Clayton Sonmore
A causa
de nuestra obvia carencia del poder del Pentecostés del Nuevo Testamento, ¿hay en nuestras filas un eslabón perdido más importante
para nuestra deficiencia que los hechos presentados hasta ahora en este escrito? Algo vital ha sido removido de nosotros
como cuerpos colectivos. Hemos llegado a ser como Sansón que, a causa de su pecado y de su compromiso, perdió la «Unción» y «no sabía que el Espíritu Santo se
había apartado de él.»
Sí, creo que hay un eslabón perdido y tiene su asidero, tanto como cualquier otro, en el hecho de
que nosotros - como un cuerpo de creyentes -
casi hemos llegado a olvidar nuestras bases iniciales de funcionamiento como una Teocracia en la cual los puestos y los «gobiernos»
funcionaron mediante el orden Divino. En total y beligerante desafío a las
Escrituras, el hombre de hoy ha hecho el cambio por la
Democracia (la elección y el gobierno mediante la mayoría) como el modo predominante
de gobierno y de determinar la voluntad de Dios en todo asunto.
Hay tanto lavamiento de cerebro en el mundo (del que nosotros no deberíamos ser) con
respecto a los méritos de la democracia, que aun el pueblo de Dios - casi en su totalidad - se
engaña al creer en la democracia como el modelo ordenado por Dios. En nuestro propio y así
llamado Estado democrático o gobierno Federal, es casi imposible que el hombre escogido por Dios sea elegido o aun que
sea candidato, excepto por una casi inexistente intervención Divina.
Declaro sin reservas que la Democracia (el gobierno por el hombre) no es de Dios. La
Palabra también confirma que solamente la Teocracia (el gobierno por Dios) y los principios
teocráticos son de Dios, y que la Democracia y los principios
democráticos son de la Carne.
Las últimas palabras de Jesús antes de la ascensión fueron instrucciones para los
discípulos: «Mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis
investidos de potencia de lo alto» (Lucas 24:49). Aun con tal exhortación, el único hecho o
acción entre la ascensión y la efusión del Espíritu, fue un pecado,
al ignorar este mandamiento de «esperar al Espíritu Santo» antes de hacer cualquier
cosa. Este simple acto de desobediencia fue el deseo carnal de los discípulos de
escoger a Matías para remplazar a Judas por medio de la democracia. Que ellos sólo hubieran
esperado, obedeciendo el mandato del Señor, habría sido subsecuente a la «unción» en el Aposento
Alto, y en el horario de Dios y a la manera de Dios, en la más alta voluntad de
Dios, y/o en la hora de Dios.
Sin embargo, Matías podría haber sido el escogido de
Dios, pero estoy seguro de que este nombramiento habría sido por los
medios teocráticos (el nombramiento por Dios). El echar suertes fue un modelo del
Antiguo Testamento, pero jamás leemos sobre este procedimiento después del
Aposento Alto.
Es significativo, por lo menos, que jamás se hubiera hecho de nuevo en la
Palabra ninguna mención a Matías después de su nombramiento.
Desde ese día hasta el día de hoy, los procedimientos democráticos han
sido el factor determinante en la mayoría de las organizaciones y de los organismos. Por
no ser bíblica, la democracia siempre producirá - tarde o temprano - el «hombre escogido por el hombre» y el «plan del hombre,» antes que el
«Hombre escogido por Dios» y que el «Plan de Dios,» en todas las sociedades
donde se practique la democracia antes que la Teocracia.
Es evidente, con mucha frecuencia, que en cualquier grupo o cuerpo espiritual, hay
dos clases de personas: la mayoría, que es la menos espiritual, y la minoría espiritual; esta
última, clama en intercesión por algo más alto; y la primera, que es
la que se opone, persigue - a menudo - a la minoría. Trátese de un
grupo pequeño de personas o de una denominación completa, la mayoría menos
espiritual elige, usualmente, sus contrapartes menos espirituales, en tanto que éstos - a su
vez - ponen aun a sus contrapartes menos espirituales en más altas posiciones ejecutivas.
Finalmente, la mayoría consigue - usualmente - al «hombre escogido
por el hombre» para el liderazgo, en lugar del «hombre escogido por Dios» y, una vez más, el
«plan del hombre» en lugar del «plan de Dios.»
La Teocracia (el gobierno por la guía Divina de Dios mediante
los hombres) es la única norma viable de Dios. Esto no viene por votación de dieciséis a
quince, con un sistema de mayoría impositiva, que después trata de interponer a Dios de alguna
manera en la acción mayoritaria.
Solamente hay un «así dice el Señor,» y creo que hay un pueblo dentro de otro pueblo que
ya tiene suficiente de esa cualidad del enclenque, del don nadie, del que es
como un niño que puede recibir y que está recibiendo la Palabra del Señor
de Su propia Boca. Éstos son un pueblo que está dispuesto a
pagar el precio del mal entendimiento y de la persecución por parte de
la mayoría menos espiritual.
«Ministrando pues éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he llamado.» No sabemos exactamente de qué manera
ha hecho Dios que ellos oigan Su Palabra, o conozcan Su voluntad en cuanto al puesto de Dios dentro
del cuerpo. Pero podemos estar seguros de que no fue mediante una elección democrática,
impuesta por la mayoría.
Sin embargo, sabemos ciertamente que «El es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos,» y
que «El no hace acepción de personas» y que, así como El habló para los «Suyos» en tiempos
pretéritos, así también El lo está haciendo hoy a los «Suyos.»
Mas allá del Pentecostes - Clayton Sonmore
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