Davis y Clark.
En Hechos capítulo 3, Pedro y Juan sanaron a un cojo que
se sentaba mendigando junto a la puerta de la Hermosa, en el templo en
Jerusalén. Los que fueron testigos de este milagro quedaron asombrados. Pedro,
hablando de Jesús, les dijo:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de
cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de
todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido
desde tiempo antiguo.” (Hechos 3:19-21)
Dios pretende rectificar todos los desórdenes de la
caída. La palabra restauración implica igualmente una partida y un regreso a la
intención original de Dios para la humanidad. Cristo ha comprado nuestra completa redención, pero la creación
gime, esperando la manifestación completa y el cumplimiento del propósito para
el que fue creada.
Aunque todas las cosas permanecen sujetas bajo los pies
de Cristo, el autor de Hebreos afirma: “pero todavía no vemos que todas las
cosas le estén sujetas”. (Hebreos 2:8). ¿Una contradicción aparente? ¡En
absoluto! Él es el Señor, pero todas las cosas todavía no se han postrado ante
Su Señorío. Los cielos Le han recibido hasta que todas las cosas sean puestas
delante de Sus pies—hasta que todas las cosas sean restauradas.
Al pueblo de Dios aún le espera una restauración completa.
Debemos permanecer separados y listos para salir de todo aquello que fracase en
expresar Su pensamiento y Su gloria completos, y avanzar con Él hacia esa
restauración.
Para poder comprender el impacto completo y el
significado de la restauración de todas las cosas, debemos primero entender que
la humanidad ha caído y que todo lo que vemos a nuestro alrededor se queda
escaso de la gloria de Dios. Con ese pensamiento firmemente puesto en nuestra
mente, también tenemos que entender que somos peregrinos en un viaje de
recuperación, regresando hacia esa gloria.
Este mundo, la carne y el diablo resisten este
peregrinaje en cada ocasión, ejerciendo todas sus energías para apartar al
peregrino, tentándolos a asentarse y a construir. Por esta razón, es imperativo
que veamos nuestro status migratorio y lo que las Escrituras tienen que decir
al respecto desde el principio. Comenzaremos con Génesis.
El Nuevo Exodo - G.Davis y M.Clark
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