Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


29 de julio de 2018

INVIERNO... DORMIDO EN LA NIEVE


George H. Warnock

“Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán.” (Génesis 8:22)

Este fue el pacto de Dios con Noé cuando él y su familia salieron del arca. Dios había ordenado nuestras estaciones. En los siguientes capítulos quiero hablar sobre cada una de las estaciones por turno... siendo nuestro énfasis el tiempo de la cosecha, y lo que busca nuestro Labrador en el día de la cosecha. Y aunque hay muchos lugares en la tierra donde sólo se reconocen dos estaciones (algunos lugares quizás sólo una)... aquí, en el extremo norte dónde vivimos, siempre esperamos cuatro estaciones. Oficialmente nuestros inviernos se supone que empiezan sobre la tercera semana de Diciembre, y la primavera se supone que sigue después de la tercera semana de Marzo. Pero el invierno es un visitante que aparecerá antes de la fecha programada de Diciembre, un visitante que parece prolongar su estancia mucho más que la fecha programada de Marzo. Puede marcharse durante un tiempo corto cuando se le recuerda que ha llegado la “primavera”. Pero generalmente volverá a visitarnos varias veces durante los dos meses siguientes antes de marcharse del país... solo para decir “¡Hola... y Adiós!”. Pero sabemos que Dios ha ordenado las estaciones dondequiera que vivamos en este planeta; y Él nos ha hecho lo suficientemente duros para sobrevivir a los peores inviernos. No negando, por supuesto, que muchos de nuestros vecinos migrarán al profundo sur al acercarse Diciembre. “Pájaros invernales” es cómo les llaman los que viven en esos climas cálidos. Pero llega la primavera y nuestros “pájaros invernales” regresan para disfrutar de nuestros hermosos veranos aquí en el extremo norte. Así, consideraremos las estaciones como cuatro,... invierno, primavera, verano y otoño... y en ese orden porque Jesús dijo, “La cosecha es el fin del mundo.”

Entra en mi huerto, donde la nieve está amontonada, y debajo todo está helado y sin vida. Lo único que puedes ver es un cuadro de muerte y de frialdad. No hay signo de vida y nada deleita al ojo. Todo yace en silencio y desnudo debajo de un manto de nieve. Si algo creciera aquí, nadie lo detectaría ahora. Parece tan trágico. ¿Qué podría haber sucedido?

Por supuesto, estamos muy familiarizados con las estaciones y sabemos que simplemente no es el tiempo del crecimiento; y estamos contentos de dejar que la naturaleza tome su curso. Pero no así en el reino espiritual. Nunca debemos tolerar ningunos pensamientos negativos de frialdad y de esterilidad. A pesar de la temperatura o de la nieve, o de la estación—insistimos en sembrar alguna semilla o en recoger una cosecha,  o en buscar al Señor para recibir lluvias de bendición. Sé que tenemos que estar “siempre listos” para hacer la voluntad de Dios. Pero Jesús dijo, “Mi tiempo aún no ha llegado, pero vuestro tiempo es siempre oportuno.” (Juan 7:6). Los hijos disciplinados no están “siempre listos” para hacer lo que piensan que hay que hacer. Pero estan siempre listos para obedecer la voz de Su Señor y Maestro en todo tiempo. Se mueven con el Espíritu de Dios... no con el suyo propio.

En el propósito de Dios hay estaciones y tiempos para cosas opuestas. Y Dios querría que supiéramos que las cosas que son contrarias a nosotros, incluso estas cosas se hacen parte del plan de Dios, que sabe como “obrar todas las cosas para bien a los que aman a Dios.” Pablo experimentó estas operaciones y por tanto, podía testificar “que las circunstancias en que me he visto, han redundado en el mayor progreso del evangelio.”(Fil. 1:12). Se encontró a sí mismo “aprobado” como ministro de Dios, “en la palabra de verdad, en el poder de Dios; por armas de justicia para la derecha y para la izquierda; en honra y en deshonra, en mala fama y en buena fama; como impostores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, y he aquí, vivimos; como castigados, pero no condenados a muerte; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo.” (2ª Cor. 6:7-10). Sabía que había estaciones opuestas en la vida y que al ser fiel “a tiempo y fuera de tiempo”... Dios sería glorificado en su vida y ministerio.

No culpemos al diablo por cada situación incómoda. Es Dios quien envía el invierno... porque Él estableció todas las estaciones. ¿O es Dios quién envía el austro, y Satanás quién envía el viento del norte? No, ¡Es Dios!  “Despierta, viento del norte,
 y ven, viento del sur; haced que mi huerto exhale fragancia...” (Cantar de los Cantares 4:16). ¡No, es Dios!

“Envía sus órdenes a la tierra; Su palabra corre velozmente.
Manda la nieve como lana; Esparce la escarcha cual ceniza
Arroja su hielo como migas de pan; ¿Quién puede resistir ante su frío?”
(Salmos 147:15-17)

Es Dios quién lo “envía” y quiere que sepamos que es parte del ciclo que Él estableció para el bien del hombre. Quiere que nosotros sepamos que bajo el abrigo de la nieve y el hielo, hay una promesa de esperanza. ¡Esperanza de primavera para la  próxima estación! No puede haber una primavera real si no hay un invierno real. Sólo disfrutan la primavera real los que han vivido a través de los largos y tristes días y noches de nuestros inviernos norteños. Los que viven en climas cálidos todo el año, saben poco o nada de la nieve y del hielo y de las heladas y las tormentas de nieve del norte invernal.

No puedes fabricar el verdadero gozo del Señor. El gozo del Señor nace de la pena, de la esterilidad y del sufrimiento. No llamas a las aves cuando el invierno ha terminado; simplemente aparecen cuando llega la estación correcta. Disfrutamos oyendo el piar del petirrojo cuando la nieve todavía está en el suelo y los días son fríos. Sabemos que la primavera no está lejos.

“El gozo del Señor” es lo que viene con cada medida de la Cruz que Él coloca sobre nuestros hombros. No es nuestro gozo, sino el Suyo... y el nuestro cuando nos identificamos con Él en sus sufrimientos... creyendo dónde no podemos ver y esperando con resistencia el cumplimiento de la promesa cuando todo parece opuesto a ello. Es el gozo que sigue a la vida sacrificada derramada ante Sus pies, y su perfume llenando toda la casa donde Él está sentado. A ese sacrificio del espíritu contrito y humillado, Él mismo añade el aceite puro de la unción que contiene todo el perfume de la mirra, de la canela y del cálamo y la casia, y lo derrama sobre Su pueblo. Pero este aceite santo también contenía ingredientes de amargura (Éxodo 30:23-33).  Porque Él es el Sumo Sacerdote, que ha sido “ungido con óleo de alegría más que Sus compañeros” y quien comparte esa unción con ellos, al unirse a Él. Es su gozo y Su alegría... y nuestros cuando permanecemos en ÉL y participamos de sus padecimientos.

Gozo... Incluso en el invierno

“Alabad al SEÑOR desde la tierra... fuego y granizo, nieve y bruma;
Viento tempestuoso que cumple su palabra.” (Salmos 148:7-8).

Las hermanas llorosas dijeron, “Señor, Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Pero Jesús ya había dicho a Sus discípulos que era para la gloria de Dios que Él no hubiera estado allí. ¡El viento  tempestuoso cumple Su Palabra!

¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais andando?” Y ellos se detuvieron, con semblante triste. ¿Eres tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?” ¿Qué cosas?” Y ellos le dijeron: “Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo. Estábamos seguros de que Él era el Mesías, pero Le crucificaron hace tres días. Hay rumores de que ha resucitado, ¡Pero es difícil creerlo!” ¡Vientos tempestuosos cumpliendo Su Palabra!

María Magdalena se quedó llorando junto al sepulcro y sus ojos se llenaron de tantas lágrimas que no podía discernir el rostro de Aquel a quien ella amaba, a su lado. ¡Vientos tempestuosos cumpliendo Su Palabra!

Escucha el triste lamento de Jacob: “José no parece y Simeón tampoco; y a Benjamín le llevaréis; ¡contra mí son todas estas cosas!” Si sólo supiera... Todas estas cosas estaban obrando para bien y para la gloria de Dios, que había sacado a José de la prisión y lo había sentado sobre príncipes. ¡Vientos tempestuosos cumpliendo Su palabra!”

“No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara”,  dijo Noemí a sus amigos y familiares en Israel cuando regresaba de la tierra de Moab. “Porque el Todopoderoso me ha afligido”. ¡Qué poco podía ella imaginar que Dios estaba obrando en su vida el secreto de Su propia voluntad, y preparando el camino para el nacimiento de David, y del Hijo de David y el Señor en los siglos por venir! ¡Vientos tempestuosos cumpliendo Su palabra!

El Huerto de Dios – George H. Warnock

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"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry