día hay circunstancias que nos recuerdan que nos falta todavía algo para ser limpios. El Evangelio de San Juan, dice que la luz vino, y cuando esa luz vino, algunos no la recibieron (Ver Juan 1:11). Los que son llamados hijos de Dios son los que lo aceptan a Él. Cuando se acepta a Jesús en el corazón, Él empieza a iluminar toda la oscuridad que hay en nosotros, de tal manera que nos damos cuenta de la necesidad de ser bautizados en Cristo Jesús, para poder morir a esas cosas. He encontrado a muchas personas que dicen que ya dejaron al hombre viejo, que ya son el hombre nuevo, pero dicen: “A veces se nos sale ese hombre viejo”.

Pero, la verdadera muerte de ese hombre viejo la podemos lograr gracias al bautismo en la naturaleza de Cristo Jesús.

EL nacer de Nuevo (Introducción) – Fernando Torres 

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry