Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


16 de septiembre de 2012

LA MENTIRA


Charles E. Newbold Jr.

Esta es la mentira: Se nos ha hecho creer que esta cosa que llamamos iglesia es de Dios y que nuestra membresía y participación en la misma es esencial para nuestro caminar cristiano cuando de hecho, es un sustituto idolátrico de Jesús, y con frecuencia, un estorbo para caminar con Él.

Esta Cosa que llamamos iglesia, tal y como la hemos experimentado, es una extensión idolátrica de nuestros propios egos. Aunque existe como una entidad para sí misma, estamos en ella, y ella esta en nosotros. Es un icono de auto-adoración que ha crecido a partir de las tradiciones de los hombres, y no tiene fundamento en la Escritura. Proclamamos que esta Cosa que llamamos iglesia es el Reino de Dios, cuando en realidad, no tiene nada que ver con el Reino de Dios. Más bien, es la cautividad babilónica de los escogidos de Dios.

Hemos confundido nuestra relación con Cristo fusionándola con esta cosa que llamamos iglesia. Somos llevados a creer que cuando estamos en una relación correcta con ella, estamos en una relación correcta con Cristo, que tenemos que ser miembros de una iglesia para ser salvos o para ser un buen cristiano: que servir a ella es servir a Cristo, que amarla es amar a Cristo, que diezmar para ella, es diezmar para Cristo.

En muchos casos, esta Cosa que llamamos iglesia es como una carpa que hemos hecho para extender los movimientos y revelaciones de Dios para preservarlos, manipularlos, adueñarnos de ellos, controlar en ellos a otra gente y usar a la gente y al sistema para nuestra sórdida ganancia carnal. Hallamos consuelo en las restricciones que los muros que esta  iglesia levanta delante de nosotros. Podemos escondernos en ellos y sentirnos bien en ellos. Ampliamos los ganchos de esta carpa lo suficiente para dejar que otros que quieren caminar, hablar y vestirse como rostros, entren también a formar parte de todo esto.

Hablamos de formas muy extrañas de esta Cosa que llamamos iglesia. ¿A que iglesia vas? ¿Cuál es el nombre de tu iglesia? ¿Cómo ha ido la iglesia hoy? ¿Estás construyendo un anexo a tu iglesia? ¡Vaya iglesia que tuvimos en la reunión de oración anoche!

El pastor o el cura a menudo saluda a la muchedumbre el domingo por la mañana diciendo, “Buenos Días, Iglesia”. Estas declaraciones convierten a la iglesia en un edificio, una institución con un nombre, un servicio, una reunión, la clase de rato que pasamos juntos, y la gente.

La palabra “iglesia” como se usa en las traducciones en inglés del Nuevo Testamento se refiere al pueblo de Dios, pero ya no limitamos su significado a la gente. Si en realidad quisimos decir que el pueblo es la “iglesia” cuando usamos este término, estas mismas declaraciones tendrían que hacerse de esta forma: ¿A que vas? ¿Cómo se llama ? ¿Cómo ha ido hoy? ¿Estas construyendo un anexo a ? ¡Vaya que tuvimos en la reunión de oración anoche! No conocemos otra cosa e insistimos en la teoría de que nosotros, el pueblo redimido de Dios, somos la iglesia. Sin embargo, en la práctica no hacemos distinción entre el pueblo y esta Cosa que llamamos iglesia. Sin embargo, que la palabra iglesia se use así, de manera intercambiable, no es el problema. Sucede mucho más de lo que los ojos ven en este asunto.

La palabra iglesia, tal y como la usamos, habla de una unión mística, profana, ilegal, que incorpora edificios, instituciones, denominaciones, y gente. Se han fusionado todas ellas de tal forma y confundido entre sí, que perpetúan la peligrosa mentira de que esta Cosa que llamamos iglesia (edificios, instituciones, denominaciones, y la gente que se asocia con ellos), es la asamblea de Cristo de los-llamados-fuera. Esta Cosa que llamamos  iglesia parece buena en su apariencia externa, pero a menudo es controlada interiormente por hombres y mujeres que buscan con ambición, a menudo sin saberlo, algo para ellos mismos.
 
El Sistema de la Iglesia Ramera - Charle E. Newbold Jr.

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry