Douglas Weaver
En Éxodo 12:1-51,
encontramos el registro de la última noche de esclavitud de Israel. Cada casa
escogió un cordero sin defecto. Tal y como Yavé había instruido, mataron al
cordero y aplicaron su sangre a los dinteles de las puertas de sus casas
particulares. Después pasó el ángel esa misma noche y solo las casas que
estaban marcadas con la sangre del cordero fueron pasadas de largo. Todos los
demás sufrieron la pérdida de su primogénito.
Después de preparar el cordero, cada familia recibió instrucciones de
comerlo sin dejar nada. También recibieron instrucciones para comerlo deprisa,
completamente vestidos, con sus callados en mano y con el calzado puesto.
“Y lo comeréis así:
ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en
vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.” (Éxodo
12:11)
La cena de la Pascua en
sí es un llamado al éxodo—un llamado a salir y adorar. Cuando una persona nace
de nuevo y se convierte en participante del cordero de Dios, tiene que estar
preparada para viajar (Juan 3:8). Tenemos que comer ceñidos los lomos, el calzado
puesto en nuestros pies, y nuestra vara en la mano, preparados a partir y
dispuestos a seguir ese viento santo donde quiera que Él nos lleve.
Aunque pueda parecer
impensable, la gente halla seguridad en la esclavitud. Considera digno de temor
todo este concepto completo de éxodo. Durante cientos de años, Israel vivió en
esclavitud, siendo golpeada por los señores de Egipto. Vivieron como esclavos y
sus hijos fueron asesinados por sus opresores, pero no hay evidencia alguna
hasta Moisés de que alguien tratara de escapar. Se necesita una fe como la de
Abraham para abandonar la tiranía de lo familiar, con todo lo opresiva que ésta
pueda ser, y ponerse a viajar hacia lo desconocido.
Un sonido de gran
lamento se oyó en Egipto la noche que pasó el ángel, pero hubo paz en las
moradas con sangre en los dinteles de las puertas. Dios llamó a un remanente de
todo el pueblo de toda la tierra y ahora tenían que salir como distintivamente—real
sacerdocio, nación santa.
“Este
los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar
Rojo, y en el desierto por cuarenta años.” (Hechos 7:36)
En este punto Esteban
comienza revelar las razones que había
detrás de su lección de historia. Hace una comparación sorprendente que
no solo reveló el alcance del ministerio de Cristo, sino que definió la
naturaleza de la iglesia.
“Este Moisés es el que dijo a los hijos de
Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos,
como a mí; a él oiréis” (Hechos 7:37)
El Nuevo Exodo - Douglas Weaver
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