Charles E. Newbold Jr
Yo crecí en el
cristianismo institucional. El espíritu Nicolaíta (clero) se programó en mí
desde mi niñez, por parte de todos aquellos que ya lo tenían programado en
sí. Es generacional. Era lo único que yo
había visto o conocido. No había forma de saber que el ministerio pudiera ser
algo diferente de lo que mi experiencia y educación me había enseñado. Así,
continué el curso normal del ministerio que se esperaba de mí.
Yo respondí al llamado
al ministerio cuando tenía unos doce años de edad, inscribiéndome en la escuela
denominacional, donde sería entrenado para el ministerio, inmediatamente
después de dejar el instituto. Años
después acabé un Master en Divinidad en este seminario.
Había tomado el curso
normal de las clases de Biblia y religión que entrenaban para perpetuar el
sistema en el que me encontraba. Había sido entrenado por el sistema del clero
para ser uno de ellos. Fui contratado por los ancianos de la iglesia local para ser su pastor. Era el
administrador general y para todo lo práctico, era el profesional contratado
para llevar el trabajo de la iglesia.
Después de doce años
detrás del púlpito, me aparté de Dios y dejé el ministerio. Después de mi
conversión, años más tarde, Dios me inmovilizó en lo que yo llamo mi
experiencia del desierto. Duró muchos años. Dios me puso en la escuela de su
Espíritu Santo. Era un tiempo de aprendizaje de la palabra de Dios para mí
mismo, de recibir revelaciones, y de ser purgado de muchas manchas y arrugas.
Un día concreto en mi
viaje por el desierto, estaba orando con el Señor cuando vi en mi mente una
imagen de miniatura de un hombre que se encontraba en lo alto de un acantilado
con los brazos cruzados, el pecho erguido, la cabeza hacia atrás, lleno de arrogancia
y orgullo. Después de mirar otra vez, dije, “¡Señor, se parece a mí!”
Sabía que estaba viendo
un “espíritu” de preeminencia. Sabía que ahí estaba el espíritu Nicolaíta que
se había implantado en mí desde mi temprana niñez. Este es ese espíritu de auto-engrandecimiento
del clero. En cuanto lo vi, renuncié a
ello y pedí al Señor que lo quitara de mí. Esto ha tardado varios años en
suceder.
El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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