George Warnock
Porque
desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno
poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos
por medio de lo creado.” (Rom. 1:20).
¡Qué
cosa tremenda es ésta! Que en cada cosa que Dios hizo tenemos una
expresión de algún aspecto particular de la gloria y la sabiduría
de Dios—para que el hombre pueda ver y oír y llegar a conocer a
Dios. Y hasta que los corazones de los hombres se oscurecieran
completamente por medio del pecado voluntario y de la desobediencia;
lo que Dios creó se convirtió en la Palabra de Dios para ellos. Fue
la única Biblia que los hombres tenían en esos principios
tempranos. El apóstol nos dice como el hombre perdió su capacidad
para conocer a Dios: “Pues aunque conocían a Dios, no le honraron
como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus
razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.” (Romanos
1:21). Esto inició al hombre en su largo camino a la apostasía, del
que nunca se ha repuesto. En lugar de adorar a Dios, comenzaron a
adorar a las cosas que Él había creado. En lugar de darle gracias
por las cosas hermosas que Él había dado, comenzaron a adorar a las
cosas hermosas. Hicieron mucho con los dones que Él había dado,
pero deshonraron al Dador. Y esto es tan evidente en las así
llamadas naciones cristianas como lo es entre las paganas. Cuando
cualquier cosa que Dios haya hecho se interpone entre el hombre y su
Creador, es idolatría. El materialismo es idolatría. El Humanismo
es idolatría. Adular a algún don grandioso o a algún ministro con
talentos que Dios haya puesto en la iglesia para edificar el cuerpo
de Cristo, es idolatría.
Dios
ha hecho cosas buenas para el hombre, y continua dándole dones y
bendiciones maravillosas, para que a través de estas cosas, pueda
descubrir a Dios y llegar a conocerle mejor. “Oídle”, es la voz
de la Escritura así como la voz de la naturaleza. Lo que Él hizo
tuvo su origen en el ámbito de lo invisible, pero no ha de ser
venerado como Dios. “Por la fe entendemos que el universo fue
preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue
hecho de cosas visibles.” (Heb. 11:2) Dios no creó el universo de
la nada. Él sacó del ámbito de lo invisible—atributos,
calidades, áreas de sabiduría y conocimiento que son inherentes a
Él mismo. Cristo es en realidad esa Palabra, el Logos... Aquel a
través de quién Dios hizo todas las cosas (Juan 1:3, Heb. 1:2). Es
la expresión final del corazón y de la mente de Dios. Algunos
afirman con valor: “La Biblia es la revelación final a los
hombres, y no hay revelación aparte de la Palabra”. Esto es cierto
si reconocemos que los autores de las Escrituras apuntan al Verbo
mismo, el Logos, como Aquel que vino al mundo como la Palabra Final
de Dios. Las Escrituras fueron escritas por inspiración del Espíritu
y sólo pueden entenderse con la mente del Espíritu. Y así, el
apóstol Pablo dijo: “De lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el
Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras
espirituales.” (1ª Cor. 2:13). Comprendo que el pensamiento es:
“combinando cosas espirituales con lo espiritual.”
Pablo
recibió el espíritu de sabiduría y de revelación para poder
alcanzar hasta ámbitos del Espíritu y traer verdades espirituales a
los que habían recibido una mente espiritual por el nuevo
nacimiento. Somos extremadamente dependientes del Espíritu Santo
para cualquier cosa que recibamos de Dios, en cuanto al conocimiento
y el entendimiento de la verdad. Y al ser ungidos nuestros ojos con
el colirio del Espíritu, y al abrirse nuestros oídos para oír Su
voz, sólo entonces podremos escuchar la voz de la Verdad. Sólo
entonces comprenderemos los “misterios” de Dios. Vemos toda la
tierra llena de Su gloria (Isaías 6:3); porque todas las cosas
fueron creadas para ser alabanza y gloria al Dios que las creó.
El huerto de Dios - George Warnock
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