Virgilio Zaballos
El llamamiento procede de Dios; no se puede
conseguir porque esté de moda, sea atractivo aparentemente, o porque te
envuelva la emoción de un culto ferviente con un predicador fogoso. El
llamamiento al discipulado cristiano viene después de haber OIDO Su voz en nuestros corazones, y
haber DIGERIDO Su palabra.
Entonces debe venir una respuesta firme de la voluntad libre del hombre. Las
respuestas rápidas sin haber asimilado y digerido Su palabra, producen un comienzo
espectacular que impresiona a la carne, pero que aterriza en picado.
En Lucas 9:57-62 encontramos a tres personas
que querían pero no sabían lo que significaba el llamamiento de Cristo. Cada
uno de ellos tenía un motivo personal para desplazar el llamado del Maestro a
un segundo lugar. En el primero eran las comodidades de un hogar establecido;
de ahí que Jesús le respondiera: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del
cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza”.
El segundo
estaba anclado en las tradiciones familiares (esperar a que el padre
falleciera), Jesús le dijo: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, y tú
ve, y anuncia el reino de Dios“. Por su parte el tercero vivía atrapado en los
esquemas sociales de quedar bien con la familia: “déjame que me despida primero
de los que están en mi casa”. Jesús le respondió: “Ninguno que poniendo su mano
en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”
Las condiciones para seguir al Maestro las pone
él. Nosotros sólo las aceptamos o rechazamos. No son condiciones para
negociarlas, argumentarlas o cambiarlas. Decir “si” al llamamiento de Dios es
un compromiso de “por vida”. Toda nuestra vida está metida en ello. El Señor no
permitirá el juego de la margarita: Te quiero, no te quiero; te sirvo, no te
sirvo. Por ello, es necesario tomar una decisión equilibrada, recorriendo cada
uno de los pasos necesarios hasta alcanzar la meta del llamamiento divino. La
respuesta puede ser instantánea (como en el caso de Andrés, Pedro y otros),
pero esa decisión fue probada y confirmada durante mas de tres años andando con
el Señor.
Nuestro “si” inicial nos introduce a la fase de
entrenamiento activo, que a su vez nos lleva al tiempo de dar fruto duradero.
Estamos hablando del llamamiento general para cada cristiano, luego ese camino
tiene diferentes servicios y funciones especificas a las que el Señor llama
individualmente.
El milagro de una Vida Equilibrada - Virgilio Zaballos
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