Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


5 de diciembre de 2014

¿ENTONCES, QUE ES LO QUE QUEDA?


Michael Clark

No mucho si usted está buscando un reino terrenal para que sea lo que los hombres llaman “la Iglesia”. Jesús nos dijo que no esperemos un reino visible:
Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros. (Luc. 17:20-21)

Los líderes de Dios ni siquiera desean tener un perfil alto, sino ser humildes y simples hombres como su Maestro.

‘Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas…” (Mat. 11:28-29)

Así usted puede ver, en la verdadera Iglesia de Cristo no hay hombres gobernando por él, no hay diezmos legalistas para sostenerlos, ninguna división clero-laico, no edificios coloridos que necesitan constante soporte, y oh sí, tampoco hay seminarios, sino un cuerpo en el cual todos son sacerdotes. Somos llamados a ser solo familia y amarnos los unos a los otros con el mismo ejemplo que Jesús y la iglesia primitiva nos dieron. Si damos algún honor del todo es a “los más pequeños de estos mis [Sus] hermanos” y no a aquello que son altamente visibles y dotados (Vea Stg. 2:1-7).

¿Oh cristianos necios, son ustedes mejores que Jesús? ¿Puede usted completar para Dios aquello que Jesús ya lo hizo completo? ¿Quién los ha hechizado? Pablo alegaba con la iglesia en Galacia:

¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gál. 3:1-5).

Estoy seguro que algunos de ustedes que practican control con mano dura y enseñan al pueblo de Dios a guardar la ley están ahora enfurecidos contra mi y esta enseñanza, pero considere esto… si nosotros que creemos de esta manera, estamos equivocados, estamos en buena compañía.
Los acusadores de Esteban dijeron: “Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley…” (Hch. 6:13)

De Pablo dijeron: “Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley” (Hch. 18:13). Y “¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar” (Hch. 21:28)

Y aun Jesús cayó bajo este mismo ataque: “Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo” (Mat. 26:59-61).

¡Si, la ley es santa y el templo es santo! Pero toda la ley se resume en la frase “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo”. En cuanto al templo, nosotros, la Iglesia, somos el templo, no un fuertemente hipotecado montón de ladrillos, mezcla y madera que chupa la sangre de vida de la ekklesia de Dios.

Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. (Mat. 24:1-2)

¿Será usted el que “gobierne” a la Esposa de Cristo? ¡No yo, hermano! Los días de estas clases de llamados a-sí-mismos “ministros” están llegando a su fin.
Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. (1 Cor. 15:24)

Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Ap. 21:2-4)

Esta es la ciudad de Dios, la Esposa de Cristo, que debe llenar nuestros corazones y visión. Este el es Cuerpo de Cristo del cual todos los que creen son miembros. Regocíjense y sean libres en el precioso nombre de Cristo, queridos santos de Dios.

En su amor, Michael Clark,
Bayview, Idaho, USA

La Ley y La Iglesia - Michael Clark

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