Davis y Clark
Hay una curiosa observación hecha sobre la iglesia temprana respecto de
la propiedad y el poder que un día tuvo. “Y perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales
eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y
tenían en común todas las cosas; 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno.46 Y perseverando unánimes
cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría
y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el
pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
(Hechos 2:42-47) “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un
alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían
todas las cosas en común” (Hechos 4:32) La comunidad creyente del primer siglo
vivía por el Espíritu, los valores del reino y las palabras de Jesús. “Vended
vuestras posesiones…”
Jesús dejó todo lo que tenía, Su negocio y Su familia para dedicarse a
los negocios de Su Padre. Dejó todos los privilegios y todas las posesiones.
Cuando le preguntaban dónde paraba, les respondía: las zorras tienen
guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde
reposar Su cabeza”. Jesús fue un sin-techo. (Mateo 8:20).
Los creyentes eran de un corazón y un alma y por causa de esa unidad,
ninguno de ellos se aferraba a sus posesiones. En lugar de eso, las veían como
propiedad del cuerpo entero de creyentes y de Dios mismo. Se necesitaba una
vigilancia constante para preservar esta economía celestial, protegiéndola de
la codicia de Caín. Dios se había tomado esto muy en serio, tan serio que mató
una pareja por esta causa (lee Hechos 5:1 -11).
Ananías traía el buen sentido de negocio de Caín a la Iglesia primitiva,
y Dios no lo iba a tolerar. Él junto con su esposa, Safira, era pseudo o
falso en sus intenciones. Sus actos estaban diseñados para engañar y apartar a
otros para creer que lo habían dado todo aunque en realidad habían escondido
una parte de oro en su tienda. Como resultado de ellos, cayeron muertos y unos
jóvenes vinieron para llevárselos y enterrarlos.
No podemos encontrar en ningún otro lugar del Nuevo Testamento un
episodio en el que alguien cayera muerto por mentir al Espíritu Santo. ¿Por qué
razón se tomó Dios tan en serio en incidente? Sabemos por las palabras mismas
de Pedro que Ananías y Safira podían haberse quedado con todo para ellos
mismos, pero no podían guardar la mitad con pretensión. Obviamente Dios detesta
a los que viven una mentira en esta área. Nos quiere calientes o fríos,
avanzando todo el camino o sin avanzar en absoluto. Nos quiere siervos
completamente en Su Reino o totalmente en el mundo. Aunque Ananías y Safira
podían haber pensado que estaban engañando a Pedro y a los santos, estaban
mintiendo al Espíritu Santo.
Estaban actuando falsa e inconsistentemente hacia el Espíritu de Verdad,
que había traído el amor de Dios que se manifestaba en tremenda generosidad.
Dios no iba a permitir que la corrupción que había traído juicio a los
descendientes de Caín y a los ciudadanos de Sodoma, ahora echara raíz en Su
reciente Iglesia. ¡Obviamente Dios quería dejar claro este asunto y funcionó!
“Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron
estas cosas”. (Hechos 5:11). Más tarde, en una aldea samaritana, un hombre
llamado Simón que había practicado la brujería, vino a Cristo mediante el
ministerio de Felipe. Cuando vio que el Espíritu Santo era dado a los nuevos
convertidos mediante la imposición de manos de Pedro y de Juan, se ofreció a
comprar el don para que él también pudiera tener este poder mediante la
imposición de sus propias manos. A lo que Pedro contestó: “Tu dinero perezca
contigo, porque has pensado que el don de Dios puede ser comprado con dinero.
No tienes parte ni razón en este asunto porque tu corazón no es recto delante
de Dios.
Arrepiéntete de esta maldad, y ora por si Dios perdona este pensamiento
de tu corazón. Porque veo que en gran veneno de amargura y lazo de iniquidad
estás.” (parafraseado). La mercadería aquí es descrita como un veneno amargo
que trataba de conseguir una entrada en la iglesia infante. Es evidente que
Satanás finalmente tuvo éxito una vez que los apóstoles se hubieron marchado.
Hoy día es una práctica aceptada tener grandes conferencias a cambio de grandes
sumas de dinero.
A los que asisten a dichas conferencias se le dice que los modernos
“apóstoles y profetas” impondrán sus manos e impartirán dones espirituales y
ministerios. ¿En que se diferencia esto del pecado de Simón? ¿Compra su don un
verdadero ministro de Dios, y obtiene ganancia con su venta?“El presente
sistema del mundo se basa en un marco conceptual en el que la propiedadrepresenta
la inversión de nuestra vida, a nuestro tiempo, nuestro nombre, nuestro
carácter, o cualquier otro aspecto de nuestro ser, por causa del control sobre
la cosa poseída.
El engaño final es que somos dueños de nuestra propia alma, de nuestro
ser, que es en realidad un préstamo de Dios el Creador de todo. Satanás pensó
que tenía algo en propiedad que le haría ser mayor que Dios—sus dones, su
gloria, su ser—sea lo que fuera que le llevara a ser levantado en el orgullo
que finalmente le destruyó, él lo consideró todo de su propiedad. La gota que
colmó el vaso fue cuando reclamó a una ingenua humanidad como suya propia, para
dominarla y controlarla como esclavos.”
Si miramos al Reino de Dios desde el punto de vista de lo que es
revelado en las Escrituras, vemos descrito un modelo enteramente distinto. Dios
es dueño de todo y si necesitamos algo, lo que tenemos que hacer es pedirlo en
base a nuestra relación con Él.
En la parábola del Hijo pródigo, cuando el regreso del pródigo es
celebrado por el Padre, al hijo que estaba en casa le dijo, “Todo lo que tengo
es tuyo”.
Cuando Pablo instruía a los santos en Corinto, decía: “todo es vuestro,
sea Pablo, Apolos o Cefas, el mundo, la vida, la muerta, las cosas presentes o
lo por venir, todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios” (1ª Cor.
3:22-23).
¿Qué es lo que es mío que Dios no me haya dado? ¿O qué puedo yo llevarme
conmigo cuando salga de este mundo de forma?”
El movimiento del Espíritu de Dios lleva a los creyentes a un estado de
gran amor y generosidad que a su vez lleva hacia la justicia, la paz y el gozo.
El movimiento de Satanás y sus hordas, hacia el individualismo, la mercadería y
la violencia.
El Espíritu Santo está en enemistad con la injusticia social, la guerra,
la violencia, y el derramamiento de sangre de mamón, y sin embargo, en la misma
reunión en la que el Espíritu de generosidad es levantado en los santos de
Dios, hay gente que se aprovecha y que desea ganancia en Su nombre. ¿Cuáles son
las implicaciones de todo esto? ¿Debemos tener algo que ver con Mamón en
absoluto? Cuando miramos a las enseñanzas de Jesús sobre el asunto, una cosa
queda clara.
Casi todas Sus enseñanzas sobre el dinero fueron negativas. No puedes
avanzar mucho en los Evangelios sin darte cuenta de que Jesús miraba al dinero
como algo sucio e injusto. Jesús tocó el asunto del dinero con una
desconcertante indiferencia. En realidad no tenía tiempo para eso. En la
parábola en la que el mayordomo injusto es alabado por su uso de las riquezas
injustas, la razón era que las usó para aliviar la carga de deuda bajo la que
estaban otros, pero no por usarlas para su propia ganancia terrena. El único
uso correcto de las riquezas injustas de este mundo, es romper el yugo y liberar
a los cautivos.
No estamos defendiendo que nadie salga por ahí y establezca comunidades
que comiencen por tener todo en común. Lo que sucedió en el libro de los Hechos
no puede conseguirse poniendo en práctica ciertos métodos y estilos de vida,
sino que era el fruto del espíritu de Dios siendo derramado sobre los que
estaban dispuestos a morir a sus caminos egoístas y a ser llenos de Su amor.
Necesitamos una visitación personal del cielo que haga que las cosas de
la tierra se vuelvan extrañamente borrosas. Lo que vemos a nuestro alrededor
hoy ¡No es el Reino de Dios!
Haran Mercaderia de Vosotros - Davis y Clark
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