Una vez que
hemos regresado a la casa, Dios tiene un propósito de colocarnos como
administradores y mayordomos; pero para ello será necesario pasar la prueba de
la fidelidad. El Señor de la casa pondrá a prueba nuestras vidas para ver si
nos puede confiar Sus bienes. Dios se reserva el derecho de probar la calidad
de nuestro corazón. Por tanto, somete a diversas pruebas a aquel que tiene un
deseo sincero de servirle.
Josué. Dios vio en Josué la fidelidad de su corazón
cuando no participo en el culto al becerro de oro, sino que se mantenía al lado
de Moisés y del tabernáculo. “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla
cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo
de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo” (Ex.33:11).
Y se confirmó cuando fue a reconocer la tierra prometida. Dios pudo comprobar
que había en él otro espíritu... (Nm.14:6-10,24). “Y Josué hijo de
Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra,
rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los
hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es
tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él
nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.
Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta
tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de
ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. Entonces toda la multitud
habló de apedrearlos... Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro
espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y
su descendencia la tendrá en posesión”.
El pueblo de Israel. El Señor advirtió al pueblo en el desierto que
probaría la calidad de su corazón cuando estuvieran instalados en la tierra
prometida. Se reservó el derecho de sondear la profundidad de sus palabras.
Para ello permitió que quedaran algunos pueblos de Canaán sin conquistar con
dos propósitos: Para que el linaje de los hijos de Israel conociese la guerra,
y para saber si obedecerían a los mandamientos del Señor “Cuando Jehová
tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y
Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no
llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no
plantaste, y luego que comas y te sacies,
cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto,
de casa de servidumbre”.
“Estas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a
Israel, a todos aquellos que no habían conocido todas las guerras de Canaán;
solamente para que el linaje de
los hijos de Israel conociese la guerra, para que la enseñasen a los que
antes no la habían conocido: los cinco príncipes de los filisteos,
todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que habitaban en el monte
Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta llegar a Hamat. Y fueron para probar con ellos a Israel,
para saber si obedecerían a los
mandamientos de Jehová, que él había dado a sus padres por mano de Moisés” (Dt.6:10-12) (Jue.3:1-4).
El apóstol Pablo. En su carta a los tesalonicenses expuso
claramente la determinación de Dios por comprobar la fidelidad de sus
corazones. “...Si no que según fuimos
aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos;
no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”
(1 Ts. 2:4). Y de la misma forma le escribió a Timoteo para que buscara
“hombres fieles” para el evangelio (2Tim.2:2).
·
Cuando Dios
encuentra UN AMIGO le confía sus misterios y la administración de su casa.
·
Amós y los
profetas (Amos,3:7).
·
Los discípulos
incondicionales (Jn.15:15-16).
·
Moisés y Jesús
(Heb.3:5-6).
Como vemos, nos
guste o no nos guste, la Biblia está llena de esta verdad. Dios busca al hombre
para encomendarle la administración de sus bienes, pero le hará pasar por las
pruebas necesarias para ver la fidelidad de su corazón. Luego le transmite la
visión de la obra que quiere que haga.
El milagro de una Vida Equilibrada - Virgilio Zaballos
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