Charles E. Newbold Jr
La
Jezabel de Acab se caracterizó por haber matado a los profetas del
Señor. 1ª Reyes 18:4,13. El Señor vengó la sangre de Sus siervos
los profetas y la sangre de todos los siervos del Señor de la mano
de Jezabel (2ª Reyes 9:7) ungiendo a Jehú, uno de los capitanes de
Acab, para ser Rey de Israel y dandole instrucciones de aniquilar a
la casa de Acab.
La
Jezabel de Acab y LA MADRE DE LAS RAMERAS comparten esta reputación:
ambas mataron a los profetas de Dios. Apocalipsis 17:6 describe a una
mujer “ebria de la sangre de los santos, y
de la sangre de los mártires
de Jesús”. Apocalipsis 18:24 dice que “Y en ella se halló la
sangre de los profetas y de los santos y de todos los que habían
sido muertos en la tierra.”
Sus
poderes van mucho más allá de los de una mujer convincente. Estaba
asociada a los poderes de la oscuridad—alguien a quien esquivar,
alguien de quien huir. Elías tenía sentido común suficiente para
saber esto. Había ganado una poderosa victoria para el Señor sobre
el Monte Carmelo. Fuego descendió del cielo a su petición y
consumió los altares de los profetas de Jezabel. Después Elías
mató a todos los 450 de sus profetas a espada en el arroyó de
Cisón. 1ª Reyes 18:20-40. ¡Que valentía! ¡Que confianza en Dios!
Después, cuando “esa mujer Jezabel” amenazó con hacerle lo que
él había a hecho a los profetas de ella, huyó por su vida, e hizo
sabiamente. Reconocía la profundidad del mal en ella. Huyó una
jornada de camino hacia el desierto, se sentó bajo un enebro y rogó
al Señor que tomara su vida. 1ª Reyes19:1-4.
Este
espíritu en Jezabel ya estaba conspirando en Israel durante el
tiempo de los Jueces, cuando Sansón se entregó tontamente a Dalila,
una mujer en el Valle de Sorec.
Ella le indujo a que le revelara el secreto de su fortaleza, lo que
le costó su fuerza, su libertad, su vista, y finalmente, su vida.
Jueces 16:4-22.
Juan
el Bautista, el profeta, cayó víctima de este espíritu atroz.
Mateo 14:1-12. Juan había condenado a Herodes por tomar a la esposa
de su hermano, Herodías. Herodes quería matar a Juan, pero temía a
la multitud que consideraba a Juan profeta. En la celebración de su
cumpleaños, la hija de Herodías bailó ante la ilustre multitud del
cumpleaños. Su actuación fue tan grata que Herodes locamente le
ofreció cualquier cosa que pidiese, hasta la mitad de su reino. Su
madre no desaprovechó el tiempo animándola a pedir la cabeza de
Juan. La Biblia dice que Herodes se sintió mal, pero se había
jactado de su promesa a oídos de toda la multitud presente, y no
podía echarse atrás. La cabeza de Juan cayó y el espíritu de
Jezabel se había cobrado la vida de otro profeta de Dios.
Si
Jezabel no puede matar al profeta de Dios abiertamente, tratará de
seducirlo a cometer algún acto inmoral, ilegal o sin escrúpulos
para descarrilarlo. La historia de José y la esposa de Potifar es el
ejemplo clásico de este tema en las Escrituras. Aunque había sido
comprado como esclavo, José halló favor con Potifar y Dios bendijo
a Potifar por causa de la presencia de José en su casa. Potifar
confió la administración de su casa y de sus riquezas a José.
La
esposa de Potifar era otro asunto. Tenía motivos sexuales hacia
José e intentó seducirlo en su cama. José, siendo un hombre de
integridad, rehusó sus seducciones. Ella le atrapó. Agarró su
manto al huir de ella, y lo llevó a Potifar, acusándole falsamente
de haber intentado abusar de ella. Aunque Potifar le encarceló, el
espíritu de Jezabel finalmente fracasó, porque Dios usó el
encarcelamiento para guiarle a su destino-el asiento de honor y de
confianza en la casa de Faraón. Gén. 39:7-20.
Proverbios
5:1-8 es una advertencia al hombre natural que se aplica al hombre
espiritual igualmente: “Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y
a mi inteligencia, inclina tu oído. Para que guardes consejo y tus
labios conserven la ciencia. Porque los labios de la mujer extraña
destilan miel y su paladar es más blando que el aceite, más su fin
es amargo como ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies
descienden a la muerte, sus pasos conducen al Seol, sus caminos son
inestables, no los conocerás, si no considerares el camino de la
vida. Ahora pues, hijos, oídme y no os apartéis de las razones de
mi boca. Aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su
casa.”
El
espíritu de Jezabel en las iglesias de hoy no es nada menos que una
amenaza a los siervos de Dios. Muchos siervos piadosos y genuinos de
Cristo han sido dañados espiritual y emocionalmente, y excomulgados
de las iglesias
porque han buscado seguir la dirección del Espíritu Santo en contra
de los intereses de sus rígidas tradiciones denominacionales.
Como
Bob Hughey indica, “La ramera roba afecto, tiempo, energía,
recursos financieros y semillas de la esposa”. Tal y como la
semilla física de los humanos es el esperma, así, la semilla
espiritual es la Palabra de Dios. Su Palabra es para su esposa. Hemos
de recibir con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede
salvar nuestras
almas. Santiago 1:21b.
El sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr
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