Virgilio Zaballos
ABRAHAM
(Gn.13:l4-18). “Y
Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora
tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur,
y al oriente y al occidente.
Porque
toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para
siempre.
Y
haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede
contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.
Levántate,
ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la
daré.
Abram,
pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que
está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová”.
Hubo
un momento en la sociedad que formaban Abraham y Lot cuando tuvieron
que tomar la decisión de separarse porque la tierra no era
suficiente para que habitasen juntos (Gn. 13:6). En esos momentos la
visión de cada uno se puso a prueba. Lot alzó sus ojos y vio toda
la llanura del Jordán (Gn. 13:10). Escogió según lo que vieron sus
ojos; fue guiado por el informe natural de su vista. Sin embargo, de
Abrahám dice la Escritura que recibió orden de Dios de alzar sus
ojos y mirar desde el lugar donde estaba; y la tierra que viera el
Señor se la daría a él y su descendencia para siempre (Gn.
13:14-15).
Abraham
vio lo que Dios le dijo que viera; Lot vio lo que tenía delante de
sus ojos. La visión de Abraham fue en aumento y se ensanchó
(Gn.15:5ss.); la visión de Lot se extinguió y perdió todo lo que
tenía, sólo pudo salvar su vida y las de sus hijas (Gn. 19:17,30).
Dios le enseñó a Abraham el secreto de “ver”, partiendo de su
vista física y de cosas físicas, para penetrar a realidades
espirituales mucho más elevadas. Le dijo: Mira las estrellas, así
será tu descendencia (Gn. 15:5). También le habló de que su
descendencia sería como la arena del mar (Gn.22:l7). Este es uno de
los grandes secretos de la vida de fe: Ver lo que Dios quiere que
vea, para poseer lo que Él quiere que tenga. Cuando estamos viendo
lo que Dios nos ha prometido; los informes físicos negativos (el
informe del ojo natural) no dirigirán nuestra vida y acciones, sino
la fe que se alimenta de la visión de Dios.
Pablo
lo explica muy bien en Romanos, 4:17-25 y 2 Corintios, 4:16-5:7.
“(como
está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de
Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las
cosas que no son, como si fuesen.
El
creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de
muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu
descendencia.
Y
no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como
muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de
Sara.
Tampoco
dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se
fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
plenamente
convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había
prometido;
por
lo cual también su fe le fue contada por justicia.
Y
no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada,
sino
también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto
es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús,
Señor nuestro,
el
cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación”.
“Por
tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Porque
esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria;
no
mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas. Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este
tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no
hecha de manos, eterna, en los cielos.
Y
por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra
habitación celestial;
pues
así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
Porque
asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia;
porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo
mortal sea absorbido por la vida.
Mas
el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras
del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que
entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
(porque
por fe andamos, no por vista)”
JEREMIAS
(Jer.1:11-14). “La
palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y
dije: Veo una vara de almendro.
Y
me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para
ponerla por obra. Vino a mí la palabra de Jehová por segunda vez,
diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz
está hacia el norte.
Me
dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores
de esta tierra”.
En este pasaje el
Señor le da a Jeremias dos mensajes proféticos a través de ver
cosas físicas: Una vara de almendro y una olla que hierve. Partiendo
de aquí, el profeta recibe revelaciones sobre el futuro de Israel.
Esta
percepción espiritual partiendo de elementos físicos aparece en
muchos lugares de las Escrituras. Jesús usa el mismo principio para
enseñar a sus discípulos sobre la gran cosecha y fijar en sus
corazones la visión de multitudes preparadas para recibir el mensaje
del evangelio (Jn.4:35). “¿No
decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega?
He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya
están blancos para la siega”
LA
PROFECIA DE JOEL
(Hch.2:16-18)
“Mas
esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y
en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre
toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros
jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de
cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”. Joel
profetizó de un tiempo cuando el Espíritu Santo se derramaría
sobre toda carne, y el mismo Espíritu de Dios traería profecía,
visiones y sueños sobre personas “normales” que serian llenas
del Espíritu. Estas visiones y sueños prenden fuego en los
corazones y los hacen arder para Dios y Su obra.
Esta
verdad, expuesta aquí de una forma muy escueta, contiene un
potencial tremendo del poder de Dios dado a la iglesia y que muchos
han contaminado y mezclado. El diablo ha sembrado de cizaña este
campo y muchos han sido confundidos y atemorizados; pero la verdad
misma pertenece al Reino de Dios. Aún se usa en filosofías
anti-cristianas y en movimientos modernistas (Nueva Era, Humanismo)
que pretenden apropiarse y falsificar los principios bíblicos. Sin
embargo, la iglesia de Dios no debería dejarse robar ni intimidar
por los espíritus engañadores; sino hacer suya la oración de Pablo
a los efesios:
“Que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé
espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para
que sepáis cuál es la esperanza... cuales las riquezas.., y cuál
la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los
que creemos, según
la operación del poder de su fuerza”.
El sistema de la iglesia Ramera - Virgilio Zaballos
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