Virgilio Zaballos
“Y
esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en
ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de
que seáis sinceros e irreprensibles para el día De Cristo, llenos
de frutos de justicia que
son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza De Dios”
(Fil.1:9-11).
Este tipo de crecimiento contiene el sufrimiento del Mesias y el
sufrimiento de aquel que lo produce. El fruto de justicia incluye la
poda; tiempos de tribulación y aflicción. Forma el carácter del
creyente. Produce una vida en novedad del Espíritu continuamente y
se mantiene en una transformación sostenida (Ro.6:4 y 7:6).
Este
fruto permanece porque ha nacido de Dios (1Jn.5:4); y vence todas las
fases del crecimiento, con los diferentes tiempos que debe
sobrepasar. “Decía
además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla
en la tierra;
y
duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece
sin que él sepa cómo.
Porque
de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba,
luego
espiga,
después grano
lleno
en la espiga;
y
cuando el fruto está maduro,
en seguida se mete la hoz, porque
la siega ha
llegado”
(Mr.4:28-29).
El
fruto de justicia sobrepasa la prueba del fuego y es hallado en
alabanza, gloria y honra... recibiendo así la recompensa eterna. “En
lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si
es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el
cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo
”
(1P.1:6-7).
“Y
si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca,
la
obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará,
pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el
fuego la probará.
Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa.
Si
la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él
mismo será salvo, aunque así como por fuego”(1Co.3:12-15).
“Por
tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras
estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”
(2Co.5:9-10).
El
fruto de justicia no se puede manipular. Es el producto que brota de
una unión y relación de vida con Cristo.
“Yo
soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que
lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Ya
vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por
sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí.
Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en
él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer.
El
que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho.
En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis
así mis discípulos”
(Jn. 15:1-8).
Virgilio Zaballos
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