Virgilio Zaballos
Jesús
pone al descubierto los desequilibrios que nos azotan; no sólo en el
conjunto de la sociedad, sino también en la vida del discípulo y de
la iglesia. Y cuando lo hace, no es con el propósito de ser crítico
nada más; él mismo enfoca y alumbra las respuestas necesarias. La
desproporción alarmante a la que me estoy refiriendo en este
capitulo es la siguiente:
"La
mies (cosecha) es mucha,los obreros ( discípulos,) pocos”
Esta
desigualdad ha sido y es el gran azote de los líderes de las
iglesias. La necesidad es tan grande, el campo de misión es tan
vasto; que en muchas ocasiones quedamos paralizados y perplejos ante
esta desproporción. Cuando nos convencemos de lo imposible de lograr
un acercamiento en este desequilibrio, hemos dado el paso final para
la indiferencia absoluta en cuanto a la gran comisión. De esa forma
perdemos la visión de Dios, la sensibilidad del Espíritu Santo y la
compasión de Cristo hacia las multitudes. ¡Que gran pecado!. Pero,
¿qué podemos hacer'?. Somos muy pocos, no tenemos mucha fuerza, y
recursos económicos menos aún. Para empezar, podemos leer y meditar
las palabras vivas y llenas de unción santa del Maestro. Al hacerlo,
tal vez el Espíritu Santo quiera avivar y vivificar el fuego de la
verdad en nuestros corazones.
Veamos.
“Recorría
Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de
ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad
y toda dolencia en el pueblo.
Y
al ver las
multitudes,
tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como
ovejas que no tienen pastor.
Entonces
dijo a sus discípulos: A la verdad
la mies es mucha,
mas los
obreros pocos.
Rogad,
pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo
9:36-38).
No
cabe duda que estas palabras son cortantes; abofetean nuestro rostro
religioso y la falta de visión, compasión y
consagración que
existe hoy en muchas iglesias. ¡Que vergüenza para los hijos del
Reino que no haya fondos suficientes para enviar obreros a todas las
ciudades de España donde el Señor quiere ir! (Lc. 10:1). “Después
de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a
quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar
adonde él había de ir”Pero
no simplifiquemos todo a una falta de recursos económicos. Existen
otros factores anteriores que son mas determinantes a la hora de
realizar la gran comisión. Miremos algunas de las respuestas que
Jesús muestra para hacer frente a este desafío.
El milagro de una vida equilibrada - Virgilio Zaballos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario