Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


29 de septiembre de 2012

ENTRAR EN EL REPOSO DE DIOS


 Davis y Clark                                                          

Adán tenía una relación establecida con Dios y había estado haciendo cosas maravillosas, sobrehumanas, con Él antes de que Eva fuera creada. Había dado nombre a todos los animales, considerado a cada uno de ellos como una ayuda posible y ¡preparado un jardín del tamaño de Irak! Adán hizo todas estas cosas estando en el reposo del Padre porque nada lo hizo desde su propia carne. Adán vivió completamente en el reposo y provisión de Dios. Descansó en las obras acabadas de Dios que habían sido “consumadas desde antes de la fundación del mundo”. (Hebreos 4:3). Fue después de un tiempo (tal y como lo entendemos nosotros) que fue puesto en un profundo sueño por Dios, y que de su propio cuerpo Dios sacó para él una ayuda idónea digna de él, una esposa para Adán a quién él llamó Eva.

Dios les dio una advertencia que si ignoraban, sometería a la humanidad a un proceso de envejecimiento, corrupción y muerte.

En Génesis leemos:
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Génesis 2:16-17

De este versículo, Adán Clarke escribe:
Ciertamente morirás. twmt twm moth tamuth; literalmente dice, una muerte morirás. O, muriendo, morirás. No solo morirás espiritualmente, perdiendo la vida de Dios, sino que desde ese instante serás mortal y seguirás estando en un estado de muerte hasta que mueras.

Muriendo morirás—literalmente, “comenzarás a morir hasta que mueras”. El reloj comenzó a marcar las horas en el instante en que Eva tomó el primer bocado del fruto prohibido. ¿Cuánto tiempo supones que Adán habría vivido libre de enfermedad, dolor y muerte antes de que él desobedeciera la advertencia de Dios? Leemos esto como si Dios hubiera hecho a Adán y Eva un día, y al siguiente, paseando por el huerto, se cruzaran con el árbol con la serpiente en él. Fueron convencidos de que el camino de la serpiente era mejor que la vida que Dios les había dado y fueron arrojados del huerto.

¿Has visto como Dios puede estar en todas partes al mismo tiempo? ¿Es posible que para Él no existiera tal cosa como el tiempo? Si Él esta fuera del tiempo y no sujeto al tiempo, puesto que esto es parte de Su creación, entonces sería algo irrelevante para Él poder estar en todas partes al mismo tiempo.  ¿Es por esto que cuando Moisés le preguntó por Su nombre, le dijera que era Yo Soy? ¿Por qué Yo Soy, y no Yo seré o Yo fui? ¡Dios mora en el AHORA eterno! ¿Es posible que esta fuera la misma naturaleza de Dios con la que Adán y Eva fueron creados en perfección, y de la que Dios dijo, “es bueno”? Nunca habían estado en conflicto con el fluir de los propósitos de Dios. Nunca corrían por delante ni tampoco se quedaban atrás; eran uno con Él y eso era bueno a los ojos de Dios.

En lo que respecta a Adán y Eva, antes de la caída no existía el tiempo—no existía el envejecimiento. Estaban en un estado constante de reposo espiritual y bienestar. No trabajaban ni daban vueltas. No conocían la ansiedad ni la escasez. Su existencia entera estaba llena de vida y de luz. No había preocupaciones sobre lo que comerían o lo que vestirían. Vivieron en la constante provisión de su Creador. Él era la cobertura de ellos. El huerto del Edén estaba lleno de árboles que daban alimento. Vivían y se sostenían de “las obras terminadas desde antes de la fundación del mundo.” Su vida era una vida de fe en su amoroso Padre. Pero tras ceder a los engaños del que había sido mentiroso y homicida desde el principio, sucedieron una serie de eventos que pusieron en caos a toda la creación, gimiendo por la esperanza de un día de liberación.

Pablo escribió:
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la trasgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.” (Romanos 5:12-14).

En su libro, “Siéntate, Camina, Ponte en pie”, Watchman Nee escribió:
Se nos dice que Adán fue creado el sexto día. Entonces está claro que él no participó en la obra de los seis primeros días, puesto que fue creado después. De hecho, el séptimo día de Dios fue el primero de Adán. Aunque Dios trabajó seis días y luego disfrutó de su descanso de sabbath, Adán comenzó su día con el sabbath; Porque Dios trabaja antes de reposar, mientras que el hombre primero tiene que entrar en el reposo de Dios y solo entonces podrá trabajar. Además, por haber sido terminada completamente la obra de creación de Dios, la vida de Adán pudo comenzar con el reposo. Y aquí está el Evangelio: que Dios ha dado un paso más adelante y ha completado también la obra de la redención y que no necesitamos hacer nada para merecerla, sino que podemos entrar directamente por la fe en todos los valores de Su obra consumada.

En Cristo, Dios estaba otra vez trabajando y creando de nuevo. Del mismo modo que Jesús fue el Principal Promotor de la primera creación, así también es Él el primogénito de la nueva humanidad, muchos hijos para la gloria. “Todas las cosas fueron hechas por Él; y sin Él nada de lo que hay fue hecho” (Juan 1:3). Jesús, el Último Adán, fue enviado para trabajar y restaurar al hombre a su estado previo, una nueva creación en el Padre.

 En el ministerio terrenal de Cristo vemos un paralelismo con los seis días de la creación, el surgimiento de una nueva humanidad que antaño estuvo a tono con el fluir de vida de Su Padre. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí, todas son hechas nuevas”. (2ª Corintios 5:17). “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.” (Gálatas 6:15). Como en Adán, creemos que somos una nueva humanidad, una nueva raza, nacidos al reposo-sabbath del Padre. No hablamos del Sabbath como de un “día” literal, sino como una realidad intemporal a la que somos llamados a vivir por la eternidad.

El hombre no puede vivir esa vida para la que Dios le creó sin la presencia permanente de su creador, como tampoco el pez puede vivir fuera del agua. Luchará y se inclinará, vulnerable y jadeando por vivir en este entorno extraño del tiempo, para finalmente, golpeado por el tiempo y la gravedad, volver a la tierra de la que salió. El hombre no fue hecho para vivir en el tiempo, gobernado por el reloj y el calendario.

Desde la caída, ha estado intentado batir el efecto del tiempo y derrotar la enfermedad y el envejecimiento traídos por el pecado, por medio de sus propios esfuerzos. Con cada “cura” vienen efectos secundarios y cada invención prohíbe aún más su regreso a Edén, terminando usándose como una nueva arma mortal o instrumento de esclavitud en manos de alguien.

 Llega hasta a abortar bebés sanos completamente formados al nacer, para poder robar la masa de su tronco cerebral en un esfuerzo por derrotar la maldición del envejecimiento y la enfermedad. Con el fin de salvar su propia vida centrada en sí, lleva la muerte hasta un nuevo nivel, el holocausto de los no nacidos. ¿Como podemos estar tan ciegos a nuestro estado decadente y caído y no sentir repulsa ante tal pecado, y llegar así al arrepentimiento? Es como si el alma del hombre, el ser centrado en sí mismo, no conozca límite en su espiral hacia el abismo.

Es importante que entendamos lo que hemos perdido como hombres caídos. Todos los pensamientos del hombre natural se centran en una sola cosa, ¡HACER! La nueva creación de Dios está en línea con un pensamiento, “consumado es”. Tal y como Jesús, el Hijo modelo, lo expresa, “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:28-29).

Quedar atrapado en obras auto-generadas y otros logros es resultado directo de comer del árbol prohibido. “Si coméis de este árbol, seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.” Nuestro deseo de independencia del Principal Promotor del universo para convertirnos nosotros mismos en nuestro propio principal promotor es algo que está en el primer pensamiento cuando nos levantamos. ¿Estamos satisfechos con esa semejanza a Dios que es resultado directo de Su obra creativa? El salmista escribió, “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.” (Salmos 17:15).

¿Es eso suficiente? ¿O queremos ser como Dios, igual a Él, escogiendo y haciendo por nosotros mismos—hecho por nosotros, autosuficientes? En el primer caso moramos en Su reposo mientras Él crea, descansando y despertando a Su semejanza. En el segundo, competimos con Él y tratamos de tomar Su lugar, que es la esencia misma del espíritu del anticristo.

 De la Ley al Reposo - Davis y Clark

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry