Davis y Clark
No te sorprendas si la gente que busca a
mamón en las iglesias terminan siendo vuestros peores enemigos. En Hechos 17:5,
leemos: “Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a
algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando
la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.” Theyers define ociosos y
malos (agoraios) como sigue:
1) Perteneciente al mercado
2) Frecuentando el mercado
3) Buhoneros, Traficantes mezquinos,
comerciantes de baratijas
4) Hombres holgazanes, ociosos, vulgares,
bajos, ordinarios
5) Generalmente, gente del montón, adecuada a
un lenguaje forense (legal), transacciones de negocios.
Fueron precisamente holgazanes, mercaderes y
comerciantes involucrados en transacciones de negocio los que persiguieron a
Pablo. Esto debería mostrarnos cuánto de anticristo tiene este espíritu de
mamón. Fueron los plateros que vendían estatuas de Diana en Éfeso los que
causaron el tumulto que casi mata a Pablo y a los que con él estaban. Una de
las últimas excusas para perseguir las riquezas de este mundo en el nombre de Cristo,
es “Yo soy un ministro del mercado”.”.
Pablo lo dejó muy claro en su carta a
Timoteo: “Tú, pues, sufre penalidades
como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios
de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” (2ª Tim.
2:1-4).
La marca que distinguía las vidas de estos
hombres NO era la educación, ni la riqueza, ni el prestigio o el poder mundano.
Lo que hacia que la gente los notara era la fragancia de Jesús en sus vidas.
Predicaron el reino con poder, no la sabiduría de los hombres. ¿Qué es lo que
se dice de ti o de mí? ¿Los que son testigos de nuestra confesión, pueden decir
que hemos estado con Jesús?
Sin tener en cuenta lo que hubieran sido
antes de ser llamados a Cristo, el único negocio que tuvieron después fue el
Negocio del Padre, igual que Jesús, el ejemplo de ellos. Estaban demasiado
ocupados poniendo el mundo patas arriba para preocuparse con representar cada
faceta de la sociedad en el sistema del cosmos.
Somos llamados a ser siervos y esclavos, a
poner nuestras vidas totalmente por la obra del reino, predicando las buenas
noticias sin cobrar nada cambio. Lo que normalmente llamamos ministerio es lo
menos parecido posible a la fe y al caminar de Pablo y de los otros apóstoles.
Lo que encontramos aquí es formas cristianas de salvar nuestras vidas y evitar
la cruz de Cristo, y todo ello en nombre del ministerio.
A lo largo de los años, los que han hecho un
impacto mayor para el Reino de Dios no han sido los apóstoles del mercado, como
desean hacerte creer éstos que tratan de promocionar el ministerio del mercado,
sino los que lo abandonaron todo y siguieron al Señor. Fueron los que abandonaron
casas, hermanos, hermanas, padre, madre, esposa, hijos y tierra por causa de
Cristo, los que recibieron la bendición de Dios al ciento por uno. No estamos
hablando de dinero. Recibieron la vida eterna como recompensa (lee Mateo 19:29). No tenemos el conocimiento
ni las fuentes para dar un listado de estos ministros del Reino de Dios, pero
podemos mencionar unos cuantos.
Francisco de Asís fue una luz ardiente en un
lugar de tinieblas. Fue hijo de un rico mercante de telas italiano, y abandonó
su herencia legal, hasta la ropa que llevaba puesta, y salió fuera del campamento
para ministrar a los pobres con gran amor. Llevó el vituperio de Jesús.
O Hudson Taylor, que fue a la China interior
obedeciendo el llamado de Dios sin el apoyo ni respaldo de ninguna sociedad
misionera. Abrió el amplio continente al evangelio.
O George Mueller, que sirvió a los pobres y
huérfanos de Inglaterra. Dios le ordenó que no diera a conocer las necesidades
a los hombres. Obedeció, y a esos niños nunca les faltó la comida. Ninguno de
estos fieles siervos de Jesucristo salió como un apóstol del mercado. No se enredaron
en los negocios de esta vida. ¡Lo dejaron todo! “Porque el que quiera salvar su
vida, la perderá, y el pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25).
Este es el verdadero corazón del asunto.
Estamos encontrando fórmulas “cristianas”
para salvar nuestras vidas. Cristianizamos nuestras ambiciones, las cubrimos
con un lenguaje de piedad, y al mismo tiempo, preservamos intactos nuestros
anhelos de cosas de este mundo. Si, deberíamos ser testigos del reino de Dios
por donde vayamos, pero si encontramos un lugar en el mercado para sacar
ganancia, ¿De qué reino testificamos?
El hombre hará cualquier cosa para justificar
su búsqueda de riqueza, incluso transformando el marketing en ministerio. ¿Hay
alguien hoy que ministre en sencillez y que crea realmente que si escucha al Señor
y Le obedece, el Señor mismo se encargará de que su obra y los gastos que conlleve,
sean satisfechos sin necesidad de pedir ni de cobrar por nada? No fue hace mucho
que los hombres de fe creían que “Lo que Dios comisiona, Él se compromete a financiarlo”.
¿Hay
alguien que como Pablo, tenga temor de traer estorbo al evangelio de Cristo
buscando ganancia material en el nombre de Cristo? ¿Queda alguna clase de integridad
entre los que se llaman a si mismos por SU nombre en esta generación? ¿Están
todos corrompidos por la codicia? ¿Hay alguien que predique el evangelio sin cobrar
por ello? ¡Adiós, movimiento de la iglesia en casa! Todo evidencia que has
empezado a seguir el camino de Caín y de Baalam. Estás siendo seducido por la
religión comercializada y como Esaú, estás vendiendo tu primogenitura por un
plato de lentejas.
Haran Mercaderia de Vosotros - G.Davis y M.Clarck
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