Davis y Clark
Cuando
Jesús conoció por primera vez a simón, él vio más allá de su
exterior de pescador rudo e impetuoso y le dio un nombre que
fonéticamente describe la transformación o conversión
que Dios había pre ordenado para la vida de Simón. Nunca habiendo
conocido antes a Simón, “…mirándole Jesús, dijo: Tú eres
Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir,
Pedro [o piedra]) (Jn. 1:42). ¿Hay algo que esté fuera de lo
ordinario en esto? Pruebe esto: camine hacia un completo extraño en
la calle y cámbiele su nombre. Vea que pasa.
Si
bien esto es inusual para el hombre, es normal para Dios. Cuando Dios
da un nuevo nombre a una persona, la fe está obrando, la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Otro ejemplo fue
cuando El habló a Abraham con respecto a la esterilidad de Sarai. Al
cambiarle su nombre a Sara, allí estaba la promesa de la fertilidad
(Gen. 17:15). Dios vio a Abraham en Abram, Sara en Sarai, Israel en
Jacob y ahora Jesús vio a Pedro en Simón. El principio involucrado
cuando Cristo da a Simón el nombre de Pedro
(una piedra) es el principio por el cual Cristo edifica su Iglesia.
En
el Hebreo, el cambio de un nombre implica un cambio de su carácter y
posición. Habla de destino y promesa. De esta manera se daban
cuidadosamente y a menudo nombres en plegarias siguiendo las órdenes
de Dios mismo. Este fue el caso de Jesús. “Y será llamado Jesús
(Yeshua-salvador), porque el salvará…”
Pedro
era un pescador común, sin educación. Era impetuoso. Algunos lo
llamaban “el apóstol con la boca en forma de pie”. El estaba
constantemente en la disputa. Todas sus faltas fueron documentadas
para que el mundo las vea. ¡Pareciera que se tomaron precauciones
especiales para asegurar que ninguna de ellas se pase por alto aun
después de que el mismo fuera conocido como un apóstol!
Cuando
Jesús preguntó a sus discípulos “¿Quién dicen los hombres que
es el Hijo del Hombre?” Simón Pedro respondió: “Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Jesús respondió:
“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo
también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt
16:13-18).
Esta
conversación entre Jesús y Pedro es mucho más profunda de lo que
primeramente parece. El reconocimiento del nombre terrenal de carne y
sangre; Simón, con la inmediata mención del nombre profético de
Dios; Pedro, llama nuestra atención más al proceso que al hombre;
al principio más que a la persona. “Bienaventurado eres, Simón,
hijo de Jonás… Y yo también te digo, que tú eres Pedro…”
El
nombre Pedro
representa el llamado y destino del hombre Simón. El nombre Simón
representa la elección ideal para las vigorosas piedras de Dios. La
referencia de Simón como Pedro – una piedra – en el contexto de
Cristo edificando su Iglesia, es claramente una referencia al lugar
de Pedro como una piedra viva en el edificio. Solo en este discurso
Jesús menciona la Iglesia (ekklesia), su fundamento, su edificador,
su substancia, su construcción, y su arquitectura. La Iglesia de
Cristo no se construye con ladrillos y cemento sino que está hecha
con piedras vivas alineadas a la Piedra Cabeza de Angulo, quien
también es la Piedra Principal, el Alfa y el Omega.
Pedro
no es la piedra fundamental de la iglesia. Pedro representa el
material (piedras vivas) del cual se edifica la iglesia y el proceso
por el cual cada piedra es moldeada y encajada. La conversión de
Pedro de Simón a Pedro muestra como Cristo edifica su iglesia, una
piedra a la vez. Las palabras sobre esta
roca implica fundamento. “Sobre esta
roca, sobre este fundamento, edificaré mi iglesia” dijo Jesús.
¿Es Pedro el fundamento de la iglesia? ¡La respuesta a eso debe ser
no! ¡Jesús es la Piedra Principal y Fundamento! Isaías profetizó
su preeminente venida cuando dijo: “He aquí que yo he puesto en
Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de
cimiento estable; el que creyere, no se apresure”. (Is. 28:16)
El
asunto al que queremos dirigirnos aquí es al principio personificado
en los nombres Simón
y Pedro.
Es Pedro quien está preparado más vívidamente para el proceso de
edificación.
Yo Pues os Asigno un Reino - Davis y Clark
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