George Warnock
Cuando Israel cruzó el
Mar Rojo, estaban de hecho siendo “bautizados en Moisés, en la nube y en el
mar” (1ª Cor. 10:2). Por tanto, en tipo, habla de nuestro bautismo en Cristo:
en agua y en el Espíritu. Pero cuando esta generación falló en entrar a la
tierra de su herencia por su desobediencia, Dios levantó una nueva generación
que si prosperaría. Ahora estaban bajo un nuevo liderazgo, Josué. Y antes de
que pudieran poseer su herencia, recibieron instrucciones muy detalladas en
cuanto a como cruzar el Jordán, en preparación para la conquista de Canaán. Los
sacerdotes que llevaban el Arca del Pacto tenían que hundir sus pies en las
aguas del Jordán, y al hacerlo, las aguas se apartarían para que el pueblo
pudiera pasar por tierra seca.
Los sacerdotes tenían
que permanecer en el centro del Jordán mientras el pueblo pasaba. Tenían que
colocar doce piedras en el lecho del Jordán como un pilar, y también tenían que
tomar doce piedras igualmente del lecho del río y levantarlas como un pilar en
el lado del oeste. En tipo, tenemos un cuadro de una nación identificada con
Cristo en Su muerte y resurrección. Pero había más sobre este “bautismo” que
eso. Porque cuando habían levantado el campamento en el lado del oeste, tenía
que haber una nueva circuncisión. Esta generación nueva no había sido
circuncidada en el desierto y todavía llevaban el “reproche de Egipto” con
ellos. La mancha, el reproche, la carga y el mismo recuerdo de la vieja vida en
Egipto debía ser “desenrollado” en Gilgal, porque ese es el significado de la
palabra “Gilgal”.
De este modo, la
circuncisión se convierte en otro aspecto del bautismo cristiano. El bautismo
en agua (especialmente aquí, en el mundo occidental) se presenta como una ceremonia
hermosa, y las multitudes son especialmente invitadas a venir y testificarlo.
Sólo puede ser porque el verdadero significado del bautismo no ha sido conocido
o descubierto, o cumplido en las vidas del pueblo de Dios. Podemos aceptar el
bautismo cristiano y seguir muy felices con el mundo a nuestro alrededor. Pero
no era así en la Iglesia primitiva ni tampoco en algunas de las naciones del
mundo hoy día. En aquel día significaba un “cortar”.
De hecho significaba en
práctica y en experiencia, una identificación con la Cruz de Cristo.
“Circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de
la carne mediante la circuncisión de Cristo; habiendo sido sepultados con El en
el bautismo…” (Col. 2:11,12).
Significa que desde ese
día en adelante te hiciste enemigo del mundo porque el mundo era enemigo de
Dios. De hecho era una ceremonia de matrimonio en la que dijiste: “Te tomo,
Señor Jesús, para ser mi Esposo legalmente casado conmigo, para tenerte, para
amarte, para obedecerte… y para abandonar a todos los demás…” ¡Con qué
frecuencia hemos cometido adulterio con el mundo en esta relación!
“! Oh almas adúlteras!
¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues,
que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4).
Los soldados en el
ejército de Dios tienen que experimentar las implicaciones completas del
bautismo. Salir de Egipto significó un bautismo para Israel “en la nube y en el
mar”. Quizás fue suficiente para ellos en sus viajes por el desierto. Pero para
conquistar a las siete naciones fuertes de Canaán, nosotros, como el Israel de
antaño, debemos conocer y experimentar las implicaciones temibles de nuestro
bautismo: identificación con Cristo en el cortar con la vieja vida adámica,
para podernos levantar con Él “en novedad de vida”.
Nos estremecemos con el
pensamiento de que el bautismo en el Espíritu Santo significa una donación de
poder. Y es todo eso. Pero la mayoría de nosotros que hemos recibido esa
experiencia nos hemos decepcionado al descubrir que el poder de la vieja
naturaleza adámica seguía fuerte en nosotros, y que muchas veces hemos sido
impotentes ante la faz de tal enemigo.
Esto sólo puede haber
sido resultado de no haber caminado en el sendero de la Cruz y por tanto, por
no haber experimentado el corte de la vieja naturaleza en nuestro interior.
