Douglas Weaver
La palabra génesis
significa origen o comienzo. El libro de Génesis comienza con oscuridad y caos
sobre la faz del abismo. Esto era una oscuridad espiritual. El sol, la luna y
las estrellas no fueron creados hasta el cuarto día. El primer acto de Dios el
primer día de la creación fue separar la luz de la oscuridad. Esto establece el
patrón de todos los actos futuros de Dios en Su creación.
Por causa de la caída de Adán y Eva en la oscuridad
espiritual, perdieron el estado primario del hombre, fueron expulsados del
Huerto del Edén y apartados del árbol de la Vida. Cuando fueron expulsados,
Dios les dio una promesa de redención—una promesa de restauración. Dios dijo a
la serpiente astuta, “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañar” (Génesis 3:15).
Inicialmente Adán y Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel.
Estos dos hombres son prototipos de la humanidad. Surgen dos tipos
completamente distintos. La simiente de la serpiente y la simiente de la mujer,
lo piadoso y lo impío, lo justo y lo maligno, Cristo y el anti-cristo, el Hijo
de Dios y el hijo de perdición, el trigo y la paja, las ovejas y las cabras,
las vírgenes necias y las sabias, el hijo de la esclava y el hijo de la libre.
En Abel y Caín vemos al peregrino y al fundador de ciudades. Vemos la tendencia
piadosa del servicio en Abel; se convirtió en un cuidador de rebaños. En Caín
vemos la tendencia carnal de dominar la tierra con su propia fuerza e
ingenuidad. Uno era nómada, siguiendo a sus rebaños en armonía con la tierra. El
otro estaba asentado y era territorial-un arador y plantador de la tierra
maldita que insistía en producir espinos y abrojos.
Se cree ampliamente que Eva consideraba a su primogénito,
Caín, como la simiente prometida de que hablaba Génesis 3:15. Alfred Edersheim
explica:
“De los dos hijos de Adán y
Eva, Caín, era el mayor, y de hecho, el primogénito de todos sus hijos. Por
toda la antigüedad, y en el Oriente hasta este día, se considera a los nombres
propios como portadores de un significado más profundo. Cuando Eva llamó a su
primogénito Caín (‘obtenido’ o ‘comprado’) dijo, “He adquirido varón de Yahvé”.
Aparentemente, ella conectó el nacimiento de su hijo con el cumplimiento inmediato de la promesa de la Simiente, que había
de herir la cabeza de la serpiente. Si se nos permite esta comparación, la
expectativa de ella era tan natural como la creencia de algunos primeros
cristianos de la inminencia de la nueva venida de nuestro Señor.
Esto muestra igualmente lo
profundo que había calado esta esperanza en el corazón de ella, lo viva que era
su fe en el cumplimiento de la promesa, y lo ardiente que era su expectativa.
Pero si esos eran sus pensamientos, que pronto quedarían incumplidos. Quizás
por esta misma razón, o quizás por haber sido informada más ampliamente, o por
otras causas con las que no estamos tan familiarizados, el otro hijo de Adán y
Eva mencionado en la Escritura, fue llamado Abel, es decir, ‘aliento’ o
‘extinción’.” 1
El Nuevo Exodo - Douglas Weaver
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