George Warnock
La batalla de Barac fue
la primera Batalla de Armagedón. La última está justo delante. La Batalla de Barac
fue la primera de la Guerra de las Galaxias. La última Guerra de las Galaxias
está a punto de tener lugar. Una vez más Dios está reuniendo a un pueblo para
la batalla. Es un pueblo de “luchadores” (Neftalí significa “lucha”). “No
tenemos guerra contra carne ni sangre”. Estamos aprendiendo a permanecer en
Cristo (Zabulón significa “morada”). Y porque conocemos el reposo y la
confianza del Señor, al permanecer en Él sabremos como luchar contra las
potestades del ámbito celestial.
Una vez más, es un
pueblo que se ofrece voluntariamente: no simplemente sus talentos, un poco de
plata y de oro, una porción de sus recursos—sino a ELLOS MISMOS.
“Y ellos le han vencido
por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y
menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” (Apoc. 12:11).
¿Dónde tendrá lugar esta
última y final batalla del Señor? En la tierra, y no en los ámbitos
celestiales… pero comenzará en el Cielo.
“Y ella dio a luz un
hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su
hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. DESPUÉS HUBO UNA GRAN BATALLA EN
EL CIELO.” (Apoc. 12:5,7).
Amados, ¡Fijaos en esto!
Cuando este Hijo colectivo surja, ¡Habrá una declaración de guerra en el cielo!
Pero también abarcará a toda la tierra. Porque cuando el arcángel Miguel (a
cargo de las fuerzas angelicales) hace guerra contra el Dragón, el Dragón
(Satanás), es arrojado de su fortaleza celestial… ese lugar de dominio en los
cielos desde donde hostiga, cautiva y atormenta al pueblo de Dios y a los
habitantes de la tierra. Y ahora que él cede esos lugares altos de dominio a
los hijos vencedores de Dios, viene a la tierra “con gran ira, sabiendo que
tiene poco tiempo.” (Apoc. 12:12). Los habitantes del mundo no entenderán.
Habrá desastre y calamidad por todas partes.
La mujer “en el
desierto” no entenderá… porque hay tribulación y angustia y persecución. Pero hay un grito celestial de triunfo: “Por
lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos.” El pueblo de Dios está
caminando en lugares celestiales y haciendo guerra en los lugares celestiales,
aunque sus pies estén en la tierra, donde se encuentra el Dragón. Ahora pueden
aplastarlo debajo de sus pies, tal y como Pablo dijo que sería. (lee Rom.
16:20). ¿Pero que pasa con la tierra, ahora que Satanás ha sido derrotado en la
batalla y arrojado de sus alturas orgullosas?
¡Ay de los moradores de
la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira,
sabiendo que tiene poco tiempo. (Apoc. 12:12). Y todo es porque la victoria ha
sido librada y ganada. ¡Es el Día del SEÑOR! ¡Es el gran Día del Dios
Todopoderoso!
Los ejércitos de Barac
lucharon en “las alturas del campo” y “cerca de las aguas de Meguido” (Jueces
5:19). Por tanto, Meguido ha tomado un nombre simbólico para la última y gran
batalla de Dios que será luchada en el cielo, con armas espirituales, pero que
causará guerra y terribles repercusiones por todo el mundo. Me han dicho que
Har-Meguido (o Armagedón) significa Lugar de Dios. Es el lugar de la cita de
Dios con todas las fuerzas del mal que se han preparado contra el pueblo de
Dios y que Dios destruirá en el Día del SEÑOR.
Dios nos dice que estos
espíritus inmundos que salen de la boca del Dragón “son espíritus de demonios
que hacen señales, los cuales van a los reyes de todo el mundo a reunirlos para
la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.” (Apoc. 16:14). Y entonces viene
esta solemne advertencia al pueblo de Dios que está en la tierra y que debe ser
alertado y preparado para esta hora. Lejos de dar al pueblo de Dios el consuelo
de ser raptados en estos tiempos terribles, el Señor hace un claro llamado a la
santidad y a la cautela.
“He aquí, vengo como
ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo
y vean su vergüenza.” (v.15). Dios consideró apropiado insertar esta
advertencia especial a Su pueblo en el momento en que las fuerzas de Armagedón
estén siendo reunidas, ADVIRTIÉNDONOS Y ANIMÁNDONOS A ESTAR ALERTA, PREPARADOS
Y CAMINANDO EN LA JUSTICIA DE JESUCRISTO. Después de este paréntesis, Juan
continúa escribiendo:
“Y los reunieron en el
lugar que en hebreo se llama Armagedón” (v.16).
No nos confundamos con
el hecho de que haya diferentes facetas de verdad que se presentan en
Apocalipsis una y otra vez en diferentes lugares y mediante símbolos distintos.
El libro significará más para nosotros
cuando entendamos que Juan vio cosas descritas por el Ángel, no siempre desde
un punto de vista cronológico, sino desde un punto de vista del panorama
global: no como alguien que está en pie viendo una carrera desde una valla,
echando una mirada desde un visor, viendo como los caballos corren la carrera;
sino que está viendo como un atalaya por encima de la cerca, viendo claramente
esa porción de los eventos que Dios le estaba mostrando desde Su propia
perspectiva, en alguna fase particular de las poderosas operaciones de Dios en
la tierra y en la Iglesia. No obstante, todos los eventos se movían progresivamente
hacia el clímax glorioso de unos Nuevos Cielos y Tierra nueva.
Así pues, veámonos a
nosotros mismos con Juan, no caminando en una línea cronológica recta hacia la
meta final; sino observado como la verdad se despliega de forma parecida a como
verías los círculos moviéndose progresivamente en las aguas después de arrojar
una piedra a un estanque. Primero un círculo, después otro, y otro, hasta que
progresivamente alcanza su glorioso clímax.
Por eso, a lo largo de
todo el libro, vemos problemas, tribulación, victoria y el reino, repetidos una
y otra vez. Y por eso el Libro ha tenido un significado real para el pueblo de
Dios en cada era de la Iglesia, conforme a su círculo particular en el marco
del tiempo de los propósitos de Dios.
Y así llegamos al día de
la cosecha, en el que este maravilloso libro tendrá un significado especial
para los que caminan en Sus caminos en esta hora. Pero no debemos mirar a la
escena de la cosecha y pensar que todo lo anterior es algo del pasado. O vernos
a nosotros mismos en el momento de los “siete relámpagos” y sentir que todo lo
que ha habido antes de eso es mera historia para nosotros y que todo lo que se
menciona después es futuro aún. A Juan se le pide que escriba “las cosas que has visto, y las que son, y
las que han de ser después de estas.” (Apoc. 1:19). Pero hemos de entender que
las cosas que Juan vió en su día, son también cosas que estamos testificando
aquí y ahora.
Las cosas que pertenecen
a las siete iglesias son ciertamente históricas pero también están muy
presentes aquí y ahora. Y seguirán teniendo significado para la Iglesia incluso
hasta el tiempo del fin. “Y las cosas que han de ser después de estas” pueden
muy bien ser, desde nuestro punto de vista, cosas que ya han sucedido en un
cierto nivel de las operaciones de Dios… aunque han de ser aún reveladas en
otra fase de Sus operaciones.
Cuando Dios se mueve
progresivamente en la tierra a lo largo de esta era de la Iglesia, no se trata
de una situación pasado-presente-futuro desde el punto de vista de Dios. Muchas
de las cosas que Juan vio y las cosas que son, y las cosas que han de ser… han
sido decretadas y re-decretadas muchas veces en la tierra, como ha surgido un
círculo tras otro en la operación de los propósitos de Dios, desde el principio
hasta ahora. En medio y a lo largo de cada era de la Iglesia, ha existido el
conflicto entre el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad… hasta que en la
consumación de todo ello veamos al Cordero en pie sobre el Monte Sión con los
vencedores que Le han seguido y a todos sus enemigos sometidos debajo de Sus
pies.
El libro de Apocalipsis
comienza con la declaración de que Dios lo dio a conocer por signos. El ángel
“señal-ó” a Su siervo Juan… lo dio a conocer a él en un lenguaje de signos. Si
estamos familiarizados con el Antiguo Testamento, podemos leer el libro del
Apocalipsis y no darnos cuenta de que el “lenguaje de signos” que se usa
procede en su mayor parte de los tipos y sombras del Antiguo Testamento—no solo
de los libros que corresponden a los sacrificios y ceremonias de Israel, sino
también a las palabras de los profetas.
Hay aproximadamente 400
citas directas u otras referencias al Antiguo Testamento en el Libro de
Apocalipsis, tal y como el Espíritu Santo consideró apropiado revestir la
“Revelación” en terminología que la convirtiera en algo “muy escondido” de los
que continuaran caminando en desobediencia y rebelión contra Dios. Los
“misterios” de Dios son secretos revelados a los escogidos de Dios, pero
“secretos” que el mundo alrededor nuestro no puede conocer ni percibir, a menos
que el corazón se presente desnudo delante de Él. Porque nos dice muy
claramente: “Los secretos del SEÑOR son para los que le temen.” (Salmos 25:14,
LBLA).
Por tanto, Armagedón
deriva su significado del Meguido del Antiguo Testamento, donde en dos
ocasiones concretas, Dios reunió a las hordas del mal para llevar a cabo su
destrucción mediante Su poderosa intervención propia.
Tanto la guerra de Barac
como la de Gedeón tuvieron lugar en el área de Meguido. Y de este modo, Dios,
en el libro del Apocalipsis nos dice que será en Armagedón donde Dios atraerá a
las fuerzas del mal de este sistema mundial para traerles su destrucción. (Lee
Apoc. 16:14-16). Es el gran Día del Dios todopoderoso, cuando Dios se siente en
juicio sobre todo el mundo. Joel lo llama la batalla en el valle de Josafat.
Este no es el mismo valle que el de Meguido, pero el significado es claro.
Josafat significa “Dios es juez”. Es ese día en el que Dios se sienta en juicio
sobre el mundo entero. Joel es el alarmista del Antiguo Testamento. Cuando los
siervos de Dios comienzan a hablar del modo que habló Joel, son despreciados
por “alarmistas”. Así sucedió con los profetas de Dios de antaño. Que Dios
levante unos pocos más “atalayas” ungidos enviados del Cielo que toquen la
alarma—en este día en que la Iglesia está siendo enseñada a establecerse, a
estar en paz… Porque Dios no va a dejar que veamos esos días temibles de
tribulación y oscuridad del que hablan los alarmistas. Y así, Joel fue el alarmista de su día, que
clamó:
“Proclamad esto entre
las naciones: Preparaos para la guerra, despertad a los valientes; acérquense,
suban todos los soldados. Forjad espadas de vuestras rejas de arado y lanzas de
vuestras podaderas; diga el débil: Fuerte soy. Apresuraos y venid, naciones
todas de alrededor, y reuníos allí. Haz descender, oh SEÑOR, a tus
valientes.” (Joel 3:9-11).
Dios declara la guerra
contra todas las naciones por su rebelión contra Él. “Reuníos”, dice, “Estoy
listo para la batalla… ¡Preparaos para la guerra! Tengo una cita con todos los
hombres en Armagedón, el Lugar de Dios.. en el Valle del Juicio. ¡Seguid con
vuestras conferencias internacionales y con vuestras cumbres! ¡Seguid con los
Consejos de la Iglesia mundial y con vuestras reuniones ecuménicas! Y ¡UNÍOS
TODOS!” Dios dice que está soltando a los demonios de espíritus inmundos para
acelerar la obra que los hombres en lugares altos tienen en mente, la obra de
unir a los pueblos de la tierra en alianzas de PAZ, mientras que a la par,
rechazan al Príncipe de Paz.
Que la Iglesia del mundo
se reúna y exalte el liderazgo del hombre. Dios está preparando un cuerpo en la
tierra que está exaltando el Señorío de Cristo. Que los super-poderes luchen
por la paz basada en el poder y en la fuerza humanos… ¡Basada en la falsa
premisa de que un holocausto global puede evitarse si cada bloque de naciones
entiende que un primer golpe significaría la destrucción mutua! En medio de
todo ello, Dios está preparando a un pueblo, y los está armando con armas de
verdad, de pobreza de espíritu, de mansedumbre y de justicia, de amor—y
vencerán a las huestes del mal “por la sangre del Cordero y por la palabra de
Su testimonio!”
Quienes Sois? - George Warnock
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