Virgilio Zaballos
El apóstol Pablo
escribió: “... El que piensa estar firme, mire que no caiga (1Co.10:12).
Debemos velar y orar para no caer
(Mr.14:37-38) en las tentaciones propias del uso de autoridad. Hay que guardar
el corazón, examinándolo a menudo, porque de él mana la vida (Pr.4:23). “Examíname, oh Dios, y conoce mi
corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de
perversidad y guíame en el camino eterno” (Sal. l39:23~24).
Señales que pudieran
mostrar signos de salirse de la calzada:
Abuso de autoridad. Es cuando se ejerce dominio y presión sobre
las personas. Manipulándolas para
conseguir los fines deseados. Querer controlar la voluntad de los sencillos y
simples. “Para
que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las
artimañas del error” (Efesios,
4:14).
Pretender el control o monopolio de la unción. Usar formas “extrañas” para forzar el fluido
de la unción de Dios y conseguir nuestras metas. ¡Que peligroso! Debe ser el
Espíritu Santo quién nos dirija según Su voluntad (1Co. 12:11). Algunos
pretenden la unción para el servicio del sistema religioso y fuerzan (sin darse
cuenta) la acción de "otro espíritu...” (2Co. 11:4).
Por no resistir la adulación de las masas. De forma secreta y como una semilla que crece
oculta, podemos albergar en nuestro corazón las adulaciones que engendran el
orgullo espiritual. Si no se aborta a tiempo esa semilla, pronto pretenderemos
“ser los mejores”; actuaremos con altivez y despreciaremos a otros líderes o
iglesias (2Co. 1O:4-5) “Estos
son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca
habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”(Jud.
16). “Pues hablando palabras infladas
y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que
verdaderamente habían huido de los que viven en error” (2P.2:18).
Por no equilibrar el ministerio a las multitudes con el
ministrar a Dios.
Es fácil caer en
el “activismo desenfrenado” de “la obra de Dios”; y perder en ello al “Dios de la obra”. Eso no
puede ser. El aposento secreto de oración nos guardará en equilibrio. “Mas tú, cuando ores, entra en
tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt.6:6).
Por no acudir a la cita del desierto y a la prueba, cuando nos lleva el espíritu Santo.
Esto es difícil de digerir. En esos lugares seremos entrenados, adiestrados y
forjados para nuevas batallas a las que Dios nos llevará (Hch.8:26) (1P.5: 10)
“Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la
paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os
falte cosa alguna”
(Stg. 1:2-4). Las fórmulas modernas del éxito rápido y
con el mínimo esfuerzo, muy de moda en la actualidad –también en la iglesia-
nos alejan de los medios divinos para el fruto duradero (Jn.15:2,16). La máxima
“consigue lo que quieres por los medios que sea” se ha infiltrado en la
iglesia. Seamos honestos y reconozcamos que en el Reino de Dios "el fin no
justifica los medios (2Tim.3: 1,2,5).
Vender la verdad del evangelio. Predicar lo que es
agradable al oído carnal y mundano, por temor a perder gente y popularidad; que
a su vez conlleva una pérdida de poder económico y de conseguir los programas
presupuestados. ¡Que gran tentación! (2Co.2:17 y 4:2) (Gá.1:10) (Jn.6:60-69). “Sordos, oíd, y vosotros,
ciegos, mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es
sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego
como el siervo de Jehová, que ve muchas cosas y no advierte, que
abre los oídos y no oye? Jehová se complació por amor de su justicia
en magnificar la ley y engrandecerla. Mas este es pueblo saqueado y
pisoteado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles; son
puestos para despojo, y no hay quien libre; despojados, y no hay quien diga:
Restituid” (Is.42: 18-22). Vivimos
tiempos difíciles y de grandes sutilezas y engaños disfrazados con el mejor
camuflaje. Solo podemos escapar aferrados a Cristo y su palabra. Nuestro punto
de mira debe estar centralizado en Jesús. La percepción espiritual que nos hace
discernir las imitaciones y falsificaciones de la verdad podemos encontrarla
viviendo unidos íntimamente al dador de la verdad: Jesucristo (Jn.8:31-32).
El Milagro de una Vida Equilibrada - Virgilio Zaballos
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