Hemos deseado el poder de este bautismo, sin la debilitación de nuestra carne;
y creo que Dios ha tenido misericordia de nosotros y no nos ha permitido
conocer demasiado de ese poder hasta haber llegado a conocer la circuncisión de
Gilgal. Demasiados ministros de Dios han comprendido el poder de Dios sin
conocer la debilitación de su propia naturaleza del yo, y esto ha resultado en
tristeza para ellos. Dios, danos de tu poder—pero primero que nada, para
ministrarnos “vida y piedad” (2ª Pedro 1:3); y debilita nuestras fuerzas para
que podamos conocer solamente la fortaleza y el poder del Señor.
Si hemos recibido un
bautismo del Espíritu pero no hemos recibido un bautismo de la debilidad de
nuestra carne, conoceremos muy poco del bautismo de poder. En la plenitud de
este bautismo, Dios nos debilitará para que podamos conocer Su poder. Si el
Espíritu de Dios tiene Su Señorío en nuestras vidas, nos guiará por el camino
de la Cruz; y si rehusamos ese camino, nunca aprenderemos a caminar en el
Espíritu. No es realmente una experiencia en la que nos hacemos más fuertes y
sabios, y poderosos en nuestra carne, sino una experiencia en la que nos
hacemos débiles, más insensatos y menos competentes…para que Dios pueda
convertirse en nuestra fuerza, en nuestra sabiduría y en nuestro poder.
¿Por qué tenemos que
enfatizar continuamente estas cosas? Porque somos duros de oído; y porque Dios
ha determinado ANULAR este sistema completo del mundo en el Día del SEÑOR. Y
para hacer eso, debe encontrar un pueblo que haya sido ANULADO por causa de la
operación de la Cruz en sus vidas. Dios no está ahí para hacer una muesca o dos
en nosotros, sino para llevarnos a CERO. Porque solo en fuerzas cero, podremos
llevar a las fuerzas del mal a CERO.
“Dios ha escogido lo
NECIO del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo DÉBIL del
mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha
escogido Dios; lo que NO ES (cero cosas), para anular lo que es.” (1ª Cor.
1:27-28) ¿Qué sabiduría o propósito puede salir de eso?
PARA QUE NADIE SE JACTE
DELANTE DE DIOS (V. 29). ¡Eso es todo el Día del Señor, y ese día está sobre
nosotros! ¡El día en que Dios ha dicho
que “mancharía el orgullo de toda gloria!”
Así que, ¿Qué es lo que
Dios hace con esa nación incircuncisa que Él está preparando para la batalla?
¿Circuncidarlos en el banco oriental del Jordán para que puedan recuperarse con
prontitud para la gran batalla? ¿En el
lado oriental donde aún tendrían la protección añadida de las muchas aguas y
crecidas del río… porque sabemos que el Jordán se inundaba por sus orillas en
ese tiempo del año? ¡No! Primero los hace pasar el río y después inutiliza
completamente a todo el ejército de guerreros ante las narices de los poderosos
hombres de Jericó. Los iba a debilitar por completo en la presencia de sus
enemigos.
No hay duda de que los
corazones del pueblo de Dios se derritieron al ver a unos 600.000 de sus
jóvenes fornidos, incapacitados para la batalla de un solo golpe, ante la orden
del Señor. ¿Pero sabes algo? En este mismo momento los corazones de los
habitantes de Jericó también se “derritieron” y “no quedó espíritu en
ellos”cuando vieron a este ejército incapaz fuera de sus muros fortificados.
¿Qué sucedió entonces? Cayó el terror de Dios sobre ellos. ¿Oíste lo que dijo
Pablo? Él usa LO NECIO para mostrar SU gloria y para confundir a los sabios.
Fue simplemente su
caminar de obediencia, su identificación con el camino de la Cruz, lo que trajo
el temor de Dios sobre los habitantes de la tierra y aterrorizó a los poderosos
guerreros de Canaán.
Ahora bien, consideremos
la estrategia de la batalla de Dios en cuanto a algunos de los jueces de
Israel. Una vez tras otra, Israel se apartaba del SEÑOR después de la muerte de
Josué. Y al buscar al SEÑOR, Él era siempre fiel en levantar a un libertador,
que sería conocido como uno de los jueces. En cada caso, vemos siempre el mismo
principio interviniendo, y el mismo patrón de batalla y de victoria.
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