George Warnock
Débora era profetisa.
Dios le había dado una palabra certera, puesto que ésta es la prueba final de
la verdadera profecía. El pueblo de Dios venía a ella para buscar la palabra
del SEÑOR en su hora de conflicto y necesidad. El don que tenía de Dios no la
exaltaba. Qué gracia tan tremenda Dios ha tenido que haber obrado en las vidas
de Sus escogidos para que pudieran proclamar la pura palabra de Dios en poder y
autoridad y con visión profética… y que ese vaso siga manteniéndose humilde y
manso en Su presencia y delante de los hombres.
Muchas de nuestras
mujeres sienten que tienen que vindicar su ministerio porque parece que vivan
en un mundo de hombres. Quieren probar que tienen un don y un ministerio de
Dios. Débora ni siquiera tuvo que viajar por el ministerio—“moraba bajo una
palmera”, símbolo de paz y descanso y victoria en Dios. Pero el pueblo
reconocía la palabra del Señor que había en su boca e iban a la casa de ella
para escuchar lo que Dios tenía que decirles. Era una simple ama de casa, como
cualquier otra mujer de Israel.
Cuando Dios dijo a
Débora que sacara a Barac de Cedes-Neftalí, y le mandó que levantara un
ejército de 10.000 hombres de Neftalí y Zabulón para librar al pueblo de Dios
de las manos de Sísara, su único deseo parecía ser el de quedarse en casa.
Simplemente se consideraba a ella misma como “una madre en Israel”. Las madres siempre
están satisfechas de quedarse en casa y de cuidar de su familia. Fue la
insistencia de Barac en que ella fuera con él, lo que hizo que cambiara de opinión.
Y en lugar de jactarse por el hecho de que era necesaria en el frente de la
batalla, reprochó a Barac por el temor que parecía tener. En su respuesta a
Barac había una profecía que parecía implicar algo semejante a esto: si el
hombre es infiel, Dios puede usar a una mujer para hacer la tarea de un hombre.
Esto es lo que dijo:
“Iré contigo; mas no
será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer
venderá Jehová a Sísara.” (Jueces 4:9)
¡Madres de Israel!
Tenéis un llamado muy alto. No os jactéis por el hecho de tener dones, por
poder profetizar palabras certeras de parte del Señor u obrar milagros.
Gloriaos de que Dios os haya hecho “vasos más frágiles” para que podáis conocer
como la Débora de antaño, la fuerza y la sabiduría del poderoso Dios de Israel.
Regocijaos en el ministerio que Dios os ha dado en vuestro propio hogar y
familia y bajo vuestra propia palmera. ¡Y al enseñar a vuestros pequeños los
caminos del Señor, puedan ellos crecer para llamaros BENDITAS!
Quienes sois? - George Warnock
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