Clayton Sonmore
Dios ha estado hablando sobre algo que
viene pronto, sobre una divina y poderosa visitación apostólica del Espíritu
Santo, centrada en Sí Mismo. Sentimos que Sus hijos van a manifestarse pronto
y ser emblanquecidos. El clamor de Su pueblo está centrado no sólo en conocerlo
como Cristo, sino que está empezando a centrarse en conocerlo como el Señor.
Será sobre nosotros el cumplimiento de lo
que fue profetizado por el profeta Joel, en el sentido de que - en los últimos
tiempos - El derramará Su Espíritu sobre toda carne. Sabemos que «sin santidad
nadie verá a Dios,» y ciertamente, sin esta santidad, nadie tendrá parte en el
ministerio de los últimos tiempos. Sentimos que Dios nos está llevando, cada
vez más cerca, a un lugar de completa purificación. La carne debe morir y, en
su lugar, debe quedar un cuerpo lavado y blanqueado, un pueblo «sin mancha ni
arruga.» Este pueblo habrá perdido su propia voluntad, porque ellos habrán
entregado esa parte de su naturaleza a Aquel quien es la vida eterna.
Este cuerpo, entonces, ya no ejercerá
derechos, porque ellos no tienen ninguno, pues todos los derechos han sido
puestos en la cruz, y revestidos en Aquel que se preocupa más por nosotros, por
nuestra alegría, por nuestra paz, por nuestras necesidades, por nuestros rasgos
de personalidad, que nosotros mismos.
Además, Dios ha hablado recientemente con
relación a moverse en niveles más altos que nunca antes. Este autor sabe bien
que, desde antes, hay un significativo número de personas del pueblo de Dios
que no sólo individual, sino colectivamente, se están moviendo, en todas las
circunstancias de la vida, en un campo del Espíritu inspirado verdaderamente
por Dios.
Si vamos a contribuir en algo en esta
visitación venidera, sentimos que Dios quiere que todos y cada uno de nosotros
y, especialmente, aquellos que están en el liderazgo, sean ungidos por Dios y
señalados por Dios. Sobretodo, este cuerpo debe reflejar la perfecta y divina
voluntad de Dios en todo lo que se haga, en todo lo que se diga y en todo lo
que se lleve a cabo.
Creo que esta Compañía de Josué es un hombre
colectivo, como un Juan el Bautista, o un Moisés, o un Josué, o un Ezequiel, o
un Pedro, o un Pablo de muchos miembros que están clamando a todo el Israel de
Cristo que, en el desierto de la derrota, de la confusión y del error, están
hambrientos y sedientos por todo lo de Dios. Este cuerpo, bajo la unción del
Espíritu, está de parto en la batalla por dar a luz tal cumplimiento.
Sí, éste es un ministerio colectivo del
remanente de un lado al otro del mundo, a quienes el Señor sostiene y
levantará, además, para que «toquen la trompeta en Sion,» con el fin de
edificar Su Iglesia según Su diseño celestial, y para proclamar Su propia
gloria eterna y Su honor. Dios está llamando para este hombre colectivo y, por
medio de él, a «Subir más alto.»
Este hombre colectivo, que apenas está
empezando a llegar a «la estatura de la plenitud» en Cristo Jesús, está ahora
llegando al cumplimiento de la verdad descrita en Efesios 3:21: «A él sea
gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de
los siglos.»
Mas Alla del Pentecostes - Clayton Sonmore
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