Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


3 de diciembre de 2014

EL CAMINO DE LA ABUNDANCIA DE FRUTOS Y AUTORIDAD


Davis y Clark 

Era el tiempo de la Pascua y ciertos griegos fueron a Jerusalén para adorar. Oyeron acerca de Jesús y vinieron a Felipe diciendo: “Queremos ver a Jesús”. Felipe se lo dijo a Andrés, y estos fueron y se lo dijeron a Jesús.

Después de oír esto, Jesús dijo algo que parecía completamente fuera de lugar, “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.

No hay nada en la narrativa de los evangelios que indique que Jesús se tomó el tiempo de ver a estos Gentiles. ¿No había El oído su petición? Si, pero El sabía que el mundo Gentil no podía verlo hasta que El, como un grano de trigo, cayera en la tierra y muriera llevando muchos hijos a la gloria (Heb. 2:10-11). El pacto que Dios hizo con Abraham, a través del cual los gentiles serian bendecidos, dependía completamente de este sacrificio. Sin la cruz, la revelación del misterio que fue escondido desde la creación del mundo, quedaría oculto al mundo de los gentiles (Rom. 16:25). Vemos entonces que la cruz es el centro de los propósitos de Dios.

Después de esto Jesús dirigió su atención hacia sus discípulos, quienes le habían seguido fielmente pero no tenían idea del camino que les esperaba por delante. Ellos claramente no habían entendido como el principio del grano de trigo, que era un principio de vida y de abundancia de frutos, se aplicaría a ellos. Jesús explicó: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.

¿Qué quiso decir Jesús con eso de “Si alguno me sirve, sígame…”? ¿Qué quiso decir cuando dijo “…y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor.”? ¿Seguirlo a dónde? ¿Dónde él estaba pidiendo a sus discípulos que vayan? Jesús estaba yendo al Padre a través de la cruz y el sepulcro, y aquel que quisiera seguirlo primero debe negarse a si mismo y tomar su cruz (Mt. 8:34, Luc. 9:23). Sí, es en la cruz donde Sus siervos se reúnen. Porque allí donde El está, también deben estar sus siervos. El Padre inviste vida y honor sobre sus siervos que se reúnen a los pies de la cruz y se han dado cuenta que el siervo no puede ser mayor que su Amo.

Entonces, como El siempre lo hacia, Jesús dirigió su atención arriba hacia el Padre, reconociendo el propósito para el cual había venido. “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre.” Mientras seguimos a Jesús, tarde o temprano la cruz va a ir haciéndose más grande en el horizonte.
Tarde o temprano llegaremos a ese lugar de decisión y la larga noche de Getsemaní va a probar nuestra resolución de seguir hasta el calvario. Será entonces cuando esas voces disuasivas de “Sálvate a ti mismo” irán aumentando en nuestro oídos en tonos tronantes y engañosos (Mat. 27:40).

Una cosa es ser engañado por el enemigo con todo lo que el mundo ofrece, pero una muy diferente es tener a sus amigos más queridos aconsejándole que vaya en contra de lo que usted sabe que es el camino que el Padre ha puesto delante suyo; un camino contra el cual su propia carne clama en contra. Por un lado a usted se le ofrece prosperidad y éxitos. Por el otro a usted no se le ofrece nada en este mundo sino solo sufrimiento y muerte. Solo le queda la fe para atravesar esto hacia su propósito celestial. Todo está en la balanza. ¿Salvaremos nuestra vida o la perderemos? ¿Escogeremos el propósito del Padre por encima de nuestro propio confort y decir con Jesús, “Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre”? Si seguimos a Jesús, también en nosotros crecerá la pasión por la gloria del Padre.

Si no abrazamos los propósitos del Padre en la cruz, estaremos huyendo en vez de seguir, salvándonos a nosotros mismos en vez de servir, evitar en vez de obedecer. Y nuestra constante oración será, “Padre, sálvame de esta hora”, mientras perdemos nuestras vidas a través de nuestra búsqueda por conservarla.

El observador honesto debe admitir que, típicamente, las iglesias de hoy rápidamente se están volviendo a lugares de alivio y entretenimiento que mas se asemejan a clubes campestres diseñados para el confort de los hombres en vez de una compañía de siervos que han tomado sus cruces y existen para la gloria de Dios. La dura palabra de la cruz se evita y la condición general refleja que el honor del Padre está retenido. ¿Por qué? El Padre solo honrará al siervo que lleva su cruz. El camino que lleva a la verdadera autoridad y abundancia de frutos no conduce directamente hacia arriba al trono, sino hacia la cruz, el sepulcro, y la vida de resurrección. Este es el camino que tomó Jesús. Y es el que también deben tomar Sus siervos.


Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark 

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry