Virgilio Zaballos
En
Lucas 6:46-49 encontramos a dos personas que escucharon el mismo
mensaje y tuvieron las mismas oportunidades; sin embargo, uno
experimentó éxito en su vida y el otro obtuvo un estrepitoso
fracaso. ¿Por qué? Porque sus respuestas ante las palabras de Jesús
fueron radicalmente opuestas. El primero oyó y las puso en práctica.
El segundo escuchó las mismas verdades y no reaccionó, solamente
acumuló información. Este es un grave peligro hoy en las iglesias.
Tenemos tanta “buena información bíblica”, tantas verdades
liberadas, tal cantidad de predicaciones y estudios bíblicos, que
hemos desarrollado un hábito “horrorosamente nocivo” de acumular
sin actuar. Esto produce una pasividad típica de espectador. Muchas
iglesias están aletargadas, como invernando. Son las que oyen y no
hacen. A la misma vez, están surgiendo iglesias
renovadas, llenas de vitalidad y acción. Son las que oyen y hacen.
"¿Por
qué me llamáis, Señor, Señor, y no
hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis
palabras y las hace, os indicaré a quién
es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó
y ahondó y puso fundamento sobre la roca; y cuando
vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa,
pero no la pudo mover, porque estaba
fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo,
semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra,
sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu,
y luego cayó, y fue grande la ruina de
aquella casa (Lc.6:46-49)
La
vida cristiana o la vida de una iglesia, no puede estar fundada sobre
un “oír ocasional”. La palabra de Dios -la roca- debe llegar a
establecerse en nuestras vidas de una forma sólida. Para ello, no
podemos tener solamente la meta de oír buenas predicaciones y creer
que ese será el fundamento de nuestra vida. Podemos caer en el error
de pensar que por oír a “grandes hombres de Dios” -los ungidos
de verdad- y participar de cultos de “avivamiento”, tenemos la
garantía de que no seremos sacudidos por el ímpetu del río de
maldad creciente.
No,
no es verdad. Las huestes de maldad se abstendrán de atacarnos en
esos "grandes cultos de fe; pero programarán su estrategia de
derribo en los días malos de los que nos previene la Biblia. Para
poder estar firmes en el día malo, debemos vestirnos de Cristo -la
palabra viviente- y de toda la armadura de Dios (Ro.13:14)
(Ef.6:10-20). La estrategia de Dios para guardarnos sin caída en
medio de la inseguridad de este mundo, es que seamos oidores y
hacedores de su palabra; no solo de forma ocasional, sino que la
palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría... (Col.3:16).
El milagro De una Vida Equilibrada - Virgilio Caballos
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