Charles E. Newbold Jr
Por fuera, EL Ministerio
parece ser una vida noble entregada al sacrificio del Yo; pero cuando lo
interno es expuesto a la luz, se descubre una vida de egocentrismo y
auto-exaltación. Como sucede con la Cosa que llamamos iglesia, así sucede con EL Ministerio. Puede ser igualmente una
extensión idolátrica del Yo, algo que existe fuera de y en adición al que está
en el ministerio. Es un manto que nos ponemos nosotros mismos que Dios no ha
tejido para nosotros.
Hacemos algo de estar en
el ministerio cuando suponemos, “Estoy en
ministerio, por tanto, yo tengo un
ministerio.” Muchos santos bien intencionados han comenzado Ministerios sobre
el fundamento de un testimonio poco usual, o unos dones poco usuales. Es bueno
compartir nuestros testimonios. Probablemente ésa sea la razón por la que los
tenemos, pero no tenemos que entrar en EL Ministerio sólo porque tengamos un
testimonio.
No tenemos que entrar en
EL Ministerio sólo porque tengamos dones para evangelizar, profetizar, sanar,
enseñar, cantar o predicar. No tenemos que entrar en EL Ministerio sólo porque
sintamos el llamado de Dios al servicio. Dios nos ha llamado a todos a
ministrar. Todos tenemos que hacer el ministerio de los santos.
Pablo, el apóstol,
ilustró como todos somos miembros del cuerpo de Cristo y como cada uno tiene
una función diferente. Estas funciones son dones y servicios de unos a otros,
en el cuerpo. Pablo dijo que si tenemos el don de profecía, entonces hemos de
profetizar de acuerdo con la medida de nuestra fe. Si tenemos el don para el
ministerio, entonces tenemos que ministrar. Si enseñanza, enseñar. Si
exhortación, exhortar. Si dar, dar con simplicidad. Si el de dirección, dirigir
con diligencia, si muestras misericordia, entonces con alegría. Rom. 12:6-8. En
ninguna parte sugiere él remotamente que hemos de comenzar una empresa, un
nombre privado de entidad sin ánimo de lucro, darle nombre, y solicitar los
fondos para que pueda ser quienes somos en el cuerpo de Cristo. Tan solo tienes
que hacer conforme con quien tú eres.
Cuando comenzamos en EL
Ministerio, comenzamos algo que Dios no ha comenzado, porque estamos queriendo
algo para el Yo. Nos volvemos posesivos de esta cosa que llamamos Ministerio.
Nos referimos a ello como “MI Ministerio”, o “ESTE Ministerio”. Incluso lo
convertimos en un negocio. Le damos nombre, lo legalizamos, le preparamos una
base de datos, solicitamos los fondos para ello, y traficamos con nuestros
dones, como mercadería de una tienda de toma y dame.
El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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