Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


21 de julio de 2018

VEN A MI HUERTO


George Warnock

Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta.” (Cantar de Los Cantares 4:16) “Yo vine á mi huerto, oh hermana, esposa mía” (Cantar de los Cantares 5:1)

Toda la tierra está llena de Su gloria”, dijo el profeta, y en esta hora de clamor y bullicio, cuando miles de voces conflictivas invaden nuestros corazones y mentes para distraernos o para distorsionar nuestra vista, nos haría bien a todos apartarnos para escuchar una palabra del libro de la naturaleza... la creación de Dios. Pero siempre, por supuesto, en el contexto de la Biblia, el libro de la Nueva Creación. Porque la Biblia nos enseña que el “campo” donde se planta la semilla de la Nueva Creación es el mundo que ahora está bajo la maldición. “El campo es el mundo”, dijo Jesús (Mat. 13:38). Qué maravilloso saber que la vieja creación se ha convertido en el campo de semillas de la Nueva Creación, y que Dios es el creador de ambas; por supuesto, reconociendo que la vieja creación se sujetó a futilidad por causa de la caída del hombre. Y así, aquí mismo en medio de la vieja creación, Dios puede hablarnos desde ese entorno. Jesús nos dijo: “Observad cómo crecen los lirios del campo” (Mat. 6:28); Y también, “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos...” (Juan 15:5). A través de estas cosas naturales Dios nos apunta hacia la realidad, a la Nueva Creación...y a través de todo ello nos revela algo glorioso desde el Espíritu de la Verdad.

Sólo después de que el instrumento natural haya servido para su propósito concreto en la voluntad de Dios, Dios lo quita. Por eso ha quitado la serpiente de bronce, el arca del Pacto, y el candelero dorado... y cualquier otra forma de ritual, tipo o sombra que pertenezca a un orden pasado. Pero la Palabra escrita de Dios permanece con nosotros; y también el libro de la vieja creación. Así deben de permanecer hasta que la gloria completa y el propósito para el que fueron dados sea manifiesto, y la Nueva Creación brille en todo su brillo como la expresión misma del pensamiento y del corazón de Dios. Algunos hablarían de la Palabra escrita como si fuera final y completa en sí misma. Pero no es así. Estoy confiado de que el presente canon de 66 libros es lo que Dios quería. Pero en realidad, la Palabra de Dios va más allá de las Escrituras; y la Palabra no se cumple en la intención de Dios hasta que haya sido escrita en los corazones y las mentes del pueblo de Dios. Dios dijo, “Porque este es el pacto que Yo haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos y las escribiré en sus corazones” (Heb. 8:10). La Palabra de Dios ha sido escrita en la naturaleza y ha sido escrita sobre papel... pero el cumplimiento final llega cuando es escrita en la “carne”. Y así, leemos, “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14).

Pero tenemos que entender que el propósito de Su encarnación en la carne tampoco era final en sí. Porque después de haber “acabado la obra” que el Padre Le dio que hiciera en la tierra, ascendió a los cielos para involucrarse en un “ministerio aún más excelente”, desde el trono de Dios. El ministra el mismo Espíritu de Verdad en el que Él andaba mientras estaba aquí... pero ahora Él esta ministrando desde el verdadero Santuario en el Cielo, a los Suyos, que están en la tierra, como el “Mediador de un mejor pacto” (Heb. 8:6). En consecuencia de este ministerio desde el trono, Sus redimidos en la tierra han de de convertirse en Su propia epístola viviente, “conocida y leída por todos los hombres, siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por nosotros, no escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo.” (2ª Cor. 3:2,3). Hemos estado muy ansiosos por conseguir que el mundo lea nuestra Biblia, y esto es correcto. Creo que Dios quiere que todo el mundo tenga Su Palabra escrita en su propia lengua. Fue la impresión de la Biblia en la lengua del pueblo que hizo que la luz del evangelio brillara en el mundo a nuestro alrededor, a lo largo de la historia de la Iglesia... y especialmente en el tumultuoso período de la Reforma. Pero el hecho es que nos enfrentamos a una tarea imposible si hemos llegado a la conclusión de que la distribución de más Biblias y de más literatura cristiana es la respuesta de Dios a un mundo perdido.

El mundo si lee a la Iglesia...siempre disfrutan leyendo a la Iglesia—y es triste decir que con frecuencia están grandemente desilusionados con lo que leen y con lo que ven. Y las naciones no van a ver ni a oír al Cristo de la Biblia hasta que la Iglesia se haya convertido en la “epístola de Cristo”. Podemos entrenar y equipar y organizar y financiar a los obreros de Dios, pero sólo el reflejo de Su gloria en Su pueblo cambiará los corazones de los hombres.

El huerto de Dios - George Warnock

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry