Charles E. Newbold Jr
El espíritu Nicolaíta es
engañoso y mortífero. Esta profundamente atrincherado en la mayoría de los
hombres y mujeres que han sido entrenados y nutridos para ministrar en el
sistema de la iglesia. Las
personalidades Nicolaítas han gobernado en las iglesias desde el primer siglo DC.
A pesar de estas
excepciones como Diótrefes, la simplicidad parecía caracterizar la vida de los
así los-llamados-fuera que conocemos en el Nuevo Testamento, hasta después de
la muerte de Juan. Poco se sabe sobre las actividades de los-llamados-fuera
durante los pocos años entre la muerte de Juan y el cambio de siglo.
Cuando las páginas de la
historia de la iglesia comenzaron a
pasar en el comienzo del siglo segundo,
algo interesante había ocurrido. Algunos llevaban el título de obispo, como
Policarpo de Esmirna, Clemente de Roma, Ignacio de Antioquia, Polybo de Troya,
y Onésimo de Éfeso. Estos fueron hombres piadosos, defensores de la fe, algunos
de los cuales se convirtieron en mártires por Jesús, pero fueron de cualquier
modo, atrapados bajo el poder y posición del obispado.
Justo González apunta en
su Historia del Cristianismo, que
Jacobo, el hermano de Jesús, recibió erróneamente el título de obispo de
Jerusalén por parte de los líderes de la iglesia,
años mas tarde. {17} González
explica que “el énfasis en la autoridad de los obispos y en la sucesión
apostólica, fue parte de la respuesta de la iglesia ante el desafío de herejías
a finales del Siglo II y principios del Siglo III. Al convertirse la iglesia en
principalmente gentil, el peligro de estas herejías era mayor, y en
consecuencia, llevó a un énfasis mayor en la autoridad episcopal (obispado)”. {18}
A finales del S.III y
comienzos del S.IV, con el movimiento monástico, los obispos vivían en grandes
ciudades y disfrutaban de gran poder y prestigio. Además, el obispado se había
convertido en un oficio que cumplir más que en un llamamiento de Dios a un
hombre. Cuentan la historia de un hombre llamado Martín, nacido en el 335 DC,
que vivió la vida monástica y fue elegido para el oficio de obispo de Tours por
demanda popular. González escribió:
“Cuando el obispado de Tours quedó vacante, el
populacho quería elegir a Martín para esa posición. La historia cuenta que
algunos de los obispos presentes en la elección se opusieron de tal forma a esa
idea, argumentando que Martín era insólitamente sucio, vestido con trapos, y
desaliñado, y que su elección dañaría el
prestigio del oficio del obispo”. {19} Esta historia nos cuenta que el
obispado de Tours se había convertido en una posición u oficio para el que los
hombres podían ser elegidos. Lo que una vez fue el llamado de Dios sobre
hombres en particular, se había convertido en una institución de hombres.
Muchas iglesias de la
tradición Presbiteriana han escogido a hombres, mujeres y jóvenes como ancianos
para cumplir ciertas posiciones durante períodos listados. ¿Dónde está esto en
la Biblia?
De acuerdo con los
antecedentes del Nuevo Testamento, los ancianos eran nombrados en cada ciudad y
existían en pluralidad. Nadie recibía esa responsabilidad solo. Los ancianos no
eran llamados obispos ni pastores. Eran ancianos que pastoreaban el rebaño de
Dios en medio del cual el Espíritu Santo los había hecho supervisores (que es
la palabra griega episcopous, también traducida “obispo”).Hechos 20:20. Los
términos anciano, pastor y supervisor se refieren a la misma persona. El
anciano tiene que ver con quienes eran.
El pastor tiene que ver con lo que hacían.
El supervisor tiene que ver con como
hacían lo que hacían. Un anciano es alguien que es llamado por Dios a
desarrollar una función en el cuerpo de Cristo y jamás pretendió ser una
posición, oficio, título o institución en el Reino de Dios.
Este “oficio”
antibíblico del obispo fue el semillero en el que el sistema jerárquico del
clero se enraizó y floreció con el ascenso eventual de la iglesia
católico-romana. El poder del oficio del obispo era tal que el simonismo se
convirtió en un asunto de iglesia. El
simonismo es la compra y la venta de posiciones eclesiásticas (de iglesia).
Asimismo, se sabe que
los nobles, los reyes y los emperadores nombraban e investían a obispos y
abades para tener el control político de la iglesia.
La veneración que
reciben los papas, cardenales, obispos y sacerdotes tiene que ser repugnante
para el Espíritu Santo; especialmente que el Papa, un hombre, sea llamado Santo
Padre. La palabra cardenal, cuando se usa como adjetivo, significa de “extrema
importancia, primordial”. {20}
Jesús exhortó a Sus
seguidores respecto de esta necesidad de veneración: “Pero vosotros no queráis
que nadie os llame Rabí; porque uno es vuestro maestro, el Cristo, Y todos
vosotros hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno
es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros, porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece
será humillado, y el que se humilla, será enaltecido.” Mat. 23:8-12.
A pesar de la Reforma y
de otros despertares espirituales, la influencia del sistema del clero abunda
en cada denominación e iglesia
independiente. Cualquiera que desafíe la posición exaltada de alguien como
“Pastor” (o cualquiera que sea el título que tengan), estará usando palabras de
guerra al máximo.
Sin embargo, declaro con
valentía que los Nicolaítas hoy son los que promocionan el sistema del clero,
que separa a los así llamados ministros
“profesionales”, del así llamado laicado. Son los que buscan crecimiento
en poder, posición, riquezas, y dominio y generalmente a expensas de los
santos. Este “sistema del clero” es la obra del espíritu de ramera en las iglesias.
El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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